Escenario político
La excesiva indisciplina dificulta la relación razonable y estable entre el gobierno, los diversos partidos y la rama legislativa. Un mínimo de disciplina partidaria ayuda al presidente a lograr acuerdos estables en el congreso, acuerdos que los legisladores podrían respetar y cumplir. En los regímenes democráticos donde prevalezca la indisciplina partidaria y legislativa poco puede asegurarse el cumplimiento de los pactos políticos de conciliación y acciones de gobierno.
En estas condiciones, el presidente se ve fuertemente inclinado a apoyarse en bases políticas que alientan el clientelismo y el patronazgo. La disciplina partidaria dependerá de la forma en que organiza la elección de candidatos, pues así los legisladores tienen incentivos para seguir la línea del partido y para ser considerados a contender en elecciones.
La literatura también determina que la fragmentación del sistema de partidos aumenta el conflicto y la indisciplina partidaria, proponiendo que se limite la fragmentación partidaria o bien se logre formar frecuentemente coaliciones de gobierno y de iniciativas legislativas, para así asegurar que se guarde un mínimo de disciplina en los partidos contendientes.
Estamos de acuerdo en que el sistema democrático, ya sea parlamentario o presidencial, pero especialmente el último por ser nuestro contexto, requiere de un mínimo de disciplina por parte de los partidos políticos, puesto que fortalece la legitimidad del sistema en su conjunto.
Nuestra democracia requiere congruencia tanto del partido y coalición en el gobierno como de la oposición para que podamos aspirar a niveles más estables de democratización.
Sin embargo, no respaldamos la propuesta de limitar la fragmentación del sistema de partidos, puesto que México ha luchado por la representación de las minorías que buscan incidir en las decisiones gubernamentales. La disciplina de partido debería buscarse por la vía de las coaliciones y negociación parlamentarias. La disciplina de partido no debiera reproducir la aplanadora que, antes como ahora, no genera pactos políticos estables, sino la subordinación al presidente, como el caso de la aprobación de las leyes en diversos rubros que, en cámara de diputados del congreso mexicano se han aprobado en la administración lopezobradorista, que expresa un Estado no tan fuerte en su solidez institucional y si, reproduce la hegemonía presidencial que, gobierna desde la conferencia de medios matutina.
Lo que es más, reproduce el esquema planteado en el libro de Jorge Carpizo, respecto a las facultades meta constitucionales del presidente para decidir sobre la vida pública del país: las candidaturas de su partido y de las oposiciones, la designación de los coordinadores parlamentarios en el congreso y de los dirigentes de los partidos. México tiene por fortuna en el derecho constitucional, su más notable salvaguarda para hacer valer su democracia y es precisamente la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el testamento político al que nos obligamos todos.
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