Juego de ojos
¡La muerte tiene permiso con AMLO!
Primero un ejercicio especulativo.
¿Imaginan lo que habría dicho aquel formidable líder social y político, llamado López Obrador, si la tragedia que cobró 55 vidas de migrantes en Chiapas se hubiese producido en los gobiernos de Fox, Calderón y/o Peña?
Sin duda AMLO habría formulado un diagnóstico puntual e inmediato sobre las bandas criminales que “regentean” a diario a cientos de miles de migrantes centroamericanos por las carreteras mexicanas, como parte de uno de los más lucrativos negocios del crimen.
Seguramente López apuntaría el dedo flamígero sobre las siempre corruptas autoridades de migración y los pingües negocios de garitas y puentes fronterizos y, en especial, contra las policías Federal y de Caminos.
Y está claro que Obrador habría señalado la complacencia del Estado con las bandas criminales y los cárteles del tráfico humano, como los responsables de la tragedia, coludidos con gobiernos estatales corruptos.
Y como era su costumbre, AMLO no habría dejado títere con cabeza y habría concluido que la tragedia se facilitó ante el sometimiento del gobierno federal en turno –de Fox, Calderón y/o Peña–, ante los intereses perversos de los norteamericanos.
En efecto, si hoy López Obrador se mantuviera en la trinchera de aquel eficaz opositor, sin duda habría exigido todo el peso de la ley para los presuntos responsables y habría exigido endurecer la postura del gobierno de México frente a su homólogo de EEUU.
Pero resulta obligado regresar al ejercicio realista.
Y es que la realidad es muy distinta y hoy, para empezar, el presidente mexicano se llama López Obrador.
Además, el gobierno de Obrador le deber facturas político-electorales a los principales cárteles del tráfico de personas; el llamado crimen organizado, que tiene sus grandes negocios en tres modalidades de tráfico; drogas, personas y vehículos.
Y si aún tienen alguna duda, basta ver las acciones y omisiones del presidente Obrador frente a cárteles como los de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Del Golfo, a los que entregó estados como Sinaloa, Zacatecas, Sonora, Nuevo León, Michoacán, Nayarit y Baja California, por citar algunos de los pagos políticos del gobierno federal a los barones del crimen en todo el país.
Pero frente al gobierno de Estados Unidos la sumisión de López es de escándalo; una absoluta entrega del territorio mexicano que, incluso, ese cadáver llamado CNDH ya reaccionó.
Y es que algunos de los acuerdos entre los presidentes Obrador y Biden es el llamado Programa Quédate en Casa, destinado a los migrantes que cruzan el territorio mexicano y a los que se les invita a esperar del lado mexicano a que el gobierno de EEUU resuelva su situación migratoria.
El programa significa un hacinamiento de cientos de miles de centroamericanos al año, en condiciones infrahumanas, además de que se les expone a la extorción por parte de los traficantes que llevan a cabo secuestros virtuales para obtener dinero de sus parientes en sus países de origen.
Y ahora las preguntas obligadas.
¿Dónde están hoy las voces de los severos críticos lopistas y de las llamadas “izquierdas”, frente a la tragedia de “lesa humanidad” que significa la pérdida de 50 vidas en el accidente de un tráiler en Chiapas?
¿Dónde está la rabiosa condena al sometimiento indigno del gobierno mexicano a los intereses migratorios de Estados Unidos?
¿Dónde está la exigencia para que el gobierno federal le ponga un alto a las bandas criminales que viven del tráfico y de la muerte de indocumentados?
Todos callan, porque todos aquellos críticos viven del dinero público; porque todos los duros críticos de antaño, hogaño son cómplices de los peores crímenes de Estado y de “lesa humanidad”.
Y es que, en efecto, en el gobierno de López Obrador –igual que en el cuento breve de Edmundo Valadés–, “La muerte tiene permiso”.
La muerte tiene permiso y arrebató más de 130 vidas de Tlahuelilpan.
La muerte tiene permiso y arrebató la vida de 110 mil mexicanos muertos por la violencia criminal.
La muerte tiene permiso y le quitó la vida a casi un millón de mexicanos a causa de la pandemia, si se suman las 300 mil vidas perdidas según cifras oficiales y las más de 600 mil muertes extraoficiales por Covid.
La muerte tiene permiso en el gobierno de AMLO como para acabar con miles de niños con cáncer, de miles de mujeres con esa misma enfermedad.
La muerte tiene permiso porque existe una epidemia de feminicidios y porque ya son casi mil las masacres en sólo 36 meses del gobierno de AMLO.
La muerte tiene permiso porque en esos tres años, han sido asesinados 50 periodistas, la mayor cifra de la historia en 36 meses.
Sí, el de López es el gobierno en donde, como nunca, “La muerte tiene permiso”.
Al tiempo.