Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
La aviación mexicana se mueve en distintas direcciones.
La primera:
A casi cinco meses de haber sido rebajada por la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés), México no ha dado los pasos necesarios para superar la falta de seguridad.
Eso sucedió el martes 25 de mayo pasado y a estas alturas no hay mayores avances de las dependencias involucradas para formar inspectores y subsanar un problema de imagen y garantía.
La lógica ubicaría a la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) de Carlos Antonio Rodríguez Munguía como primer interesado y a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes como cabeza de sector.
Y dentro de ésta, el subsecretario de Transportes Carlos Morán Moguel y el titular Jorge Arganis Díaz-León.
Apenas organizan exámenes en busca de interesados para incorporarse como inspectores de vuelos y líneas aéreas a repartir en todo el país.
Ahora, según sus datos, solamente tienen 39 de ellos y se requieren por lo menos 160 para cubrir todos los aeropuertos, en especial los considerados internacionales.
Su tarea no es despreciable: con la cuarta parte del personal necesario –esto se supone– supervisaron más de 221 mil vuelos en 2020, un año de depresión económica y turística.
Con un problema de ingreso difícil de superar: en condiciones normales tienen sueldos inferiores a los sobrecargos, una media de 16 mil a 18 mil pesos mensuales.
En manos estadounidenses
Al problema señalado se agrega otro:
Las aerolíneas extranjeras se quejan porque no encuentran en Carlos Alfonso Morán Moguel un aliado para superar las deficiencias en territorio mexicano.
Pese a todo, él y el piloto Carlos Antonio Ramírez Murguía (AFAC) parecen confiados en la asesoría ofrecida por la estadunidense FAA, aunque aquí hay expertos reconocidos internacionalmente.
Con otra proyección cuestionable: las prisas por regresar de categoría 2 a 1 ante la Administración Federal de Administración de Estados Unidos los cursos serán de sólo seis meses en lugar del año requerido como mínimo.
Otra presión la ejerce Aeroméxico.
Aunque pierde mercado e influencia ante sus aliados y competidores del exterior, intenta influir en políticas de las autoridades de Transportes más allá de sus acciones comerciales.
Otra previsión, hasta ahora, es iniciar el aeropuerto civil de Santa Lucía con una empresa casi exclusiva: la Aerolínea del Bienestar, conformada con personal y residuos de la desaparecida Mexicana de Aviación.
Rosario y la nueva orden
¡Pobre Rosario Robles!
Todavía no iniciaba la audiencia del miércoles para ver si la dejaban salir a la luz cuando ya había un grupo de ministeriales afuera del Reclusorio Sur.
Llegaron a las 16:15 horas y al frente iba un comandante de apellido Téllez con el objetivo de cumplimentar una orden de aprehensión por delincuencia organizada.
Es decir, si le daban libertad condicional sería detenida con el riesgo, como dijimos ayer, de ser enviada a un penal de alta seguridad, presumiblemente en Almoloya.
Entrevistado ayer, el abogado Epigmenio Mendieta me dijo que ellos tienen información de esa orden de aprehensión, pero no le ha sido mostrada a su cuerpo de defensores.
En espera de ver qué más hace la Fiscalía General de la República (FGR), Mendieta estudia cuál será el medio de impugnación para insistir en la libertad de Rosario Robles.