Juego de ojos
Podemos serlo
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
A un eminente arquitecto y a su conciencia de siempre y óptima
pintora acuarelista agradecemos, con sincera humildad, los adjetivos
inmerecidos.
Ellos, don Enrique Alanís Camino y doña Lourdes, su bella
esposa, nos premian:
“Querido don Carlos el día de hoy nuevamente me subí a la nube
en la cual, y de la cual he aprendido historia, filosofía, humorismo y
reconocer la autenticidad de una persona como tú, dándonos un
ejemplo de amistad, de cultura y de cariño.
Te acompañamos Lourdes y yo en este 3 de agosto y
seguiremos volando aprendiendo y queriéndote mucho.
Tus amigos de siempre Lourdes y Enrique”.
Y de Rusia MacGregor, que fuera nuestra delegada de prensa
del Imss, en Colima, que nos dice:
“Carlos de mi vida y de mi corazón, estoy contigo y con Bety hoy
y siempre. Imposible olvidarla: su sonrisa, su voz, su prestancia.
Nunca olvidaré esos momentos del viaje a Colima.
Su compañía fue un milagro de Dios y ella me dio mucha paz y
confianza para poder enfrentar todo lo que vino después.
Reciban ambos todo mi amor y agradecimiento. Están siempre
en mi corazón y en mis oraciones. Los amo. R”.
No olvidamos ser felices. Y menos con personas, muy
importantes, como ustedes, reconocidos en sus profesiones.
La felicidad no es algo que se enseñe, se descubra, se consiga o
se pierda. Es algo que existe dentro de cada quien, que se reconoce y
con lo que reconectamos.
Somos responsables de recordar el vínculo con ella y de recrear
los momentos en que se manifiesta.
Ser feliz es un viaje, sin duda, un viaje sin distancia.
Ser felices es nuestro regalo al mundo.
La opción de serlo está presente a cada instante.
Como decía mi padre: “Los momentos felices hay que buscarlos,
los malos llegan solos”.
Dejemos mejor a doña Gaby Vargas que tiene la mejor
respuesta a la pregunta que enarbola:
¿Haces de ser feliz una intención en tu día o consideras que es
parte del propósito en la vida?
¿Olvidamos ser felices?
Tu vida ¿cómo la ves?
Ciclos, pausas y renacer
Como en la historia, en este mundo hay dos tipos de personas:
las que buscan la felicidad y las que eligen ser felices.
Esto, que puede parecer simple, produce el mayor contraste en
la existencia. Si bien no es lo mismo no sufrir que ser felices, la
cuestión más importante que considerar e “¿Qué es ser feliz?”. La
respuesta influye en todas las decisiones de la vida.
¿Cómo defines la felicidad, querido lector, la vives? A esta
pregunta vital le dedicamos menos tiempo que a contestar un chat.
¿Se la has hecho a tu pareja, a tus hijos y amigos? ¿Haces de ser feliz
una intención en tu día o consideras que es parte del propósito en la
vida?
Claro que todos deseamos, en menor o mayor grado, ser felices.
El hecho es que quizás “esperamos” que la felicidad llegue a nuestra
puerta o la buscamos en el lugar equivocado. ¿Será que le tememos y
renunciamos a ella por anticipado?
La vida nos devuelve lo que corresponde con nuestro estado
interno. Una persona feliz puede ser más auténtica, mejor compañera
de vida y más productiva que una enojada y resentida. Pero olvidamos
que ese estado de gracia, además de producir placer, es terapéutico y
nos sana y es también un camino espiritual.
Rumiar la pregunta “¿qué es ser feliz?” conduce a la reflexión
sobre la vida; ¿se requiere honestidad y valor para responderla? Sí,
cualidades que en ocasiones es difícil desarrollar y mantener, más los
beneficios son enormes.
Pensemos en el pasado y honremos los momentos de eternidad
en los que nos hemos sentimos felices. ¿Qué nos dejaron, qué nos
pide la vida asimilar de ellos? Ahora pensemos en el presente, ¿qué
desea la existencia que aprendamos y aprovechemos de ellos para las
relaciones, el trabajo y nuestro entorno? Por último, imaginemos
nuestro futuro, ¿hay alguna lección de la felicidad que todavía
debamos comprender?
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