Teléfono rojo/José Ureña
Por Bryan LeBarón
El día que escuchemos de un secuestro y todo México decida manifestarse, que seamos millones presionando a las autoridades, ese día, lo van a resolver en tiempo récord.
El día que un niño denuncie que no tiene quimioterapia, y cientos de miles rodeen un hospital exigiendo el tratamiento, ese día, se terminarán las deficiencias en el sistema de salud.
El día que millones de mexicanos, nos ausentemos de las urnas para una falsa consulta, ese día, López Obrador dejará de vender espejismos y nos ahorraremos debates mentirosos.
Todo este contexto lo digo porque hoy existe una situación muy preocupante, Azucena Uresti, reconocida y toda una profesional del periodismo, ha sido amenazada por un grupo criminal; al igual que ella, periodistas de muchos medios han sido amenazados, y no sólo ahora, sino se trata de una persecución sistemática, preocupante.
Hoy esperamos que la situación sea diferente, y por lo que representan estos profesionales, se defenderá la vida de estos cronistas del México violento, porque no es posible que el estado de derecho esté a merced de la voluntad de grupos criminales con intereses oscuros, y con poca dignidad.
En la administración de López Obrador han sido asesinados 68 defensores y 43 periodistas, muchos ya habían denunciado estar bajo amenaza, y murieron bajo la incapacidad del gobierno. Esta vez deberá ser diferente, porque espero hayamos entendido los mexicanos que para defendernos solamente nos tenemos a nosotros mismos.
Vivimos una realidad que nos deja fríos, y con pocas esperanzas si dejamos al gobierno nuestra suerte, pero cuando nos damos cuenta que la solidaridad entre mexicanos es mucho mayor, podemos dar por hecho que tenemos un futuro como país.
Pero ¿por qué los criminales pueden amenazar sin tener repercusiones?
Porque existe una incapacidad bien marcada, visible y maltrecha.
Porque tienen un ejército de personas a las que les han arrebatado toda moral, y porque usan el anonimato para lanzar sus amenazas; porque tienen intereses económico y armas para imponer su ley del miedo.
Aquí es donde entra la responsabilidad del gobierno, y no hablamos de demandar a las fabricas de armamento, porque esa estrategia, saben que está condenada al fracaso, pero siempre es bueno tener una cortina de humo, para justificar su inoperatividad.
Así que, aunque nos pongan como ejemplo, nosotros hemos dejado de ser víctimas.
Hoy decidimos estar del lado bueno de la historia, y apoyar a Azucena Uresti, así como a los demás periodistas, porque el día que todo México se indigne, y manifieste su enojo, ese día, no habrá poder criminal que amenace, a pesar de las carencias de un gobierno permisivo, y creador de cuentos.