Imperativo, estudio y reflexión sobre IA en la justicia: Guerra Álvarez
Las masacres en tiempos de AMLO
El fusilamiento de personas en San José de Gracia, Michoacán, confirmó que las masacres se cometen en el país, a pesar de que el presidente Andrés Manuel López Obrador las niega en sus discursos. La realidad devora a cualquier palabrería.
Ante la falta de una fuerza pública eficiente que los frene, los carteles ahora se enfrentan contra sí mismos, en lucha internas para controlar todo el país en mercados de la droga cada vez más específicos y pequeños.
Con anterioridad, una organización luchaba contra otra por el control de una región y luego de un estado. Ahora al interior de los carteles, hay enfrentamientos importantes por ciudades y a veces hasta por colonias, porque la distribución y venta de estupefacientes es más competida.
En San José de Gracia todo mundo pudo constatar el fusilamiento de al menos 17 personas, gracias al video de este dramático hecho que se filtró a las redes sociales. Nadie lo puede desmentir, a pesar de que a versión oficial se obstine en negar el hecho. Personas con las manos alzadas, frente a un muro, que reciben una descarga de balazos, no pueden describir otra cosa que un fusilamiento.
Ricardo Mejía Berdeja, subsecretario de Seguridad Pública Ciudadana, sostuvo que se trató de un enfrentamiento entre grupos contrarios del Cartel Jalisco Nueva Generación, pero lo único que puede constatarse por el video fue al acribillamiento artero de personas, no otra cosa.
Los integrantes del Cartel Jalisco Nueva Generación luchando contra si mismos. Alejandro N, alias “El Pelón”, en contra de Abel N, alias “El Viejón”, amigos por más de una década, se distanciaron cuando cada uno de ellos asesinó a un hermano del otro, después de formar células diferentes.
La competencia terminó, en el momento que Abel sometió a Alejandro el día que este y 15 sicarios se presentó al velorio de su madre en San José de Gracia. Después de ser desarmados fueron prácticamente fusilados.
Como si se tratara de un ranking de impopularidad, con la masacre de San José de Gracia, Michoacán se convirtió en la entidad mexicana con más homicidios dolosos en lo que va del sexenio, por encima de Guanajuato, que ocupa el segundo sitio.
Los mexicanos vemos horrorizados la guerra en Ucrania, pero nosotros tenemos un infierno propio en nuestra patria: las matanzas cometidas por los carteles del narcotráfico.
Algunos analistas consideran que López Obrador, quien es dado a exigir a España se disculpe por los abusos cometidos por ese país en la época de la conquista, debía pedir perdón al pueblo de México por las matanzas cometidas en este sexenio y por la incapacidad de su gobierno para prevenirlas o reducir su número.
El 15 de febrero de 2017, en plena campaña en busca de la presidencia López Obrador declaró que cuando llegara al poder “no habría masacres, como. sucede con los gobiernos del PRI y del PAN”.
Y esa frase la mantiene hasta la fecha, aunque sea una consigna hueca, que choca con la realidad, porque las masacres de mexicanos continúan en todo el país. En estas matanzas han muerto víctimas de los delincuentes y muchos narcos, que también son personas.
“Ya no hay masacres”, sigue repitiendo, en un afán de señalar algo que sólo existe en su mente, como si con el deseo desproporcionado de repetir una mentira, esta se convierta en una realidad.
La estrategia de López Obrador para acabar supuestamente con la delincuencia es atacar la raíz de los actos ilegales que, desde su punto de vista, es la pobreza.
Su análisis es totalmente fallido, lo cual agravó la inseguridad en México, porque la causa principal de los hechos delincuenciales no debe encontrarse en la pobreza, que obliga a muchos mexicanos a delinquir, sino en dos problemas ligados entre sí, que son la corrupción y la impunidad.
López Obrador considera ingenuamente, por ejemplo, que 3 mil pesos mensuales otorgados a los jóvenes que no estudiaban ni trabajaban, los famosos “ninis”, eran suficientes para atacar la pobreza en muchos hogares y que un gran número de esos muchachos no se convertirían en primo delincuentes.
Sólo un ingenuo puede pensar que cualquier joven con mucha necesidad económica y sin escrúpulos, puede conformarse con una vida de pobreza ganando 3 mil pesos mensuales, cuando puede recibir un cañonazo de billetes del narco por cinco veces o más que la beca otorgada por el Gobierno de México.
La adhesión de muchos mexicanos al narco se da por diversos factores, como la desintegración familiar, la falta de valores éticos y morales, la carencia de educación que permita un modo honesto de vida, la proliferación de adicciones, la ´pobreza, pero sobre todo porque todo aquel que delinque sabe que puede ser impune y esto no lo ha erradicado ni López Obrador, ni presidente alguno.
Así es previsible que las masacres cometidas por narcos continúen, a pesar de que el señor presidente diga que no existen.