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CIUDAD DE MÉXICO, 8 de abril de 2021.- El doctor Roberto Ovilla Martínez, jefe de hematología y trasplantes de médula ósea del hospital Ángeles Lomas, asegura que el ingeniero Francisco Aguirre Orozco —quien se halla hospitalizado desde hace 6 días—, ha recibido un tratamiento exitoso a base de inmunoglobulina intravenosa, que le ha permitido superar el grave cuadro de trombocitopenia inducida, que le provocó la aplicación de la primera dosis de la vacuna Covid-19 AstraZeneca.
De hecho, se trata del primer caso registrado a nivel continental. Este fue diagnosticado el viernes 2 de abril por Ovilla Martínez y su colega Víctor Manuel Vidal González, miembro del Corporativo Hospital Satélite de Naucalpan, donde el paciente de 94 años se recupera. Ambos realizaron el diagnóstico y establecieron el tratamiento respectivo.
El especialista, egresado de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH) e integrante del Grupo Cooperativo de Hemopatías Malignas, en entrevista exclusiva confirma que se trata de un paciente de 94 años, que al igual que muchos otros adultos mayores, fue inmunizado el pasado miércoles 31 de marzo con la primera dosis de esta vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford y la empresa farmacéutica con sede en Cambridge, Reino Unido.
Informes provenientes de Europa —donde la vacuna ha sido utilizada en forma masiva—, refieren que la AstraZeneca, en contraparte con las otras utilizadas a nivel mundial, ha producido diversos efectos secundarios, de entre ellos varios casos de trombosis atípica, que han provocado en algunos casos la muerte de los inoculados. Tan solo en el Reino Unido se han contabilizado 7 fallecidos por esta razón.
Incluso, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), consideró que existe la posibilidad de casos de trombos relacionados con la aplicación de la vacuna AstraZeneca en adultos mayores con plaquetas bajas, por la respuesta inmune que esta provoca: “una condición muy parecida a la que se presenta en pacientes tratados con heparina”.
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“Este fenómeno de reacción secundaria es ya un problema real en nuestro país y es el primer caso diagnosticado y tratado en México” —señala el especialista—, pero aquí el tema no es desalentar el programa de vacunación, sino, por el contrario, estimular la alerta de la población en general y principalmente de la comunidad médica nacional, para que sepamos reconocer el problema; para que no lo minimicemos y hagamos todo lo que esté en nuestras manos para salvar la vida de quien por desgracia resulte afectado.
Ovilla Martínez, desde el inicio de la pandemia se ha abocado al tratamiento de pacientes de Covid-19 con tratamientos antiinflamatorios novedosos.
“Tengo varias publicaciones sobre el particular y ahora nos ha tocado este caso de trombocitopenia inducida por vacuna, que considero es el primero en todo el continente americano, tomando en cuenta a Canadá, que utiliza esta vacuna, pero sin incluir a Estados Unidos, cuya población ha sido inoculada sólo con vacunas de Pfizer-BioNTech, Moderna y Johnson & Johnson, por lo que no se ha presentado un caso como el de México o los que se han registrado en territorio europeo”, explica.
—Una vez que ya se registró y documentó este primer caso en territorio nacional ¿no cree usted que se desaliente la utilización de esta vacuna, por temor a una reacción secundaria de este tipo?
—Yo no diría que se deje de vacunar con la AstraZeneca, sino lo que hay que reconocer es que estos cuadros sí pueden presentarse y sí son reales. Lo reportaron hace pocos días naciones europeas como Alemania o Dinamarca y esto ocasionó que en estos países se frenara poco más de una semana la aplicación de esta vacuna. Se suspendió precisamente porque se reconoció este fenómeno, poco frecuente, pero por el cual existen testimonios de que la vacuna induce una trombosis. Afortunadamente, desde el pasado 27 de febrero, el cuadro fue bien identificado en Europa y se le conoce médicamente como trombocitopenia inmune protrombótica inducida por vacuna, como el caso que diagnosticamos el viernes, 2 de abril.
Estar a la vanguardia de las investigaciones nos permitió rápidamente hacer el diagnóstico. Fue así como nos encontramos frente al primer caso en México. Sobre este síndrome, hasta ese momento no había reportes en México, ni en América Latina o Canadá. Analizamos todo el cuadro, idéntico a los que se han reportado y le dimos el tratamiento que consideramos más adecuado y que igualmente está recomendado por los centros más importantes de salud de varios países de Europa.
—¿Podría explicarme qué tipo de condiciones presentaba el ingeniero Francisco Aguirre Orozco luego que fue vacunado y llegó en busca de auxilio médico?
—Sí. Él fue trasladado por sus familiares, luego que empezaron a notar que él se hallaba muy somnoliento y dormitaba todo el día; perdió el apetito, situaciones que pese a sus 94 años, él no presentaba. Por lo tanto, decidieron acudir al Hospital Corporativo Satélite, donde inicialmente se le practicó una biometría, que nos mostró que sus plaquetas estaban muy bajas, hasta un nivel de 60 mil. Las plaquetas evitan el sangrado y facilitan la cicatrización y su nivel normal es de 150 mil a 400 mil por microlitro. Una biometría previa, que le habían realizado en febrero de este mismo año, había presentado un registro de 320 mil plaquetas, es decir, un nivel normal. Al día siguiente de su arribo al hospital, él registró 30 mil y posteriormente 17 mil. El domingo y el lunes los pasó con esos niveles.
Las plaquetas nos ayudan a evitar sangrados, pero en este caso particular, estaban trombosando; es decir, las miles o millones de plaquetas que tenemos, a veces llegan a formar pelotitas, trombos en los vasos sanguíneos, y esto genera el denominado cuadro trombótico.
El fin de semana, el paciente de referencia estuvo en riesgo de muerte, lo mismo por trombosis que por hemorragia. Iniciamos el tratamiento indicado —como es la aplicación de inmunoglobulina intravenosa—, y su cuerpo logró un incremento de 33 mil plaquetas y posteriormente llegó a las 44 mil. Probablemente, éstas irán en aumento. El paciente ha estado lúcido y habla y mueve todos los miembros de su cuerpo.
El deseo de comunicar lo que este caso representa, va en el sentido de crear una alerta, y repito, como se lo dije anteriormente, lo hago sin la menor intención de tratar de generar pánico colectivo o animadversión por la vacuna Covid-19 AstraZeneca.
Sin embargo, resulta paradójico el hecho de que si por más de un año te cuidaste y no te infectaste por Covid y cuando tienes oportunidad de aplicarte la vacuna, ésta te genere un efecto adverso que puede incluso matarte. Y es una lástima porque ninguno quisiera morir en ese intento.
Y precisamente en esto va la alerta: sí existe el síndrome; sí es secundario a la vacuna AstraZeneca y no debe ser fatal; lo debemos diagnosticar a tiempo, y por supuesto, se le debe tratar adecuadamente. Esos serían los puntos por los cuales yo quiero que nos mantengamos en alerta.
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Claudia, de 56 años, es la hija menor de la pareja conformada por Francisco Aguirre Orozco y Julieta Palacio Gómez, ingeniero petrolero jubilado, quien pasó gran parte de su vida como superintendente de la refinería de Minatitlán, Veracruz. Como ella, sus hermanos mayores, Francisco y Julieta, están conscientes de la frágil situación que actualmente enfrenta su padre, el primer mexicano diagnosticado con el síndrome trombocitopenia inmune protrombótica inducida por vacuna.
El próximo 4 de junio, el hombre —quien pese a su edad se muestra aún activo y se apoya en un bastón para caminar—, cumplirá 95 años. Su deseo de vacunarse en la zona de Naucalpan, donde habita, obedeció sobre todo a proteger a su familia y amigos de un posible contagio generado por él mismo.
“El miércoles 31 de marzo, entre las 10 y 11 de la mañana, acudió con mi madre a vacunarse. Lo hicieron directamente a bordo del auto. Como él iba de copiloto, lo vacunaron en el brazo derecho. Mientras mi mamá no registró ningún tipo de reacción secundaria, él se mostró muy cansado; al otro día presentó somnolencia, pérdida de apetito y un decaimiento anímico y muscular poco habitual. El viernes, su presión sanguínea mostró datos inusuales y comenzó con temblor en las manos. Por tal razón esa tarde lo trasladamos al Corporativo Hospital Satélite de Naucalpan, donde lo atendió la doctora Angelina Pérez Zea, su geriatra, quien ante su condición, ordenó una tomografía, una prueba Covid, que resultó negativa, y una biometría hemática.
“Luego de los resultados y de pruebas como el Dimero “D” —que analiza la probabilidad de formación de coágulos—, y la contabilidad de las plaquetas mediante la biometría hemática, la geriatra lo analizó con el hematólogo Víctor Manuel Vidal González, y yo convoqué a mi médico de cabecera, el hematólogo Roberto Ovilla, quien me atiende desde hace 20 años, por un padecimiento autoinmune, similar al lupus.
“Ambos especialistas realizaron el diagnóstico y establecieron el tratamiento respectivo. Nos propusieron cortisona o inmunoglobulina. El segundo recurso era extremadamente oneroso, pero la familia decidió solventar los gastos, pues estaba en juego la vida de mi padre. Eso lo salvó, además del hecho que lo pudimos canalizar oportunamente, porque un día más sin atención médica, le hubiese provocado una trombosis, que a su edad era un riesgo altísimo de fallecimiento.
“A mi padre le proporcionaron 2 dosis de inmunoglobulina. La primera, diluida, en un proceso de 10 horas y la segunda, de manera directa, en un período más corto. Afortunadamente, gracias a Dios, ya no hubo necesidad de una tercera. Hoy mi padre está en proceso de recuperación y ocasionalmente se le proporciona oxígeno y algunas nebulizaciones para normalizar su proceso respiratorio” explica.
—Ustedes esperan que su padre se recupere, regrese a casa y realice sus actividades normales. ¿No desconfían de que su inmunización ante el Covid-19 quede trunca si no decide que le inyecten la segunda dosis pendiente?
—No. Nosotros, incluso mi padre, estamos a favor de que la gente se vacune y complete el proceso. De antemano, habíamos leído sobre el riesgo de la AstraZeneca. Sin embargo, en su caso particular, la segunda dosis procuraremos que la que se le aplique sea la Pfizer-BioNTech, como lo recomienda el doctor Vidal.
“Quiero pensar que el gobierno, cuando aceptó este lote, tenía la certitud que cumplía todas las medidas de seguridad. Sabemos que ese porcentaje de reacción secundaria severa existía y que en nuestro caso, le tocó a mi padre. Pero me gustaría saber cómo va a atenderse el resto de la población, en caso que se presente un evento similar al de mi padre.
“Yo creo que así como me decía el doctor Roberto Ovilla: yo tengo la obligación de documentarlo científicamente, y tanto el hospital, como el doctor Víctor Manuel Vidal, como médico tratante, de reportarlo a la Secretaría de Salud. Nosotros, como ciudadanos y familiares, no nos podemos callar, porque existe este caso, ya documentado, y no nos gustaría que las siguientes personas que pudieran ser afectadas, no puedan tener los recursos para poder salir adelante y se encuentren desprotegidas ante esta posibilidad real.
“Yo diría: ojalá el gobierno empiece a tener conciencia y que si se llega a presentar otro caso, diga, sí vamos a ayudarlos de esta manera y poder sacar adelante a la gente, porque esa persona, en otro escenario, pudo haber sido mi padre. Gracias a Dios, nosotros disponemos de un poco de recursos para poderlo atender, pero no sabemos qué pudiese pasar con las otras personas, los otros mexicanos, que desafortunadamente no los tengan”.
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—Doctor Ovilla ¿Cómo poder diagnosticar este síndrome una vez en casa, luego de haberse vacunado?
—Uno de los síntomas más comunes, pero quizá el más importante, es la cefalea intensa; un dolor de cabeza que describen no se disminuye con nada. Hay cansancio, adormecimiento; algunos llegan a presentar alteraciones en el habla, y pueden incluso presentarse convulsiones.
Lo importante aquí es que las personas —ya sea el vacunado o sus familiares—, ante esta sintomatología busquen auxilio médico inmediato, y también es fundamental que a donde acudamos, estén enterados de la terapia para revertir este problema y se cuente con los elementos y medicamentos necesarios para tratar al paciente afectado por este síndrome.
La inmunoglobulina intravenosa que se le proporcionó a este paciente, es altamente eficaz; en Europa es lo más recomendado, pero es muy cara. Para dar una idea: se calcula la dosis de un gramo por cada kilo corporal y cada gramo de inmunoglobulina cuesta aproximadamente 2 mil pesos. Así que si un paciente pesa 70 kilos, ya son 140 mil pesos diarios y el medicamento debe aplicarse durante dos o tres días, que son más de 280 mil pesos. Es un costo muy alto, económicamente hablando, pero que finalmente te salvará la vida.
El problema en sí es que, de ocurrir más casos como éste, pocos mexicanos tendrían oportunidad de disponer de esa suma, y si llegan a un hospital, puede resultar que éste no disponga de la inmunoglobulina, precisamente por su alto costo. Entonces seguramente el paciente podría morir.
Existen reportes que señalan que un caso de este tipo puede presentarse en una de cada 125 mil personas vacunadas, y hay otros que dicen que es una por cada millón. Supongamos que se base la estadística en cada millón de personas vacunadas. Una persona que se muera —dirían algunos—, prácticamente no contaría en la estadística, pero yo digo que sí cuenta, porque esa persona podría ser uno mismo o un familiar nuestro.
El gobierno mexicano ha recibido aproximadamente unas 3 millones de dosis de vacunas de AstraZeneca procedentes de Estados Unidos, India y Europa. Si fuese 3 o cuatro pacientes los que se murieran, a lo mejor dicen “no cuenta”, pero como médico o familiar, siempre harías tu mejor esfuerzo por salvarlos. Y quiero que los centros de salud o los hospitales públicos o privados estén preparados para hacerle frente a esta emergencia. Ese es el meollo del asunto.
Yo creo que aquí hay que tomar en consideración que debemos informarle a la población que si se vacunó con la AstraZeneca y en los días siguientes presenta éstos síntomas, debe reportarse de inmediato. No quiere decir que si ya pasó una semana y no tuvo nada, ya todo está resuelto. Si presenta éstos síntomas incluso días después, es mejor que acudan al médico inmediatamente.
En el caso del paciente que atendemos; él presentó la reacción muy rápido y afortunadamente pudimos diagnosticarlo casi de inmediato. Claro, se trata de un hombre de 94 años y quizá su edad aceleró más el problema, pero aunque hubiese sido un hombre de cien años, tampoco merecería morirse por el simple hecho de haberse vacunado. Ese es el tema.
Hay que ponerlo en el contexto de que el riesgo post vacuna sí existe. Imagínate que hasta hoy todavía hay gente que se atreve a decir que el Covid es un invento, y considero que por igual debe haber gente que no crea que se pueda producir una trombosis secundaria luego de la aplicación de la vacuna. O por el contrario, que la sola posibilidad de vacunarse provoque terror entre la población por el riesgo a sufrir una trombosis.
Lo sensato es dar fe de estos hechos y sus riesgos; dar a conocer el problema, pero dimensionando sus probabilidades; atender el problema y prevenirlo. No se trata de provocar pánico o frenar la vacunación por las reacciones adversas de la AstraZeneca. Por el contrario, hay que promover la vacunación, pero siempre hay que tener en mente este tema.
—Como científico, me imagino que el haber diagnosticado este caso y acertado en la terapia, le deja una lección importante.
—Sin duda. Hasta este momento no se conocía un solo caso en todo el continente americano, como el que se nos acaba de presentar en México. Afortunadamente lo diagnosticamos y lo estamos tratando. Personalmente me siento muy satisfecho por todo ello y haber podido hacer todo lo que está a nuestro alcance por ayudar a que el paciente se restablezca.
Y más allá de mi función como médico, considero que este caso conlleva una altísima responsabilidad moral y ética. Incluso, estoy ya preparando mi reporte que será publicado en algunas revistas científicas.
Y no olvide que el vacunarse o no, es una decisión personal, pero se asume la vacunación en aras de salvar la vida, no en irla a perder. Las otras vacunas que han llegado a México no presentan este riesgo.
Y que quede claro: Yo no digo que vetemos la vacuna AstraZeneca, sino sencillamente los conmino a que estemos alertas y que si por desgracia llega a ocurrir un evento similar, lo podamos tratar exitosamente. Mi llamado a la población en general es un alerta en el sentido de que este problema ya existe en nuestro país y no es una probabilidad o un hecho exclusivo de Europa.
Y también que si el gobierno está proporcionando esta vacuna, en aras de proteger a su población, les dé seguimiento a los vacunados, para saber cómo han evolucionado o indicarles cuáles son los centros a los que pueden acudir en caso de una emergencia como esta. Sobre todo, hospitales que cuenten con capacidad e infraestructura y los medicamentos para atender estos casos.
No podemos permanecer indolentes ante la gente que muere todos los días por Covid-19 y ahora que también lo haga por las reacciones de esta vacuna; no podemos ponernos a contar sólo muertos. Una persona que fallezca por esta causa o bien sean 50, siempre serán seres humanos, cuya muerte nos debe pesar.