Teléfono rojo/José Ureña
Cuando se cierran las puertas
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Precisamente en 2015, cuando dormiste para siempre Bety, se
cerraron las puertas.
Hoy, María Teresa Guevara de Willy Calvillo, hija de nuestra
hermana María Teresa Ravelo y Alfonso Guevara, ambos fallecidos,
nos lo recuerda. Y nos estruja.
Ella a su narración la llama cuando se cierra la casa de los
abuelos.
Los dejo con ella que escribe:
“Uno de los momentos más tristes de nuestras vidas llega
cuando se cierra para siempre la puerta de la casa de los abuelos, y
es que, al cerrarse esa puerta, damos por finalizados los encuentros
con todos los miembros de la familia, que en ocasiones especiales
cuando se juntan, enaltecen los apellidos, como si de una familia real
se tratase, y llevados siempre por el amor a los abuelos, cual bandera.
Cuando cerramos la casa de los abuelos, damos por terminado
las tardes de alegría con tíos, primos, nietos, sobrinos, padres,
hermanos, e incluso, novi@s pasajeros que se enamoran del ambiente
que allí se respira.
Ni siquiera hace falta salir a la calle, porque estar en la casa de
los abuelos es lo que toda la familia necesitaba para ser feliz.
Los reencuentros en navidad, regados con el olor a pintura
fresca cual incienso, los villancicos y música criolla de fondo, las
tertulias en la huerta, que cada año que llegan piensas si será la última
vez…
Cuesta aceptar que esto tenga fecha límite, que algún día todo
estará cubierto de polvo y las risas serán un recuerdo ido de tal vez
tiempos mejores.
El año pasa mientras esperas estos momentos, y sin darnos
cuenta, pasamos de ser niños abriendo regalos, a sentarnos junto a
los adultos en la misma mesa, jugando desde el postre del almuerzo,
hasta el cafecito pasado de la cena, porque cuando se está en familia,
el tiempo no pasa y ese café es sagrado. (respeto los gerundios)
Las casas de los abuelos siempre están llenas de sillas, nunca
se sabe si un primo traerá a la novia, o a un amigo o al vecino, porque
aquí todo el mundo es bienvenido.
Siempre habrá una ollita con café, o alguien dispuest@ a
hacerlo.
Saludas a la gente que pasa por la puerta, aunque sean
desconocidos, porque la gente de la calle de tus abuelos es tu gente,
es tu pueblo.
Cerrar la casa de los abuelos, es decir adiós a las canciones con
la abuela y a los consejos del abuelo, al dinero que te dan a
escondidas de tus padres como si de una ilegalidad se tratase, a llorar
de risa por cualquier tontería, o a llorar por la pena de los que se
fueron demasiado pronto.
Es despedirse de la emoción de llegar a la cocina y destapar las
ollas, y disfrutar el plato de ese día.
Así que, si algún día tienes la oportunidad de llamar a la puerta
de esa casa y que alguien te abra desde dentro, debes aprovecharla
cada vez que puedas, porque entrar ahí es imaginar ver a tus abuelos
o a tus viejos, sentados esperando para darte un beso, es sentir la
sensación más maravillosa que puedas tener en la vida.
Si resulta que ahora nos toca ser abuelos, y ya nuestros padres
no están, nunca perdamos la oportunidad de abrir las puertas a
nuestros hijos y nuestros nietos y celebrar con ellos el don de la
familia, porque solo en la familia es donde los hijos y los nietos
encontrarán el espacio oportuno para vivir el misterio del amor a los
más cercanos y a los que les rodean.
Disfruten y aprovechen la casa de los abuelos mientras puedan,
pues llegará un momento en que, en la soledad de sus paredes y
rincones si cierras los ojos y te concentras, podrás escuchar tal vez el
eco de una sonrisa o un llanto atrapado en el tiempo, y al abrirlos de
nuevo, la nostalgia te atrapará, y te preguntarás, ¿por qué se fue todo
tan deprisa?
Y será doloroso descubrir que no todo eso se fue, sólo que lo
dejamos ir”.
Bello Marité.
Seguramente Usted ha oído hablar de tres ilustres mexicanas
que destacaron en diferentes campos de la vida, y coincidieron en ser
poetisas.
Los restos de una reposan en la Rotonda de las Personas
Ilustres.
Otra recibió la Medalla Belisario Domínguez 1996.
Y la tercera fundó el Frente de Liberación Homosexual.
De ellas nos habla el reportero Jorge Herrera Valenzuela.
Siempre afable.
La guanajuatense Emma Godoy nació el 25 de marzo de 1918 y
desde joven comenzó su labor social en torno a las personas mayores.
En 1973 organizó la Asociación por la Dignificación de la Vejez,
promovió su plan a través del programa que transmitía la XEW y sus
esfuerzos se coronaron con el decreto presidencial que dio origen al
Instituto Nacional de la Senectud, el Insen que desde enero de 2002
conocemos como Inapam, Instituto Nacional de las Personas Adultas
Mayores.
En 2006 se le rindió homenaje al llevar sus restos a la Rotonda,
en el Panteón de Dolores, al Oriente de la Ciudad de México.
Poetisa, escritora y locutora esta gran mujer que vivó 71 años.
Nacida en Guadalajara, Jalisco, la profesora, poeta y política
Griselda Álvarez Ponce de León fue la primera gobernadora en la
República Mexicana, a los 66 años de edad y antes fue senadora.
Gobernó Colima, entidad donde su padre Miguel Álvarez García
en 1919, fue gobernador.
Ella cubrió el sexenio de 1979 a 1985.
Desempeñó otros cargos en la administración pública y en 1996
por su trayectoria en la literatura, en su desempeño como legisladora y
gobernante, el Senado de la República le otorgó la prese destinada a
l@s Mexican@s ilustres, la Medalla Belisario Domínguez.
Murió el 26 de marzo de 2007.
Muy joven se fue la coahuilense Nancy Cárdenas, actriz de
teatro y televisión, novelista, poeta y activista en el movimiento gay.
Se le recuerda con mucho cariño por la labor que realizó hasta
fundar el Frente de Liberación Homosexual.
En 1973 durante una entrevista televisiva con Jacobo
Zabludowski, en el Noticiero 24 Horas, salió del closet y declaró ser
lesbiana.
Luchadora sin descanso había fundado, años atrás, el
Movimiento de Liberación Gay.
Bien, pues Nancy vio la primera luz en Parras de la Fuente,
Coahuila, y falleció el 23 de marzo de 1994, a los 59 años.
[email protected]