Visión Financiera
Strindberg. Niños, ¿Qué pasará con ellos al final del túnel?
La pandemia ha unificado a todos los niños, en el encierro, en los problemas comunes y a veces en la orfandad
¿Serán estos días dedicados a la infancia un reflejo de lo que aqueja al mundo o se abrirá una fase de esperanza? Por las noticias mundiales y algunas surgidas en el país, el ataque pandémico seguirá, mientras a pasos agigantados se aplican vacunas y se redoblan medidas. La referencia a la niñez en estas fechas de abril se hace viral, con sus problemas y propuestas para resolverlos. La tercera parte de la población en México (de 126 millones 014 024 la total), son niños y adolescentes de cero años a 14. La cifra rebasa el porcentaje mundial que representa el 25.6, un poco más de la cuarta parte con 1983 millones. La pandemia, sin embargo, los ha unificado a todos, en el encierro, en la dependencia digital y a veces en la terrible orfandad cuando sus padres han muerto. Las estadísticas daban hace un año más de 170 millones de huérfanos en el mundo 9 millones de los cuales estaban en América Latina. Las cifras que se darán en estos días deben rebasar cualquier cálculo con más de dos millones de muertos por Covid-19. En India se contaban 31 millones de huérfanos antes de la pandemia, pero con los últimos resultados la cifra ya debe haber sido superada en mucho, con los miles de muertos que se cuentan a diario.
Ante comportamientos diferentes, hay que estimular la creatividad
Desde que la pandemia se instaló con una fecha incierta, los efectos ante la reacción de los niños, psicólogos sobre todo, alertaron sobre los problemas inmediatos que podían ocurrir, el encierro como una diversidad en su forma de vida, la percepción del peligro que les llega a través de sus familiares y medios, el duelo que tuvieron que asumir ante la pérdida de un familiar, problemas de rebeldía, maltrato y otros. Se advirtió sobre el agravamiento de ciertos síntomas para acudir a expertos. Y se hizo notar que ante la emergencia y dado que lo fundamental está en proteger la vida, habría que usar técnicas reparadoras, descansos, estímulos, juegos, charlas con ellos, creatividad en muchos sentidos. La evaluación que se estará haciendo o se hará al final del túnel, dirá cual será el efecto determinante en esta niñez, atrapada en un evento en el que no tuvieron la culpa.
Strindberg y la infancia que determina una vida
Lo que más preocupa en esta etapa del virus, es la reacción futura de los niños. Si esa frase manida de que infancia es destino se aplica en su totalidad, este período será determinante para la humanidad, cuando su futuro inmediato está signado por cuarta parte de la población. Muchos libros se han escrito sobre esa influencia. El gran escritor sueco August Strindberg refleja la forma como esa infancia determinó su existencia en su obra El hijo de la sirvienta (Reino imaginación, Ediciones Coyoacán 1998). La vida de un gran talento fue determinada por lo que vivió en el comportamiento de una familia de clase elevada en medio del bullicio monárquico de esa etapa en Suecia y el conocimiento de que había sido criado por una sirvienta, una nodriza morena, a la que califica de esclava, mujer que donaba su sangre a través de la crianza porque era lo único que tenía. La convulsión en él es terrible, pero también el comportamiento de su padre imbuido de una moral feudal del honor a toda costa, cuando le exige reconocer una culpabilidad en algo que no había hecho, con golpes terribles y acusaciones. También se explaya en un magisterio que, muy similar al que actuaba en México recientemente –previsto en las leyes incluso–, podía golpear a sus alumnos. La letra con sangre entra. Y la vida del gran escritor, autor de obras como La sala Roja, el maestro Olof, la mujer del caballero Bengi, La señorita Julia, entre otras, gira en torno, en buena parte, de aquellos recuerdos que determinaron su actitud futura y exhiben los conflictos que tuvo. Strindberg murió en 1912, pero muchas de sus obras, sobre todo La señorita Julia han ido representados miles de veces.