Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Rosario Robles ha desistido.
Ella tendrá sus razones, pero no será traidora ni aportará elementos para perseguir al ex presidente Enrique Peña.
Tampoco, por nada del mundo, señalaría al hidalguense Miguel Angel Osorio Chong, secretario de Gobernación en el sexenio anterior.
La lógica y los datos esbozados a sus confidentes les desvelan una posible verdad: ninguno de ellos estuvo enterado de desvíos.
¿Y por qué?
Simple: porque quien manejaba las finanzas y tomaba las decisiones políticas fundamentales era el mexiquense Luis Videgaray Caso.
Un omnipotente en toda posición, fuera la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), la asesoría en su fugaz receso y la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
El sabe cuánto y cómo se recibieron recursos para la triunfante campaña del candidato presidencial priísta en 2012 y operaciones posteriores.
Digamos de las últimas, la llamada estafa maestra con sus cinco mil millones de pesos y campañas electorales como la del zacatecano Alejandro Tello con dos mil millones.
Dinero salido pero no manejado por las secretarías de Rosario Robles, la de Desarrollo Social (Sedeso) y de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu).
Puedo derrotar a Claudia
La ex jefa de Gobierno la pasa muy mal.
Ha cambiado varias veces de abogados y la última es el retiro del penalista Sergio Ramírez, aunque conserva a Epigmenio Mendieta.
Alejamiento en el peor momento porque la Fiscalía General de la República (FGR) ya tiene lista la consignación de la denuncia por delincuencia organizada.
La defensa había urdido una figura híbrida con la cual, durante la primera audiencia, el Ministerio Público Federal (MPF) se desistiría y ella pasaría a ser testigo protegido.
De haberse llegado a ese acuerdo, Rosario Robles saldría de la cárcel, aportaría la información prometida, entregaría las pruebas y seguiría su proceso en libertad.
Pero las negociaciones están rotas, ella se encuentra en una incertidumbre y su estado de ánimo puede ilustrarse con expresiones a sus escasos visitantes:
-Soy una presa política… Estoy aquí injustamente y el presidente no me excarcela porque sabe que soy la única que puede derrotar a Claudia (Sheinbaum) en 2024.
Un huracán llamado Trife
Falta mucho al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJ) para alcanzar la paz.
No la tuvo en el pasado porque las aves de las tempestades políticas se han asomado siempre a sus ventanales.
Recordemos 2000:
El Tribunal no aprobó la imagen de Vicente Fox en las boletas y éste llamó marranos a los magistrados:
-¡Son marranadas!
Ese año, en diciembre, las hordas perredistas asaltaron en Villahermosa una imprenta porque alguien lo declaró como centro de operaciones de Roberto Madrazo para hacer ganar a Manuel Andrade.
Las investigaciones no llevaron a nada y el entonces presidente del Tribunal, José Fernando Ojesto Martínez, desestimo la denuncia amarilla.
Le pidieron desistirse de votar, él se excusó y aun así se anuló la elección de Tabasco.
Después ha habido muchos golpes internos, como el de enero de 2019 para destituir a la presidenta Janine Otálora.
Denunció presiones al dimitir:
“La reciente crisis en la que se ha visto inmersa la Sala Superior del Tribunal se inscribe en la tensión a la que este órgano se ve sometido al resolver conflictos entre los diversos actores…” (24-Horas).
A esta crisis siguió ésta mientras Presidencia acecha.