Alfa omega
Trabajar por amor al arte
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Primero las damas.
La escritora y licenciada en historia, doña Esther Gómez Cobián nos dice con afecto:
“Hola padrino.
Al leer tu artículo me inundó la nostalgia de esos tiempos, que sí viví, aunque en algunos momentos aún era niña.
Gracias por transportarme un rato a muchos recuerdos. Te quiero mucho”.
Desde su rancho de pavos frente al lago Tuxpan de Iguala, Guerrero, el ingeniero Domingo Beltrán no olvida su adolescencia.
Donde los juegos eran con el trompo, o el juego del bolillo, un trozo de madera impulsado con un golpe en el aire y lograr la mayor distancia para erigirse como ganador.
Montar los becerros del rancho vecino, jugar carreras sobre caballos a pelo (sin silla de montar), trepar a lo más alto de los árboles para robarles su fruta (habiendo ramas casi a ras de suelo igual con fruta).
Atravesar un río crecido por una hamaca de maderos que a duras penas se sostenía……
Experiencias que difícilmente vivirán nuestros hijos y que nos forjaron como lo que somos.
Salucita de la buena gran señor conde de la una acumulada.
También nos contagia su entusiasmo otro maestro reportero, don Jorge Herrera Valenzuela, que comparto íntegro:
Mi estimado y fraternal don Carlos Ravelo y Galindo, muy buena tarde en este miércoles 12 de enero de 2022, en que agregas a tu currículum el de Cronista Histórico y nos entregas unas NUBES que, en mi caso, van derechito a mi archivo personal.
No es la nostalgia, sino una cauda de recuerdos aunados a que nuestros hijos, nietos y bisnietos (estos no los tengo aún) conozcan algo del hermoso pasado que vivimos en la Ciudad de México y en el país.
Mi respetable Decano de los Reporteros Diaristas y Columnistas paralela a mi felicitación por tus Bodas de Diamante como tecleador, viene a mi mente que en plena Avenida Juárez había tres tiendas donde me surtía:
Camisas Zaga, de 20 pesos; Zapatos Canadá, los mocasines a 25 pesos y en Violante (donde ahora está el edificio de la Lotería Nacional) un traje de combinación por 500 pesos.
Aclaro, era el año 1956.
Las corbatas de cinco pesos, en el paso a desnivel de 16 de Septiembre, inaugurado por el presidente Pascual Ortiz Rubio.
Comenzaba mis días de Reportero Diarista, en el «Zócalo» de don Alfredo Kawage y siempre me gustó andar bien presentado, aunque fuera modestamente.
Bueno, pues gracias por tu gran columna EN LAS NUBES. Atentamente tu amigo y colega Jorge Herrera Valenzuela”.
Igual sobre Antaño, con grata crítica gramatical, nos platica José Antonio Aspiros Villagómez
“Aun cuando a tus Nubes de hoy les sobran comillas y les faltan cursivas, me llenaron de emotivos recuerdos por todo lo que mencionan.
Cuando me reuno con mis hermanos, a veces platicamos de aquel pasado que nos tocó vivir.
Les voy a compartir tu columna de hoy.
Mucho de lo que mencionas de esos tiempos, lo he escrito y está en mis Textos reunidos con el título de Historias del tecleador, que te envié el año pasado”
Y de los que nos servimos continuamente. Respondemos agradecidos.
Sigamos con el diálogo entre otros maestros del periodismo hablado y escrito.
Compartimos el comentario que uno responde Al comentario a tiempo por el decimonono aniversario de “el mercurio digital”, de España, escrito por otro antiguo y maduro pensante, don Teodoro Rentería Arróyave:
“Con el lema “Otra información es posible” y con el apotegma, “El periodismo como militancia”, El Mercurio digital constituye un estupendo esfuerzo de comunicación desde España al mundo, por lo que lo coloca como un singular periódico universal.
“Este esfuerzo de periodismo global cumplió el pasado 12 de noviembre, 19 años ininterrumpidos de edición diaria, es decir, hemos entrado en el 2022 a la celebración de sus dos décadas de existencia; con tal motivo recibí del estimado amigo, Editor director, Ángel Rojas Penalva, el siguiente mensaje:
“Gracias, apreciadisimo Teodoro. El Mercurio Digital, con tu inestimable colaboración, cumple 19 años”.
Además, me encuentro que encabezó la lista de colaboradores, todo ello me honra y con humildad acuso recibo”.
La siguiente es la respuesta de don José Antonio Aspiros Villagómez:
“Estimado Teodoro:
“Lo que narras sobre los principios básicos de El Mercurio Digital (trabajar por amor al arte), me recuerda sin ánimo de polemizar que durante mucho tiempo mi paradigma fue que, para considerarme profesional del periodismo, además de tener la preparación suficiente necesitaba estar empleado en un medio noticioso, es decir, contar con un patrón, un contrato, una tarea y un salario.
“Por eso cuando solicité mi primer reconocimiento quinquenal del Club Primera Plana, fue por 35 años a partir de 1964 cuando me inicié en esas condiciones como reportero (nunca fui ayudante ni suplente) con el profesor Alejandro Avilés.
“Pero la realidad es que desde 1960, a mis 16 años, ya colaboraba de manera muy constante en semanarios y revistas, aunque sin paga alguna y ese tiempo de trabajo gratis no los contabilicé en mi antigüedad.
“Fue mi época de «periodismo militante».
“Ahora que varios medios me publican pero ni siquiera me compensan con una sidra barata cada fin de año.
“Al principio fue incómodo porque sentía que el mensaje era que me hacían un favor al reproducir mi trabajo.
“Como no soy el único y parece que esa tendencia se ha generalizado, y yo soy quien los busca y no ellos a mí como en el pasado, quedé inmerso en la ola aunque sin dejar de atender el título y lema que puse a mis artículos:
«Textos en libertad»: libertad para elegir los temas, su tratamiento, su extensión, su distribución y la frecuencia con que los escribo.
“Ah, y libre de jefes y patrones, que es lo mejor aunque el estrés llegó para quedarse. Y ahí seguimos, ya en el 62° año en la tecla y el 55° en los reconocimientos de 2019 del CPP.
“Con mi saludo afectuoso, JAAV”.
Permítasenos una apostilla honesta de quien a sus noventa y dos años de edad y setenta y cinco de escribir—bien,mal o regular—acepta con resiliencia la invitación, que nos honra, de compartir lo que nos sale sin compromiso alguno.
O, como ahora, participar en las dos opiniones dignas, respetables y casi, coincidentes.
Y algo más. Pregunto a los dos amigos. ¿Alguien corrige, para bien o para mal, nuestros trabajos escritos? No los pagan, pero los respetan.
Sigamos pues con la costumbre de trabajar por amor al arte. Y fin.