Abanico
2020 pasará a la historia como el año en que el Covid se convirtió en la principal causa de muerte de los mexicanos. Los 102 mil decesos oficiales, hasta ahora, rebasarán, en unos cuantos días, las 104 mil muertes por diabetes, ocurridas el año pasado, y el año entrante el Covid podría enlutar más que las enfermedades cardiovasculares.
Mientras la pandemia mata y ahorca la economía, intentamos aprender a vivir la “nueva normalidad”, secuestrados, fatigados; sin niños en las escuelas; sin cubre bocas, los más necios; salpicando estadios futboleros con poquita afición; cerrando templos para contener la devoción inflamada por el miedo.
Los contagios aumentan. El martes hubo “récord”, con casi once mil nuevos casos; los hospitales rebozan de enfermos. La atención a la pandemia ha desatendido a millones con otros padecimientos para los cuales no hay lugar, tiempo, recursos ni medicinas.
El Covid rebasa la capacidad de los servicios de salud.
Pero a falta de pan sobra circo.
El espectáculo brinca entre escándalos, arrestos, prisiones preventivas y “criterios de oportunidad”. El país produce más testigos protegidos que vacunas. Lozoya acusa a Videgaray y Peña. Rosario Robles, a Videgaray, pero no a Peña ni a Osorio Chong. Emilio Zebadúa, traiciona a su exjefa; afirma que cada semana Rosario planeaba una estafa. La maestra se defiende hasta de sus abogados y promete decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad; las pruebas hablarán. Videgaray niega todo; acusa las mentiras que no podrá probar Rosario.
Y desde la cumbre del poder, el presidente aplaude; celebra la orgía de acusaciones. Se deleita con tanta corrupción desnuda; apuesta a que la podredumbre del pasado cimente el futuro de su “Cuarta Transformación” y justifique el asalto de Morena al poder.