Juego de ojos
El contrastante comportamiento de homicidios dolosos
@guerrerochipres
El comportamiento delictivo en el país cada vez tiene mayores contrastes, por región o entidad. En algunos casos, como la Ciudad de México, muestra tendencia sostenida a la baja y, en otros, cifras constantes o alzas que son tema pendiente en la pacificación.
Seis entidades concentran el 50.3% de los homicidios dolosos en México: Guanajuato, Baja California, Jalisco, Estado de México, Michoacán y Sonora. La mayor violencia identificada por el gobierno federal en 50 municipios tiene a 29 de ellos en esos estados, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
En los primeros sitios están Tijuana, Ciudad Juárez, León, Cajeme, Acapulco, Fresnillo y Guadalajara.
Jalisco —entidad gobernada por Enrique Alfaro, quien en el último mes se ha reunido ya tres veces en Palacio Nacional con el presidente Andrés Manuel López Obrador— tiene seis de los 29 municipios más violentos, entre ellos Guadalajara, Tlaquepaque y Zapopan.
El Estado de México por ejemplo cuenta con cinco alcaldías entre las más violentas, todas alrededor de la CDMX: Ecatepec, Naucalpan, Tlalnepantla, Nezahualcóyotl y Cuautitlán Izcalli.
Las fronteras entre territorios en muchos casos son inexistentes, como ocurre en el Valle de México. Sin embargo, el indicador de crímenes es diferente. En la capital de la nación, de acuerdo con datos presentados por la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, el homicidio doloso registra una tendencia sostenida a la baja, producto de acciones coordinadas entre la Secretaría de Seguridad Ciudadana y la Fiscalía de Justicia, a cargo de Omar García Harfuch y Ernestina Godoy.
El número de asesinatos está vinculado, en muchos de los casos, con la violencia ejercida por grupos delictivos que pelean territorios y significan un riesgo latente para los ciudadanos.
Los cuerpos de seguridad del gobierno federal aplican una estrategia específica, y en mayo tenía como resultado una disminución de 6.1% en los 15 municipios de la lista de los más violentos.
El tema no está centrado en números y menos cuando se habla de decesos, pero es necesario mirar el contexto, pues el delito tuvo un ascenso considerable desde 2015 y llegó al máximo en julio de 2018.
El indicador se ha convertido en una línea recta, que hasta mayo tenía una reducción de 3% en los primeros cinco meses de este año en comparación con 2020.
Los crímenes no van en ascenso, se mantienen en una exigua estabilidad, que aún significa miles de víctimas, en entidades y municipios focalizados e identificados que requieren de una estrategia integral para su combate.