Descomplicado
Gorostiza ¿Muerte sin fin?, entre la esperanza y la duda
Las advertencias de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) sobre la cuarta ola del coronavirus que ya tiene presa a otros confines como la Unión Europea, coloca en la vacuna la única esperanza. El avance que se ha dado en México con ese antídoto, que permite a 29 estados permanecer en semáforo verde, entre ellos la capital del país, confirma esa postura. Llama la atención sin embargo, la información oscura que da la OCDE como si México fuera el país más atrasado del mundo, sin medir condiciones diversas, sobre todo en el número de habitantes. Sus técnicos suelen igualar la respuesta de países que tienen baja población frente a uno que llega casi a 128 millones. Ese organismo que tiene registrados solo a 38 países frente a los 193 de la ONU, suele dar informes que no coinciden con lo que se ve en estados de la república. A la fecha con más de 62 millones vacunados en su totalidad con las dos dosis, y cerca de 75 millones con una sola dosis, las muertes que han llegado a poco más de 290 mil en toda esta etapa, podían disminuir como ha sucedido en muchas entidades en las últimas semanas. Aunque la duda prende, la búsqueda de la llamada inmunidad del rebaño cunde si vemos algunos lugares, como el centro de la Ciudad de México, atestados de gente.
José Gorostiza en sus 120 años y 82 de su poema, muerte sin fin
José Gorostiza cumplió 120 años el pasado 10 de noviembre y su famoso poema Muerte sin fin dado a conocer en 1939, llegó a la edad de 82 años, cuando la humanidad trata de detener la muerte implacable que nos asuela a todos. Dos de los más grandes poetas mexicanos nacieron en el mismo lugar y en el mismo estado, Tabasco. Carlos Pellicer nació en 1897 en San Juan Bautista Villahermosa y José Gorostiza en 1901 en el mismo sitio. Los cuatro años que el primero le lleva al otro, los duplicó, ya que murió cuatro años después que Gorostiza, en 1977. El autor de Muerte si fin murió en 1973. Este cuenta que tuvo alguna cercanía con Pellicer y a los dos aparte del oficio de poetas, los acercó su trabajo dentro de la UNAM. Ambos fueron miembros de la Academia Nacional de la Lengua. Después cada quien siguió su propio destino. Pellicer se convirtió también en museógrafo en sus últimos tiempos. Parte del museo de Sonora él lo diseñó entre muchos trabajos que hizo. Gorostiza, miembro del grupo de los Contemporáneos, se convirtió en un gran diplomático y llegó a ser titular en el Consejo de Seguridad de la ONU representando a México. Fue parte de la diplomacia en muchos países y embajador. Se le recuerda también por los apoyos educativos que dio a la niñez desde la SEP. A diferencia de la amplia obra de Pellicer, Gorostiza hizo una obra breve, pero su Muerte sin fin, es uno de los más bellos y profundos poemas escritos en castellano.
Muerte sin fin, “Deslumbramiento del alma”: Jorge Cuesta
Lo que se ha dicho de este poema llena páginas sobre lo extraordinario de su enfoque. El autor de la Antología de la poesía mexicana moderna, poeta a su vez, Jorge Cuesta, quedó deslumbrado. Para otros está considerado el más perfecto y bello de los poemas largos que se han escrito en el país entre ellos Piedra de Sol que también tiene gran belleza. Su autor Octavio Paz dice al referirse al poema de Gorostiza, que ”es un reloj de cristal de roca de la poesía hispanoamericana: aislado y esbelto, cuenta el tiempo sin fin”. Aquí, su primer verso:
Lleno de mi sitiado en mi epidermis
por un dios inasible que me ahoga,
mentido acaso
por su radiante atmósfera de luces
que oculta mi conciencia derramada,
mis alas rotas en esquirlas de aire,
mi torpe andar a tientas por el todo;
lleno de mi -ahíto- me descubro
en la imagen atónita del agua,
que tan solo es un tumbo inmarcesible,
un desplome de ángeles caídos
a la delicia intacta de su peso
que nada tiene sino cara en blanco…