Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
El año que nos arrebató el Coronavirus
“Siento como si 2020 no hubiera existido, como si lo hubieran arrancado del calendario, porque nada de lo que tenía planeado salió como quería y para acabarla de amolar hasta se murieron familiares y amigos. Me siento desolado”.
Es la voz de Artemio González, empleado federal que conversa con uno de sus tíos a pocos minutos de que se acabe 2020. “Todo fue tan repentino, que ni tiempo nos dio de reaccionar. Cuando menos nos dimos cuenta, mi cuñada y mi suegro ya estaban contagiados y no duraron más de una semana en el hospital. Ya iban graves”, enfatiza con tristeza.
Y así como él, millones de mexicanos que vieron como el 2020 se llevó muchas de sus esperanzas, que acabó con sus trabajos, con su salud y con seres queridos.
El último día del año, la noche vieja, fue el contraste entre la alegría del inicio de un nuevo ciclo, la añoranza de tiempos mejores y el recordatorio para muchos mexicanos, que 2020 fue un año fatal.
Casi no hay compatriota que no sepa del fallecimiento de un conocido, amigo o familiar, a causa de las complicaciones causadas por la Covid-19.
Para muchos de ellos, el principio de la pandemia se traducía únicamente en cifras de muertes, de personas contagiadas y de pacientes atendidos en los hospitales del sector salud, de acuerdo con lo informado por los medios de comunicación.
A medida que crecía el número de contagios, cada vez era más evidente la presencia de mexicanos contagiados en todo el territorio nacional y el círculo se fue cerrando.
En el último mes de 2020, es mayor el volumen de mexicanos que conocen a alguna persona contagiada en su círculo cercano.
Si no bajan los contagios para el 10 de enero, fecha establecida por el Gobierno de la 4 T para levantar la suspensión de las actividades no esenciales en el Valle de México, se tomarán medidas adicionales más severas, considera el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López Gatell.
No se sabe que medidas son las advertidas por el funcionario. Por el momento, sólo existe la amenaza. Claudia Sheinbaum considera que a partir del 3 de enero y hasta el próximo día 10 de este mismo mes, el número de contagios disminuirá y, de acuerdo, a sus especialistas médicos, el semáforo rojo pasaría a naranja.
Esta premisa es considerada, siempre y cuando los habitantes del Valle de México cumplan con las medidas de distanciamiento social, usen cubre bocas y no realicen reuniones multitudinarias.
Lo ideal choca con la realidad. A millones de capitalinos no les gusta la disciplina, no les interesa protegerse, ni proteger a los demás y les encanta la pachanga.
Para muchos capitalinos, el 31 de diciembre fue como cualquier celebración de fin de año. ¿Por qué no habrían de reunirse familiares que viven en diferentes casas, si siempre lo hacen cada año? y en esta ocasión no iba a ser la excepción por mucha pandemia que exista.
¿Por qué no habrían de viajar otros capitalinos en los últimos días del año para abarrotar las playas “cercanas” de Acapulco y Veracruz u otras lejanas como Cancún y la Riviera Maya? ¿Por qué no, si ya fue mucho encierro? ¿Qué acaso no se lo merecen? Al fin y al cabo, muchos piensan que no les pasará nada y que enfermarse sólo le ocurre al resto de la gente, no a ellos.
Hay que tomar vacaciones, como sea, aún enfermos, como sucedió a un irresponsable joven poblano de 26 años de edad y cuyo nombre no se dio a conocer y que, sabiendo que se encontraba contagiado de Covid-19, viajó a Puerto Vallarta, Jalisco, en donde hace tres días tuvo que ser hospitalizado, después de que se desmayó de tan mal que sentía. No importaba, lo bailado nadie se lo iba a quitar. Ahora, quien sabe si salga de esta.
Es el mismo pensamiento de López Gatell. Es su doble cara la que se desnuda. Es de esos mexicanos inconscientes, a pesar de ser el funcionario encargado de enfrentar la pandemia. Por un lado, sus exhortos a que los mexicanos se queden en casa y, por el otro, su negligencia, su cara dura al ser captado por una cámara indiscreta, en vísperas de año nuevo, a bordo del vuelo 392 de Aeroméxico, de la Ciudad de México con destino a Bahías de Huatulco, Oaxaca, sin cubre bocas y sin guardar la adecuada distancia social. Los dos López Gatell, el de mentiras y el auténtico, el cínico.
A Artemio González nada lo consuela. Sabe que hay muchos mexicanos que están contagiando a otros mexicanos. Para él, 2020 fue un año perdido, que le arrebató mucho: trabajo, familiares, expectativas, pero no está derrotado. Como Artemio, hay muchos mexicanos que esperan que 2021 ya no le quite más cosas, no se dan por vencidos, aunque saben que estar vivos, de suyo ya puede considerarse un triunfo.