Juego de ojos
¡Goza de cabal salud la “legión de idiotas”!
Por increíble que parezca y por absurdo que resulte, uno de los mayores “logros” que presumió el gobierno de López Obrador en su Segundo Informe, fue el de la popularidad.
En efecto, las encuestas colocan a Obrador entre un promedio de 61 por ciento y 71 por ciento de aceptación, lo que supone una aprobación impensable frente al fracaso escandaloso del gobierno de Morena.
Sin embargo, si hacemos caso a tales mediciones sobre la aceptación ciudadana del gobierno de AMLO, la única conclusión posible resulta demoledora, si no es que de verdadero escándalo.
¿Por qué?
Porque entonces estaríamos obligados a concluir que la sociedad mexicana es “una sociedad de idiotas”; pariente de la “legión de idiotas” que clasificaron Umberto Eco y Javier Marías; legiones de imbéciles, fanáticos y matones que se escudan en las redes y que son capaces de retorcer la realidad y, sobre todo, de convertir en tendencia el espantajo resultante.
Sin embargo, el de la popularidad presidencial es un tema más complejo y tiene que ver –entre muchas otras cosas–, con el bombardeo de propaganda oficial, de lunes a lunes, no sólo en las “mañaneras” sino en todos los medios del Estado, además de la entrega clientelar de dinero y la desinformación a la que se han prestado la mayoría de los dueños de medios de comunicación.
De esa manera, una buena porción social está condicionada no sólo por el fanatismo de la figura presidencial sino por la manipulación mediática y hasta por regalar dinero por haber sufrido la muerte de un familiar, a causa de la pandemia. Además del manejo clientelar y populista del gobierno.
Y es que si vamos a creer que siete de cada diez mexicanos aún confían en Obrador, entonces tenemos que creer que siete de cada diez mexicanos están de acuerdo en que el presidente los engañe todos los días; tenemos que creer que siete de cada diez aplaude que mueran miles de niños y mujeres por no contar con medicinas para el cáncer y para otras enfermedades.
Si creemos que siete de cada diez ciudadanos aún creen en AMLO, debemos suponer que siete de cada diez aplaude que López haya dejado en libertad a “El Chapito”, que haya saludado a la mamá de El Chapo; que haya pactado con las bandas criminales y que, por eso, en dos años no haya logrado detener a uno sólo de los barones del crimen.
Si creemos que siete de cada diez habitantes de nuestro país aplaude a Obrador, entonces debemos creer que esos mexicanos aplauden la muerte de casi 70 mil compatriotas a causa de hechos violentos; aplauden la desaparición de otros miles, el secuestro y la violencia sin freno de muchos más.
Si creemos que siete de cada diez mexicanos aún confía en AMLO, entonces debemos confiar que casi 80 millones de mexicanos aplauden las más de 300 mil vidas perdidas por el mal manejo de la pandemia; deberemos creer que esos mexicanos están de acuerdo en no usar cubrebocas; que están felices con la falta de medicamentos y aplauden la saturación de hospitales.
Si creemos que siete de cada diez ciudadanos de nuestro país aplauden a AMLO, a dos años de su fallido gobierno, entonces tenemos que creer que esos mexicanos aplauden la muerte como política de Estado; creer que esos ciudadanos son masoquistas, que elogian el desempleo y gustan del engaño, ya que nunca llegó el servicio médico prometido; como el de Dinamarca.
Si creemos que siete de cada diez encuestados en México están de acuerdo con el resultados del gobierno de AMLO, en los primeros dos años, entonces debemos creer que les gusta el desempleo, la violencia, el crimen, la pobreza, el hambre, la insalubridad y la carencia de medicamentos.
Si creemos que siete de cada diez mexicanos apoyan al gobierno de Obrador, entonces deberemos suponer que 80 millones son idiotas, que no quieren tener un mejor nivel de vida; prefieren empleos paupérrimos y que no aspiran a pertenecer a una sociedad democrática; y si aceptan todo eso, entonces 80 millones de mexicanos quieren vivir en Venezuela o en Cuba.
Si vamos a creer en las encuestas, entonces debemos creer que por lo menos 80 millones de mexicanos tienen el gobierno que se merecen; un gobierno dictatorial, nada democrático, que cancela libertades y derechos básicos y que gusta de ver a los ciudadanos como idiotas.
Y si tiene razón las encuestas, que dicen que siete de cada diez mexicanos aplauden a López Obrador –a pesar de dos años de muerte, caos y destrucción–, entonces debemos aplaudir a una sociedad de idiotas que, como escribió “El Barón de Itararé”, son “una sociedad bien representada”.
Por eso, porque creemos en la inteligencia social, no creemos en las encuestas.
Al tiempo.