El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
Alfonso Durazo se va para hacer realidad su sueño de gobernar Sonora, pero deja la Secretaría de Seguridad del Gobierno Federal con más oscuros que claros. Su gestión de 22 meses, gris según analistas, queda marcada por la violencia.
Para el presidente será complejo buscar al sucesor que ocupe un cargo que no es precisamente el más deseado cuando el país huele a pólvora; sesenta y cinco mil homicidios dolosos, más de mil 750 feminicidios y más de cien mil desaparecidos, son cuentas palpables del caos, actual y heredado.
Ante esto, el presidente medita. ¿Quién deberá será el sustituto de Durazo? ¿Un civil? ¿Un militar?
Para Eduardo Guerrero, especialista en seguridad, la opción militar debe ser descartada. Advierte que el Ejército ya interviene demasiado en la vida nacional. Sume el terremoto con epicentro en el prestigio militar tras la detención del exsecretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos.
Según el especialista Guerrero, el relevo de Durazo debe ser otro civil, pero no uno cualquiera. El presidente tiene la oportunidad de designar a un profesional capaz, honesto, íntegro y limpio y no a un político que sólo busque utilizar la posición como trampolín para satisfacer aspiraciones personales.
En el mundo ideal así deberían procesarse todas las nominaciones a cargos públicos, pero en el mundo paralelo de la “Cuatroté” capacidad y pericia quedan por debajo de la obediencia debida a quien manda más.
Y así, no salen las cuentas que acaban en cuentos.