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CIUDAD DE MÉXICO, 24 de septiembre de 2020.- Un golpe avisa que atrás viene un diablo, al lado o en frente. Los comerciantes saben bien esquivar a los visitantes, y estos, si no saben de mercados, salen de La Merced «engentados».
En este añejo y colorido centro de abasto, la pandemia le cambió la jugada a su festejo 63 con una pandemia que se manifiesta por todas sus entradas, algunas selladas como medida de prevención. La fiesta que normalmente dura al menos tres días, en este 24 de septiembre, Día de la Virgen de la Merced, hay cubrebocas y bocinas en lugar de pistas de baile.
Ubicado al extremo oriente del Centro Histórico, La Merced cumplió 63 años de ser el principal centro de venta minorista de la Ciudad de México y aunque restringido por el Covid 19, sus locatarios no dejaron pasar –aunque sin tanta bulla–, su aniversario.
Mariachis se congregaron este jueves para cantarle las mañanitas, y otras canciones, a la Virgen de la Merced, que los mismos comerciantes se encargaron de adornar en los distintos altares que se colocaron.
Con globos y guirnaldas de colores, cada puesto celebró un año más de permanencia en un mercado que ha sufrido al menos cuatro incendios, el último justo hace nueve meses, cuando el 24 de diciembre de 2019 las llamas devoraron parte de la zona de flores.
Ese incendio dejó dos personas muertas y múltiples daños que llevaron a la demolición de parte del mercado.
Hoy, los escombros y rastros de ese fuego convivieron con los comerciantes, clientes y músicos.
Las filas con todo y cubrebocas, se hicieron a espera de un platillo de comida y agua. Más tarde una rebanada de pastel cerraría con broche de oro la tradición.
Esta vez faltó la gran pachanga, que comienza con la serenata a la patrona y termina con un baile cuyo principal atractivo, en eso que hace de este mercado un ícono popular en el centro histórico: la aglomeración.