El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
Los hombres no deben llorar
Carlos Ravelo Galindo, afirma.
Recuérdalo, hoy más que nuca, Felipe. No debemos llorar.
A una pregunta cordial, nuestra respuesta puntual:
Y antes de pasar a lo importante (París), te ruego que me expliques, tú que lo viviste, cómo deterioró LEA –Luis Echeverría Álvarez– unas relaciones que en su sexenio aún no existían con la España franquista, sino con la República Española en el exilio.
Se establecieron con JLP al morir Franco.
Gracias de antemano.
José Antonio Aspiros, cuando el dictador Francisco Franco ordenó la muerte a garrote vil –sentaban a la persona en una silla, y le colocaban en el cuello un lazo, que apretaban con un garrote hasta matarlo–de cuatro opositores, Echeverría, como presidente había abogado por ellos, ante la representación extraoficial del gobierno español –teníamos relaciones con los republicanos.
Al «no hacerle caso», ordenó suspender toda actividad, telefonía, vuelos en ambos sentidos. Y supresión de visas.
«Nada con el gobierno franquista».
Cuando este muere y se reintegra la monarquía toma el poder López Portillo y ordena a su canciller Santiago Roel reabrir las relaciones suspendidas y terminar con las republicanas.
En ambos casos nosotros CRG, por Excélsior, cubrimos tales eventos.
Francia, país neutro escogido por México y España para suscribir la reanudación, ofreció París, su capital, como sede.
Allí intervino Manuel Bartlett, asesor de Roel.
Y en México, tocó al canciller notificar a los republicanos la decisión de México.
Recordamos la respuesta del encargado de negocios, al preguntarle qué había sentido.
Escuetamente nos declaró….
«Como una patada en la espinilla,» que bajo nuestra firma publicó Excélsior en primera plana.
Más o menos eso explica, sucintamente, tu pregunta. Un abrazo y salucita de la buena. Ya es la una. CRG
Nos contesta el afable colega:
“Ahora sí: lo principal: Norma y yo envidiamos sanamente a Bety y a Carlos por haber ido tantas veces, por razones de trabajo ambos, a la ciudad más hermosa del mundo.
Nosotros fuimos solamente una vez y no por trabajo sino de nuestra bolsa, y el mes próximo se cumplirán 15 años de ello.
Pienso escribir mis recuerdos para entonces; tal vez lo haga.
Pero todo lo que nos cuentas de París, y más todavía, lo sé tanto por aquella visita, como por mis muchas lectoras de libros y reportajes y por las películas que hemos visto con la Ciudad Luz como escenario y como tema central, incluido Toulouse-Lautrec.
Y entre todo eso, supe que los parisii se establecieron dentro de la isla de La Cité, y que cuando Alemania invadió Francia, los obreros cortaron la energía del elevador de la Torre Eiffel y Hitler tuvo que subir a pie.
Hay una novela extraordinaria llamada simplemente «París», que leeré de nuevo antes de que se canse más la vista.
En nuestra visita conocimos lo principal de la inolvidable Ciudad Luz:
(Campos Elíseos, Arco del Triunfo, Torre Eiffel, Notre Dame, Louvre, Sacre Coeur, Pont Neuf -curioso que se llame Nuevo y sea el más antiguo. Molino Rojo, Montmartre, Montparnasse, la perfumería -aunque no estaba Grenouille-, etcétera)
Pero nos faltaron la tumba de don Porfirio y tantísimos famosos más en ese lugar (Montparnasse) y el mausoleo de mi personaje favorito, Napoleón, antepasado de nuestra amiga Rusia (Los Inválidos) entre otros detallitos.
Gracias por recordarme aquello. Habrá que celebrarlo con un generoso y unos quesos. Salud. A.”
Y ahora de otras lágrimas.
Por siglos se ha mencionado como una expresión de debilidad para el hombre y se le concentra en las mujeres.
Dicen que los hombres
No deben llorar
por una mujer
que ha pagado mal.
Pese a que era una mujer poderosa, la sultana Aixa relacionó para siempre a las mujeres con el llanto a partir de la frase que se expresa desde enero de 1492:
“No llores como mujer lo que no pudiste defender como hombre”.
Dicen las crónicas que se la dijo a su hijo Boabdil El Chico, que fue nada menos que Mohammad XII, último rey de los islámicos, cuando perdió el reino de Granada y tuvo que entregar a los acaparadores Reyes Católicos las llaves de la Alhambra.
La educación tradicional se sumó a esa idea y ha sido común que se diga a los niños que los hombres no lloran.
La razón de Tere Gil Guzmán, confirma tal aseveración
Ha sido común que se diga a los niños que los hombres no lloran. Quizá por eso se baja el tono y el gimoteo y el lloriquear por un quítame estas pajas, sea la costumbre más común de ciertos hombres, sobre todo cuando se evaden de sus culpas, se quejan y gritan que son inocentes.
Como muchos de los 17 que se mencionan en el documento de más de 60 páginas de Emilio Lozoya Austin; Carlos Salinas, Felipe Calderón, Enrique Peña, Ricardo Anaya et al.
A los lloriqueos suele seguir, como un contrasentido, la búsqueda de amparos.
Déjenme que estoy llorando
un consuelo estoy buscando
quiero estar solo con mi dolor
Lo curioso del caso, es que en la poesía son los hombres en su mayoría los que usan el llanto y las lágrimas como inspiración.
Doña Tere nos platica:
“Estuve viendo la lista de 89 poemas escritos sobre todo por clásicos españoles. Hay pocas mujeres y del siglo pasado me llamó la atención el nombre y el inicio del primer verso, del poeta argentino fallecido en los años sesenta, Oliverio Girondo a quien se califica como un hombre sensible y comprometido.
Dice el título: Llorar a lágrima viva, llorar a chorros.
Muy gráfico cuando lo que se ha perdido el poder por ejemplo, es muy grande.
El llanto expresado en la poesía, es un llanto auténtico.
Es desgarrador leer la primera elegía de las cuatro que le escribió Federico García Lorca, a su gran amigo Ignacio Sánchez Mejías, muerto por la cornada de un toro.
Los hechos ocurridos en Manzanares en 1934, se manifiestan en un llanto que brota a la par que se describen.
A Ignacio, escritor de la Generación del 27 y también torero, lo tomó desprevenido el toro y ahí mismo murió, cuando lo llevaban en la camilla.
Las elegías que escribió Lorca son La cogida y la muerte, La sangre derramada, El cuerpo presente y el alma ausente.
Fue terrible para el poeta ver cómo sucedió.
Y los toros de Guisando
casi muertos, casi pena
mugieron como dos siglos
hartos de pisar la tierra.
A 84 años del asesinato de García Lorca por el dictador Francisco Franco, que se cumplieron el pasado 18 de agosto, hubo recuerdos en memoria de este gran poeta.
Yo me he sumado; lloraré, lloraré tu partida. Fue tan terrible su muerte, que le robaré un retazo a Jaime Sabines:
Quiero llorar a veces y no quiero
llorar porque me pasas
como un derrumbe, porque pasas
como un viento tremendo, como un escalofrío,
debajo de las sabanas.