Teléfono rojo/José Ureña
El Valle de México es “zona roja”. El repunte de infectados no para. Los hospitales, públicos y privados, están saturados; no cabe un alfiler y faltan medicinas. El personal de la salud no puede ni con su alma.
Las autoridades nos dicen que extremar medidas y cerrar con llave actividades no esenciales era inevitable a pesar de las consecuencias para la maltrecha economía.
Pero, lo que no nos dicen es que la Ciudad de México está en la crisis más aguda desde el pasado 4 de diciembre.
Según el diario estadunidense The New York Times, se asegura que el Gobierno federal engañó a los habitantes de la capital del país acerca de la gravedad del repunte de contagios.
De acuerdo con el reportaje, las autoridades utilizaron cifras más bajas con tal de permitir que la Ciudad de México continuara sin confinamientos.
Según la información publicada, hubo un documento oficial, firmado por el subsecretario Hugo López Gatell, en el que se habla de un 25 por ciento de casos positivos a fines de noviembre. Sin embargo, los propios datos del sector salud muestran un porcentaje mayor.
De haberse utilizado las cifras verdaderas, sin maquillaje, la Ciudad de México debió estar en “semáforo rojo” desde hace dos semanas. No aplicar la medida costó muy caro: un total de 164 mil contagios y 9 mil 339 muertes, cifras que, seguramente, hubieran sido menores.
Hace dos semanas era el momento justo para pintarnos de rojo. Ahora, el túnel se alarga y la oscuridad es más espesa.