Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Renato Leduc y los personajes que incorporó la historia
Es curioso que cuando estoy a punto de terminar la novela Pluma blanca del sonorense H. P. Fraijo, me tope con nuestro Gran Pluma blanca como le decían a Renato Leduc, que desde el 16 de noviembre será portador de 126 años o de 124, por las disquisiciones de su nacimiento. ¿Por qué le ponían ese nombre de chamán apache al personaje que fue Renato? Primero por su enorme cuerpo de tipo indígena, muy moreno y apuesto en su juventud, y principalmente por el impacto curativo que lanzaba su presencia ingeniosa y festiva. Ese ingenio dominó su vida en la bohemia, la literatura, las mujeres, la sátira política, el humor. Aparte fue telegrafista, desparramador de todo tipo de mensajes como lo hacía en la vida diaria, aún fuera de la chamba. Pepe Alvarado mencionado muchas veces al respecto, solía decir de él, “cada mañana inauguraba una leyenda y por la noche la dejaba morir” En el país y en el mundo este tipo de personajes se insertan en la historia, están Giacomo Casanova, el Marqués de Sade y tantos otros que además en sus vidas eran creadores.
EL TELEGRAFISTA QUE ESCRIBÍA VERSOS Y MENTABA MADRES
En la huelga contra la concesión de la Revista Interviú que hicimos durante nueve meses un grupo de periodistas y empleados administrativos en 1979, continuamos en el paro haciendo una revista que se llamó Interviú en Lucha. Renato se sumó como colaborador. Publicamos 15 números en formato parecido al original. Solidario en todo momento, Renato escribió su columna Banqueta que también publicaba en otros medios y se deslizaba por todo tipo de datos y opiniones y tal como recuerda el periodista Luis Alberto García que dirigió esa revista “lanzaba coscorrones a medio mundo y a los políticos en especial”. También en una columna que escribía en Milenio el fallecido escritor José de la Colina (noviembre 2019), se refiere el 3 de julio de 2016, no solo al carácter plural de las vivencias de Leduc con sus afanes farandulescos, de burdel y otros asuntos, sino con las críticas “pululantes” contra los gobiernos. El periodista Manuel Ajenjo escribió en el Economista el 14 de abril de 2011, sobre el caso extraordinario de este hombre polifacético, que no dejaba de salpicar su florido lenguaje con “chingados y cabrones”. Era famoso, respetado y querido. Todo un personaje
DIRIGENTE DE LA UPD, TIENE UNA CALLE, UNA PLAZA Y UN AULA CON SU NOMBRE
Renato Leduc ejerció el periodismo desde su juventud, a la par que hacía poesía, escribía ensayos y relatos. En el 2000 el Fondo de Cultura Económica publicó lo que se considera obra completa, aunque al parecer faltan trabajos. Es una obra de 752 páginas que tiene el prólogo de Carlos Monsiváis. Fue el primer presidente de la Unión de Periodistas Democráticos (UPD), organismo que aglutinó a periodistas de la capital del país y se extendió en delegaciones a varios estados. El Club de Periodistas de México de Filomeno Mata 8, recinto destinado a la prensa desde 1958 mediante decreto de Adolfo López Mateos, le puso su nombre en reconocimiento a una de sus aulas. En Tlálpan, con desemboque en el Estadio Azteca, hay una calle que lleva su nombre, además una plaza, bustos y otras distinciones que se le han hecho.
CRITICABAN EL LENGUAJE DE LEDUC, PORQUE NO HABÍAN OÍDO A LAS PANISTAS
Desenvuelto, avanzado para su época, Renato vivió como quiso. Ese sector gazmoño y de doble moral que se mueve en los medios, lo criticaba por mal hablado, pero se quedaban callados ante las corruptelas de Carlos Denegri y se lanzaban a justificar a Díaz Ordaz. En este momento justificarían, como lo hacen algunos, el lenguaje procaz e insultante de las diputadas panistas. Pese a la real gazmoñería de éstas, como la de esos periodistas de antaño. Entre los aportes de Leduc está el poema Tiempo, al que Rubén Fuentes le puso música y se hizo famoso como canción en voces de José José y Marco Antonio Muñiz, entre otros. Durante varios años estuvo en Europa. Yo lo entrevisté para un suplemento de Unomásuno sobre su visión de la Expropiación Petrolera, que correspondió a su tiempo. Me respondió que no había estado al tanto porque “andaba buscando faldas” en París.