Mujeres mexicanas memorables (6)
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Mi estimado cronista de sociales, nos califica así el escritor amigo José Antonio Aspiros Villagómez. Y nos dice:
“La boda de tus nietos, el viaje de los que viven en Barcelona, y el haber visto la ceremonia en tu computadora, deben tenerte feliz, lo mismo que a Bety, donde se encuentre.
“Parece que pronto nos acostumbramos a vivir de esa manera: todo digital, a distancia, sin el calor de las reuniones, como si no fuéramos reales, sólo imágenes.
“Y, a veces, la tristeza y el enojo por no poder hacer ni eso, como fue mi caso anoche, cuando se fue la luz precisamente a la hora de la fiesta por zoom por los 50 años de mi hija menor, y me perdí del gusto de reunirme con mis hijos y nietos, aunque sea de esa manera.
“Felicitaciones para ti y tu familia por este enlace y por el valor y temeridad de hacer reuniones presenciales, así hayan sido de muy pocas personas (esta semana en mi cumpleaños estuvimos siete, sin permiso de nadie).
“La vida tiene que seguir de alguna manera. Salud”.
Respondimos con una a la una.
Y en honor de todas las mujeres del mundo retomamos lo que nos comparte la escritora Norma Vázquez Alanís sobre Gabriela Mistral y Toni Morrison, como dos grandes Nobel de literatura.
El Centro de Estudios sobre la Mujer de la Academia Nacional de Historia y Geografía (ANHG), patrocinada por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), organizó una conferencia virtual para abordar el tema de las pocas mujeres (56 contra más de 860 hombres según datos que incluyen el año 2020) que han recibido un Premio Nobel en cualquier disciplina.
Beatriz Saavedra Gastélum, coordinadora de dicho centro, reunió en la disertación en línea titulada “Mujeres Nobeles” a Carlos Martínez Plata, educador deportivo, escritor y poeta; Claudia Sterling, abogada con maestría en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad de Barcelona y columnista del diario digital Pulzo de Colombia; Alejandro Mejía Muñiz, encargado del Archivo de la Capilla Alfonsina, y Emma Julieta Barreiro, licenciada en Letras Inglesas y doctora en Letras por la UNAM, así como traductora independiente del inglés, francés y el alemán al español.
Cada uno de ellos habló acerca de alguna de las damas que han sido merecedoras de tan importante galardón.
Martínez Plata se refirió a la poeta chilena Gabriel Mistral, la primera mujer iberoamericana y el segundo personaje de América Latina en recibir un premio Nobel.
Fue en 1945 cuando se le entregó el de Literatura “por su poesía lírica que, inspirada por poderosas emociones, ha hecho de su nombre un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano”, argumentó en su momento la Academia Sueca.
Su verdadero nombre era Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, pero adoptó el seudónimo Gabriela Mistral en homenaje a dos de sus poetas favoritos, el italiano Gabriele D’Annunzio y el occitano Frédéric Mistral, para participar en un certamen literario en 1909, en el cual triunfó, pero no se presentó a recibir el premio y quedó como enigmática ganadora, comentó el ponente.
Al hacer un breve esbozo de la biografía de la poeta chilena, Martínez Plata recordó que su vocación primera fue el magisterio y, aunque su ingreso a la Escuela Normal de Preceptoras de La Serena se vio frustrado debido a la resistencia que despertaron algunos poemas suyos en círculos conservadores locales que los calificaron como «paganos» y «socialistas».
Pudo realizar sus estudios en la Escuela Normal de Copiapó (hoy Universidad de Atacama), donde obtuvo el título de profesora normalista; después convalidó sus estudios en la Escuela Normal de Santiago para convertirse en profesora de Estado y así pudo ejercer la docencia en el nivel secundario.
Mistral combinó la enseñanza con la colaboración en publicaciones literarias y en 1914 mereció el Premio Nacional de Poesía de Chile con Sonetos de la muerte. En 1922 se trasladó a México para colaborar en la reforma educativa de José Vasconcelos, y de ese tiempo data Lecturas para mujeres, sobre aquellos tópicos reservados a los hombres; en 1924, invitada por el gobierno mexicano, viajó por Estados Unidos y Europa.
Su obra está traducida a más de 20 idiomas.
Su amiga y compañera Emma Godoy -mencionó Martínez Plata- solía comentar que Mistral daba pláticas para maestros y alumnos en las comunidades rurales de México, además de que donaba recursos para la educación de niños pobres.
En 1925 fue nombrada representante de América Latina en el Instituto de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones en Ginebra, Suiza, y en 1928 representó a Chile y Ecuador en el Congreso de la Federación Internacional Universitaria en Madrid, España, y trabajó en el Consejo Administrativo del Instituto Cinematográfico Educativo de la Liga de las Naciones, en Roma (Italia).
El 1957, tras luchar con un cáncer de páncreas, Gabriela Mistral falleció en Nueva York; sus restos fueron trasladados a Chile, donde fue enterrada en Montegrande, provincia del Elqui.
Mistral dejó en claro que la poesía era en ella un sedimento de su infancia y solía decir que “mientras permanezca en América no hay destierro para mí”.
“Un nudo sin desatadura”, así es su poesía dijo Martínez Plata, y citó a Alfonso Reyes, quien observó: “qué latido de nuestra América no ha pasado por el corazón de Gabriela Mistral”.
En su turno, la maestra en Literatura Claudia Sterling dedicó su ponencia a la escritora estadounidense Toni Morrison, la primera mujer negra que ganó el Premio Nobel de Literatura -edición de 1993-; la Academia Sueca se lo concedió por “su arte narrativo impregnado de fuerza visionaria y transcendencia poética que ofrece una pintura viva de un aspecto esencial de la realidad estadounidense».
Expuso Sterling que la escritora siempre luchó contra la discriminación racial y los derechos de la mujer, su nombre era Chloe Ardelia Wofford, pero fue más conocida como Toni Morrison, cuya pluma puso a los estadounidenses blancos y negros frente al espejo de la verdad sobre la que se había levantado ese país: la raza, la esclavitud y la memoria.
En 1964, tras divorciarse del arquitecto jamaicano Harold Morrison, de quien tomó el apellido, comenzó a trabajar como editora en Random House y en 1969 se mudó a New York al ser promovida a la oficina central de esa importante empresa, en la cual destacó en su labor como impulsora de las propuestas literarias de escritores afroamericanos -muchas veces relegados en otras casas editoriales-, como Henri Dumas, Toni Bambara, Ángela Davis, Michelle Cliff y Gayl Jones.
Su primera novela Ojos azules (la historia de una niña negra que quiere tener los ojos azules debido a la fuerza de los estereotipos aplastantes del entorno y la exclusión de la sociedad) fue publicada en 1970; escribió en total 11 novelas, un par de libros infantiles y cuatro ensayos; su obra explora en la memoria interactiva de los esclavos norteamericanos, reflexiona sobre el poder mítico de los brujos y acerca de una constante represión de la identidad negra por parte de escritores blancos como William Faulkner, John Steinbeck y otros. También aborda el tema de la pederastia en su novela La noche de los niños, de 2015.
La narrativa de Morrison trata de asuntos relacionados con los derechos humanos, la creación literaria, el poder de los artistas, la esclavitud y el racismo, la memoria, el pasado y lo oculto, la mujer y lo femenino, la identidad, pero y sobre todo dos aspectos cruciales: la amistad y el amor; sus novelas fueron concebidas como un proyecto, no como un entretenimiento, y dan perspectiva de la situación de un colectivo que hoy día aún sufre discriminación.
Al respecto la presidenta de la ANHG, maestra Elizabeth Rembis Rubio, apuntó que son muy pocas las mujeres que han recibido el galardón, sólo 56 por más de 860 hombres, y muchas veces han tenido que compartirlo con un varón.
La disertación congregó vía Zoom a Carlos Martínez Plata, educador deportivo, escritor y poeta; Claudia Sterling, abogada con maestría en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad de Barcelona y columnista del diario digital Pulzo de Colombia; Alejandro Mejía Muñiz, encargado del Archivo de la Capilla Alfonsina, y Emma Julieta Barreiro, licenciada en Letras Inglesas y doctora en Letras por la UNAM, así como traductora independiente del inglés, francés y el alemán al español. Cada uno de ellos habló acerca de alguna de las que han sido merecedoras de tan importante galardón.
Después de Martínez Plata, quien habló de la poeta chilena Gabriela Mistral y Claudia Sterling, que se refirió a la obra de la escritora estadounidense Toni Morrison, correspondió el turno a la doctora Emma Julieta Barreiro, quien con el título “Memoria de la fuga y transformación en la poesía de Nelly Sachs”, hizo un recorrido por la vida de esta escritora alemana de origen judío, que sufrió persecución y destierro por razones de racismo.
En 1966 obtuvo el Premio Nobel de Literatura “por su destacada escritura lírica y dramática, que interpreta el destino de Israel con fuerza conmovedora”, consideró la Academia Sueca.
De Berlín hubo de trasladarse exiliada a Estocolmo, Suecia, como consecuencia de ser judía, la salida de la Alemania nazi en 1940 le fue posible gracias a los buenos oficios de la escritora sueca Selma Lagerlöf, con quien Sachs mantenía un importante vinculo epistolar y le había dedicado su primera obra, Leyendas y relatos (antología de diálogos idílicos y narraciones de gran lirismo expresionista), que había publicado en 1921 gracias al padrinazgo intelectual de Stefan Zweig, explicó la ponente.
Sachs, quien recibió educación en su domicilio debido a su estado de salud, pero que más tarde asistió a una escuela superior de niñas, fue fundamentalmente autora de poemas, y prosa, en una primera etapa de corte romántico y luego relacionados con el destino de los judíos y el genocidio nazi; también trabajó con la cábala y el espiritismo. En 1957 fue nombrada miembro de la Academia Alemana de las Letras.
La escritora alemana aprendió el sueco y poco a poco comenzó a dedicarse a la traducción de la obra de autores alemanes, a partir de 1954 inició una abundante correspondencia con el poeta rumano de origen judío y habla alemana Paul Celan, que duró hasta finales de 1969, que significó un intercambio muy rico para ambos porque sus cartas iban acompañadas en ocasiones de las primeras versiones de algunos de sus poemas.
Barreiro consideró que la obra de Sachs aborda el cambo a través de la liberación de la poesía, además de que hay en ella una visión de fuga y consternación por lo que sembró en su mente la persecución de los judíos en Alemania y su exilio en Suecia; esta voz del holocausto fue de reconciliación y se unió a la de Celan.
Por último, tomó la palabra Alejandro Mejía Muñiz quien centró su charla en la figura de Esther Duflo, Premio Nobel de Economía en 2019 “por su enfoque experimental para aliviar la pobreza global”, según argumentó la Real Academia de las Ciencias Sueca; es la segunda mujer que recibe el Nobel de Economía y la ganadora más joven de la historia.
La economista, quien fue asesora del entonces presidente de Estados Unidos Barack Obama, obtuvo el galardón junto a otros dos investigadores, su esposo, el hindú Abhijit Banerjee y el estadounidense Michael Kremer, pero ya en 2015 había conseguido el premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales por su contribución decisiva a la economía del desarrollo y al estudio de las políticas contra la pobreza.
Mejía Muñiz expuso que Duflo busca teorías de soluciones más concretas para combatir la pobreza, para lo cual impulsa la utilización de ensayos aleatorios que sirven para determinar qué modelo económico aplicar en cada caso de pobreza. La especialista pasó tiempo en el campo para realizar investigaciones sobre la pobreza.
En 2003, junto con Banerjee fundó el Poverty Action Lab, un centro de estudios global que busca asegurar que las políticas públicas creadas para combatir la pobreza se sustenten en evidencia científica, Duflo explica que a veces las soluciones más simples son las que logran hacer mayores cambios.
Para la economista y sus colaboradores la teoría no se queda en los libros, sino que está pensada para salir a la realidad y confrontarse a los desafíos del mundo que pretende transformar; si las políticas públicas de lucha contra la pobreza no logran sus objetivos, es porque parten de una comprensión inadecuada del problema.
Señaló el conferenciante que, a juicio de Duflo, los economistas recelosos están dejando en manos de los ideólogos la educación y la economía; asegura también que las mujeres están relegadas en esta disciplina y por ello se desaprovecha su incalculable potencial en las ciencias económicas.
Al cerrar la interesante disertación, la coordinadora del Centro de Estudios sobre la Mujer de la ANHG, Beatriz Saavedra Gastélum, señaló que cuando uno se adentra en la vida de estas mujeres se da cuenta de su valor frente a la adversidad.