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CIUDAD DE MÉXICO, 28 de noviembre de 2020.- La magnitud del desastre que dejaron a su paso los huracanes Eta e Iota en Centroamérica, apenas salieron a la luz cuando los niveles del agua comenzaron a bajar.
Los severos daños en Nicaragua, Honduras y Guatemala se ven sobre la superficie enlodada y con destrucción de viviendas.
Según informes de la ONU y de los gobiernos, 3.7 millones de personas se vieron afectadas en Honduras, 935 mil en Guatemala y 50 mil permanecen en refugios de emergencia en Nicaragua.
El impacto más profundo se produjo al bajar los niveles del agua, cuando la devastación se hizo visible y las personas afectadas tuvieron que lidiar con las consecuencias.
“Entrar en una casa significa mirar una escena que causa mucho dolor. La gente ha perdido su patrimonio, sus objetos personales; esto significa prácticamente empezar de cero. Es un verdadero shock”, narró Emiliano Tux Chum es residente de San Pedro Carchá en Alta Verapaz, Guatemala, una de las áreas afectadas por las tormentas.
Emiliano añade: “A medida que se redujo el riesgo de inundaciones, la gente comenzó a regresar a sus casas para intentar salvar algunas de sus pertenencias personales. Pero, ¿cómo se puede recuperar lo que constituye una vida de esfuerzo y trabajo?”
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