Escenario político
Ricardo Anaya, redefinirse como víctima
Salvador Guerrero Chiprés
@guerrerochipres
En el terreno político dos máximas son materia para permanecer en el imaginario colectivo: no importan que hablen mal de ti mientras hablen, y asumir el papel de víctima.
La segunda, para algunos en los últimos días, parecer ser redituable, y de acuerdo al nivel del oponente es el tamaño con el que buscan significarse.
Este es el escenario en el que ahora busca moverse Ricardo Anaya, luego de que se hiciera público, por él mismo, el citatorio que un juez federal le giró para imputarle acusaciones por presuntamente recibir sobornos del ex director de Pemex, Emilio Lozoya, para aprobar la Reforma Energética cuando fue diputado.
La cita está fijada para este jueves en un juzgado del Reclusorio Norte, pero el panista ya adelantó, en un video, que no acudirá y aprovechó para redefinirse, ahora, como perseguido político y víctima de una venganza presidencial.
Al asumir este papel, el político de 42 años de edad apunta a reducir la brecha de legitimidad que ya lo separa del que considera su principal adversario, el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Vestir el traje de víctima y pregonar un autoexilio es un camino más sencillo de recorrer como defensa mediática ante señalamientos del orden penal.
Santiago Nieto, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, ha resumido las acusaciones, contra al menos 70 personas —entre ellas Anaya— en la triangulación de millones de pesos entre Pemex y Odebrech en una trama semejante a la de la Estafa Maestra empleada en Sedesol.
El aspirante presidencial panista habría sido mencionado directamente por Lozoya como uno de los supuestos beneficiarios de los sobornos.
Antes que enfrentar una defensa legal, Anaya optó por una estrategia de propaganda política. Primero, redefinirse como víctima y después minimizar las acusaciones con adjetivos descalificativos: “AMLO me quiere meter a la cárcel, con dos testigos balines”.
En su narrativa tradicional, el panista se ha representado como el opositor por naturaleza al presidente, a la vez que comenzó una campaña anticipada hacia el 2024 con la promesa de recorrer mil municipios del país. Estrategia que le valió convertirse en meme y estar presente en la conversación política, sin importar la forma ni el fondo.
Del mismo modo, el citatorio judicial representó la posibilidad de una fuga que lo redefine como “perseguido” político y le signifique una estrategia ante la imposibilidad de representar una figura de contrapeso.
Esta misma estrategia es la que ha empleado el diputado federal, ya sin fuero, Mauricio Toledo, quien se encuentra en Chile, pero es requerido en México por enriquecimiento ilícito cuando fue delegado del PRD en Coyoacán.
Asumir el papel de víctima parece ser ahora una forma de enfrentar acusaciones, antes de llegar a los tribunales con una defensa basada en la legalidad.