Contexto
Viva la dulce experiencia
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Luego de escuchar al jefe del Estado, ayer, desde el atiborrado
zócalo, nos dice doña Gaby Vargas sobre el dulce genio y figuras.
Pero antes hablemos, también de nuestra familia.
De un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca.
Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y
dieron contra aquella casa.
Pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca.
Sí Bety hace sesenta y ocho años, en el Sanatorio Lourdes de
Alvaro Obregón, frente al café de chinos que dio origen a “Los
bisquets de Obregón”, nació nuestro primogénito, Carlos Fernando.
Acabamos de hablar con él, ingeniero civil, casado desde hace
42 años con la emeritense Mercedes Goff Ailloud. Los cumplen el 13
Padres de cuatro hijos yucatecos: Mercedes Ravelo de Manuel
Farah. Carlos Fernando, Santiago Andrés y Mariela Estefanía Ravelo
de Traconis.
Y abuelos de diez nietos. Siete damas y tres varones,Todos de
la Tierra del faisán y del venado. Sí,peninsulares y avecindados en
Mérida.
Felicidades a todos. Con la bendición también de la bisabuela
Bety.
Y al meollo.
Es interesante ver que nuestros alimentos, gustos, preferencias,
pueden separarnos y levantar barreras.
Mientras que los dolores, las necesidades y el hambre, nos
reúnen.
Un judio con hambre padece algo muy semejante a un pagano
con hambre. Un musulmán enfermo tiene el rostro muy parecido a un
ateo. Un budista cansado no camina muy distinto de un protestante.
Nuestras apetencias nos pueden separar. Pero la indigencias,
nos pueden unir
Endendámos que la unidad no viene por la via de consensos o
negociaciones, sino por el camino de descubrir nuestras miserias.
Que aún, dígase lo que se diga, de los cuatro puntos cardinales,
en el mundo, son muchas.
Escuchemos. Leamos a Gaby Vargas, una dama sobresaliente
que sabe también hablar de política, .
Sus textos, como este que compartimos con permiso de “El
Universal” lo titulamos nosotros como viva la dulce esperanza.
Saborear un chocolate, admirar una pintura que mueve tus
emociones, soltar una buena carcajada, probar un buen vino; sentir el
sol en la espalda en un día frío, abrazar a un hijo, sorprenderse con la
luna llena, un llanto que desahogue, la sensación de unidad con el
todo que se tiene al admirar la naturaleza, el alivio de sentir el agua de
la regadera en la espalda.
¿Qué experiencias te generan emocionespositivasati,querido
lector, querida lectora? ¿En dónde, con quién, cuándo las sientes?
Y ¿eres consciente de ellas, las procuras en tu día a día?
Estos son los grandes y los pequeños momentos que agregan
luz a nuestra existencia.
Más allá de lo obvio, lo anterior le da un sentido a nuestra vida y
eleva la capacidad de manejar situaciones de conflicto y estrés. ¿Por
qué?
La investigadora Barbara Fredrickson, con su equipo del
departamento de psicología de la Universidad de Carolina del Norte,
ha demostrado que esos chispazos y apapachos momentáneos que
nos provocan emociones positivas, no sólo se sienten bien, también
son buenos para nosotros, para la familia, los amigos, la comunidad y
el mundo en general.
Es decir, experimentar emociones positivas crea una especie de
espiral ascendente que tiene un efecto tangible y duradero en nuestra
salud y nuestros niveles de bienestar.
Como el placer genera placer, sus beneficios se pueden sentir
en la mejora del sistema inmunológico, la facilidad para concentrarnos
mejor, ser más productivos, creativos, sociables, abiertos, empáticos y
desempeñarnos mejor en el plano físico.
Lo que me parece increíble es que, de acuerdo con la
investigadora Sonja Lyubomirsky, la mayoría de las personas no está
consciente de las experiencias que la hacen feliz, la absorben, le dan
tranquilidad, curiosidad, entusiasmo u orgullo y cuáles no.
Las emociones positivas generan éxito y el éxito engendra más
éxito.
Los sociólogos le llaman a esto el Efecto Mateo, inspirados en la
parábola del Evangelio de Mateo:
“Para todos aquellos que tienen, más se les dará, y tendrán
abundancia”.
Entre más emociones positivas cultives, más rico serás en todas
las áreas de tu vida, como las del trabajo, las relaciones y la salud.
Cuando te vuelves consciente que estar con tus amigos te hace
reír, que salir a caminar alegra tu día, que los tacos te encantan, que
el café en la mañana te anima, que acariciar a tu perro te saca una
sonrisa, debes procurarlos y realizarlos lo más seguido que puedas.
Sobre todo, saborearlos.
De otra manera, sus beneficios pueden pasar tan desapercibidos
para el cuerpo como para la mente.
Lo interesante es que los estudios de la doctora Fredrickson
muestran que no tenemos que ir tras las experiencias grandes o
intensas, sino apuntar a los pequeños placeres frecuentes de la vida
diaria.
Ella afirma que la clave para la salud y el bienestar –junto con
todo lo que resulta de esto– no es qué tan intensamente felices nos
sentimos, pero sí, que tan seguido nos sentimos positivos.
Además, los efectos de lo anterior son acumulativos, pueden
provocar, por ejemplo, vivir más años.
La evidencia científica arroja tres granos de sabiduría:
La primera, que las pequeñas dosis de gusto, de tranquilidad o
gozo no son triviales en absoluto.
El segundo, que la frecuencia y no la intensidad es lo que
cuenta;
Y el, tercero, la mayoría de nosotros no está consciente de esto.
Por todo ello, hay que procurar vivir el Efecto Mateo y detectar qué
personas, situaciones, lugares nos dan esa chispa de felicidad, para
después procurarlas como si fueran velitas que encienden nuestro día
y nuestra vida, porque es un hecho que lo son.
Entre más emociones positivas cultives, más rico serás en todas
las áreas de tu vida, como las del trabajo, las relaciones y la salud.
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