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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 11 de octubre 2020.- Dos años tuvieron que pasar para que Rosa Villaseñor soltara las lágrimas contenidas al perder a su hija Erika la tarde del 17 de octubre de 2018, cuando un hombre que se hizo pasar por paciente de la también odontóloga, le disparó en ocho ocasiones para quitarle la vida por instrucciones de su ex pareja.
Todo esto se resumió a cinco horas en el Centro Integral de Justicia Penal en el reclusorio de La Pila, donde se realizó la audiencia final para conocer el fallo de los jueces.
De manera puntual a las 9:00 de la mañana, llegó Rosa Villaseñor a las instalaciones del Centro de Readaptación Social, donde el autor intelectual se encuentra interno y lo hizo acompañada de su abogada, colectivos, amigos y familiares que la apoyaban en todo momento en el grito que salía desde su corazón pidiendo justicia para su hija y su nieto (todavía en el vientre de la madre, a punto de nacer), a quienes les arrebataron la vida por 50 mil pesos de pago.
Durante la mañana, la madre de Erika enfocaba la mirada en las ventanas de las salas de oralidad tratando de imaginar lo que en ese momento se llevaba a cabo, con esperanza, pero también con temor de que el autor intelectual que le cambió la vida a ella y a su familia, saliera en libertad y formara parte de las estadísticas de impunidad en el estado.
Entre pláticas, Rosa Villaseñor relató cómo fue que recibió la noticia de la muerte su hija, cómo fue el velorio -con música y homenaje-, pero con el pendiente de que los autores pagaran el feminicidio. La comunicación con la abogada Jessica era constante y cerca de las 10:30 de la mañana la audiencia tuvo su primer receso.
Tocándose el estómago, como si contuviera un grito, Rosa Villaseñor se acercó a su abogada para preguntar la situación y la respuesta fue que los testigos decidieron no declarar a favor del sujeto acusado, pero pidió mesura, ya que habría un receso y cualquier cosa podía pasar.
Cerca de las 11:00 de la mañana la audiencia se reanudó, aunque la madre de Erika se mantenía optimista ante las personas que la acompañaban, su rostro siempre se mostró pensativo, pero también platicaba sobre los momentos gratos que pasó con su hija, las fiestas a las que iba y cómo siempre tuvo sus reservas con el hombre que a la postre planearía su muerte y la de su nieto, a escasos días de nacer.
Poco antes de las 12:00 del día, los fiscales encargados del caso salieron al estacionamiento del Centro Integral de Justicia Penal e informaron a la señora que habría otro receso, pero ahora de cuatro horas, para que los jueces decidieran su fallo, dejando claro que había posibilidades de una condena.
Con esto le dieron una clara esperanza de justicia al mencionar que los argumentos de los abogados fueron pobres y las pruebas contundentes estaban de su lado.
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