Jubileo 2025: Llevar esperanza a donde se ha perdido
Un escueto pero contundente informe de la Secretaría de Turismo da cuenta sobre cómo la reactivación económica del sector turismo en México pasa indispensablemente por las vivas expresiones religiosas, el infatigable peregrinaje de fieles y el interés de los viajeros en los atractivos de los recintos religiosos históricos cuyo patrimonio artístico y espiritual es invaluable.
La dependencia informa que la masiva peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en el Tepeyac representa un parteaguas en la reactivación de este sector económico en el país; pero no es el único espacio de alta atracción de viajeros, turistas, fieles y peregrinos pues, para este 2021, el turismo religioso representó una derrama económica de más de 20 mil millones de pesos para la nación.
Además proporciona un dato de vértigo sobre esta movilidad turística a los santuarios, templos, iglesias, centros ceremoniales y sitios religiosos mexicanos: 600 millones de viajes tanto de connacionales como de extranjeros a diversos puntos de interés religioso.
Hay, por supuesto, santuarios sumamente atractivos para el peregrinaje turístico y religioso: En Ciudad de México, la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe; en Jalisco los santuarios de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, de la Virgen de Zapopan y del mártir patrono de los migrantes, Santo Toribio Romo; en el Estado de México, millones de fieles continúan acudiendo por salud al Santuario del Señor de Chalma; en Tlaxcala, por la misma razón se visita el templo de San Miguel del Milagro y finalmente, el ícono de la resistencia católica durante la persecución religiosa del siglo XX, el Santuario de Cristo Rey en el Cerro del Cubilete.
Sin embargo, la lista no se reduce a estos masivos sitios de peregrinaje; catedrales, basílicas, parroquias y capillas en casi cada región del país hacen de pilar como atractivo religioso, cultural y artístico de centenas de localidades y pueblos mágicos. De hecho, muchos de estos pueblos se revitalizan en sus particulares fiestas, patronazgos y devociones. E incluso, fuera de los espacios del catolicismo, México ofrece opciones con centros ceremoniales y espirituales para diferentes expresiones de trascendencia, para retiros espirituales, meditación, reconexión con las raíces, sanación orgánica, paz mental y comunión con la naturaleza.
La nota de la Secretaría de Turismo no debe pasar por un informe suelto y oportuno. Sino como la confirmación de que junto a las actividades turísticas de descanso, placer, aventura, deportivas, gastronómicas o arqueológicas, la oferta de turismo religioso en México es una fuente inagotable de oportunidades; esencialmente por el extendido patrimonio cultural religioso (arquitectura, arte sacro, monumentos) pero fundamentalmente por el patrimonio cultural inmaterial de las vivas expresiones religiosas: solemnidades, fiestas, celebraciones, procesiones, peregrinaciones, danzas y un largo etcétera.
La obligada cancelación de muchas de estas actividades dinamizadoras de la vida de centenares de poblados por la pandemia de COVID19, sin duda ha sido un duro golpe no sólo a las costumbres de las localidades sino a parte de la identidad mexicana en sus rasgos pluriculturales y, claro, a la economía no sólo de las iglesias y grupos religiosos sino a la misma economía del país.
Aún existen los comprensibles temores por la propagación del coronavirus y los efectos devastadores en los sistemas sanitarios de todas las naciones; sin embargo, este 2022 parece ser un momento crucial para dar un ‘salto de fe’ y volver a reactivar el turismo religioso en México (al igual que otras actividades turísticas en otros ramos, por ejemplo, el arqueológico). Es factible hacerlo, se cuenta con los espacios amplios y, especialmente, con la guía y formación de las autoridades religiosas para instruir a los visitantes a atender las medidas sanitarias conocidas.
La virtualidad de los servicios religiosos ha demostrado ser un magnífico vehículo de conservación y acercamiento en el confinamiento; pero muchos pastores y líderes religiosos ya han pedido a ministros y mayordomos dejar en segundo lugar las grabaciones y las transmisiones por redes sociales digitales. Si las medidas sanitarias y las prácticas higiénicas son nuestra nueva normalidad, así deben ser en las dinámicas religiosas que exigen camino, presencia, proximidad, contacto y cercanía.
Felipe de J. Monroy es director VNoticias.com
@monroyfelipe