Ráfaga/Jorge Herrera Valenzuela
Será cuestión de hacer balances.
No todo lo brillante es oro y en este caso es oro negro.
Pero favorable al fin.
Expliquémonos:
Para este año, según el Presupuesto de. Egresos de Ingresos de la Federación, el barril de petróleo tiene un precio de 55.1 dólares.
Es una multiplicación de muchos números, pero si ahora el barril se acerca a los 100 dólares unitarios, eso representa mucho dinero.
El doble, pues.
Luego se verá cuánto beneficia o afecta porque se importan muchos de sus derivados y si los crecen, subirán gasolinas, aceitas, diesel y demás.
Pero México exporta crudo y por supuesto se reflejará en los ingresos petroleros del gobierno, lo cual da margen a la administración pública.
Y ese dinero es bálsamo en un pais con inversiones internas restringidas, menos flujo extranjero de capital y otros fenómenos necesarios para el buen crecer.
Pero tiene muchos beneficios favorables.
Divisas y turismo
Lo primero:
El gobierno ha fincado sus propósitos de desarrollo en dos factores, las divisas enviadas por mexicanos radicados en el extranjero.
Y lo segundo es el gasto de los extranjeros llegados a México, en especial europeos, canadienses y estadunidenses en la Riviera Maya.
Todo va bien.
Las remesas se acercan a los 60 mil millones de dólares ideados –¿debiera decirse programados como divisa gubernamental?– para 2023.
Está cerca.
Lo siguiente es el turismo.
Va en consonancia con las presunciones, sobre todo a partir de la recuperación de la Riviera Maya pese al Covid, y eso crea el bípode sexenal.
Pero ahora se suman las divisas por exportaciones de petróleo, incentivadas por la crisis entre Estados Unidos y Rusia en la pretensión de Moscú -cada vez mas crercana- de invadir Ucrania.
El doble de ingresos petroleros, en una plataforma estimada en 1.9 millones de dólares anuales- da mucho margen para la operación política.
Para el reparto electoral del bien público, ¿verdad?
El futuro soñado
¿Con qué derecho?
A Palacio Nacional han llegado propuestas de gobernadores salientes para ofrecer la victoria de Morena si a cambio les dan posiciones.
Lo primero es impunidad.
Es decir, ninguna persecución por mala administración o errores cometidos durante los seis años previos en el manejo de recursos federales y estatales.
Lo segundo es dejar hacer, dejar pasar, a los candidatos del presidente, léase del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Y lo otro es una carta de impunidad.
Es decir, no acusación, no persecución, no sanción si hay delitos en el uso de los recursos enviados con sello específico para obras e inversiones.
López Obrador tiene las peticiones de impunidad en su escritorio y no ha dado respuesta, pero déla usted por seguro en el ámbito interno
-No.
¿Qué piden esos gobernadores?
Simple: un cargo liberador.
Todo mundo piensa en una encomienda extranjera como la dada al sinaloense Quirino Ordaz o la sonorense Claudia Pavlovich.
Sus estados jugaron en 2021, pero ahora la petición son para el 2022 y, ¿sabe usted?, ninguno de los salientes está contemplado en un destino internacional.
Pero qué bonito sabe recibir el elogio presidencial cuando va a esos seis estados y recibe y se saborea un futuro incierto tras la derrota.