Declaraciones de México y Oaxaca/David Colmenares Páramo
Ser crítico con la verdad
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Tiene toda la razón el historiador Lorenzo Meyer cuando advierte
que hasta antes del primero de diciembre de 2018 México vivía en un
ambiente de censura.
Pero que hoy la libertad de expresión está garantizada.
No obstante, critica que en los medios de comunicación hay una
pluralidad sesgada que se enfoca en los tropiezos del gobierno del
presidente Andrés Manuel López Obrador y no en los avances.
Hay que tener una prensa plural. La prensa tiene que ser libre.
Sin libertad de prensa no hay democracia. Pero este medio de
pluralismo es bastante ambiguo.
Puede haber uno por aquí y uno por acá, la pluralidad puede
estar sesgada.
Rechaza el también profesor del Colegio de México que el
Mandatario haya puesto en riesgo la libertad de expresión a través de
sus señalamientos contra la prensa y personas que lo critican.
De hecho, asegura don Lorenzo Meyer que la libertad de
expresión es un pilar de la Cuarta Transformación, y si en algún
momento el presidente limita ese derecho y hubiera censura, “tocaría
de muerte” a su proyecto político”.
Nosotros, que coincidimos con el filósofo Meyer, ofrecemos una
humilde opinión.
Criticar de ninguna manera puede ser acusar, calumniar, hacer
malos a todos. Es decir, destruir.
Un buen examinador, en cambio, es aquel que juzga, porque
quiere ayudar a mejorar. Critica para empujar hacia arriba. Y comparte
resultados.
El prevaricador es todo lo contrario. Goza al subrayar los
aspectos negativos. Le disgusta el mundo que lo rodea y que tiene,
por desgracia adentro.
Nos atreveríamos a calificar así a quienes abren la mano para no
decir. O para mal calificar.
Hay muchos. Los leemos, desgraciadamente todos los días.
No se debe difundir lo que no se ha comprobado. Rumores.
Sospechas. O nos lo dijeron fuentes creíbles, como sucede con
frecuencia.
No dejemos de decir la verdad. Así de simple.
Y a propósito, algo sobre el mal y el bien que nos platica la
doctora Rosa Chávez Cárdenas con su habitual ingenio.
Es un monólogo del Mal. De Augusto Monterroso, autor guatemalteco.
Un día el Mal se encontró frente a frente con el Bien y estuvo a punto
de tragárselo para acabar de una buena vez con aquella disputa
ridícula; pero al verlo tan chico el Mal pensó:
«Esto no puede ser más que una emboscada. Si yo ahora me
trago al Bien, que se ve tan débil, la gente va a pensar que hice mal, y
yo me encogeré tanto de vergüenza que el Bien no desperdiciará la
oportunidad y me tragará a mí.
Con la diferencia de que entonces la gente pensará que él sí
hizo bien, pues es difícil sacarla de sus moldes mentales consistentes
en que lo que hace el Mal está mal y lo que hace el Bien está bien.»
Así el Bien se salvó una vez más.
Y una extra de la escritora:
A mí me llama la atención que siempre se habla, y con razón, de
libertad de expresión.
Es obvio que hay que tener eso, pero lo que hay que tener,
principal y primariamente es libertad de pensamiento.
Qué me importa a mí la libertad de expresión si no digo más que
imbecilidades.
Para qué sirve, si no sabes pensar, si no tienes sentido crítico, si
no sabes ser libre intelectualmente, diría Emilio Lledó filósofo español
Y es cierto querida Lechucita.
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