Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
En estos días dieron inicio los trabajos de muchos congresos en el país, incluyendo el federal.
Es un asunto que debería ser de toda importancia para la gente; es más, debería representar una oportunidad para que se abrieran las puertas de los congresos, que todos tuvieran voz, que se pusieran en el eje de la toma de decisiones, todas sus exigencias, pero hoy esto es una fantasía.
Realmente los diputados están discutiendo sobre quienes dirigirán los congresos, sobre quienes tendrán puestos directivos, sobre ponerse de acuerdo para pasar las reformas del presidente, a quien lo que le importa es que las próximas elecciones se basen en su permanencia en el poder, o sea quiere estar en las boletas.
Todo lo bueno que podría tener el Congreso se congela por las verdaderas motivaciones de los líderes. Las discusiones políticas son lo central del día, y las reformas importantes, si no están avaladas por los partidos o tienen el visto bueno del Presidente López Obrador, no tendrán cabida.
Por eso quisiera hacer un llamado a cada legislador para que realmente se vuelvan un representante de la gente; que ponga primero la opinión de las personas en las calles y después a sus líderes políticos, porque realmente su naturaleza, es ser la voz del pueblo.
No es secreto que sus líderes los ven como un voto, como una mano alzada, como una negociación para quedar bien con sus jefes políticos, y es donde pregunto ¿Realmente quieren pasar así en la historia?
Es tiempo que rompan con la inercia, y conozcan, se empapen y defiendan la agenda de la gente.
Qué tal si en vez de pensar en consultas populares, echan mano de toda su capacidad para ajustar el sistema de justicia y reparar cada uno de los huecos legales que nos hacen un país peligroso para vivir.
Reformen para castigar severamente a todo juez que haya dejado libre a un criminal; donde sean sancionados cualquier autoridad que fabrique delitos, que invente pruebas, que siembre material ilegal en cateos, como lo hemos visto recientemente.
Esos legisladores deberían quitar los obstáculos que dicen que una familia que pasó por una masacre, como nos ocurrió, no es víctima, por meros juegos legales.
Hagan lo necesario para que de una vez por todas, cada niño tenga asegurada su quimioterapia; o que cada buscadora de desaparecidos en el país, tenga garantía de su vida.
Los temas son miles, cientos de miles, basta con que salgan a escuchar a las calles.
La agenda que van a ir a defender, es política y se las dictan desde un escritorio en Palacio Nacional; la que deberían defender, está en las calles, en las comunidades, en cada víctima y familia rota por la violencia de este país.