Poder y dinero/Víctor Sánchez Baños
Día de luto en recuerdo de Zapata
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Votar o no votar. Tú lo decides.
Mejor, con todo ánimo, nos atrevemos a mencionar a un verdadero prócer. Si a Emiliano Zapata, asesinado en Anenecuilco, Morelos, un diez de abril.
Sí, el 10 de abril de 1919, el general Zapata cayó liquidado, convirtiéndolo en el símbolo del agrarismo y de la lucha por la tierra, así como de las reivindicaciones de los pueblos y comunidades indígenas, hasta nuestros días.
El Diario Oficial de la Federación que edita la secretaría de Gobernación publica que hoy, diez de abril, es día de luto y solemne para la Nación. Que la Bandera Nacional deberá izarse a media asta.
El Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México edita el texto y agradecemos al abogado Jorge Alberto Ravelo Reyes, que nos lo acerca.
Nosotros simplemente, sin ninguna mala voluntad por coincidir con la “ceremonia” de la revocación de mandato, como acto de civismo cultural, lo reproducimos íntegro:
“La Revolución mexicana es un periodo en el que se conjugaron los ideales democráticos de las clases medias urbanas y el interés por desarticular el Estado clientelar y oligárquico del régimen porfirista, con las demandas sociales del mundo obrero y los reclamos por la redistribución y devolución de tierras y derechos de agua de numerosas comunidades rurales, una de ellas, en el estado de Morelos, donde las haciendas azucareras redujeron a su mínima expresión la tenencia y existencia de los pueblos.
En 1909 Zapata fue elegido jefe de la Junta de Defensa de las Tierras de Anenecuilco.
Dos años después, al ver cancelada la posibilidad de que sus demandas agrarias fueran resueltas por las vías legales y en respuesta al llamado a la rebelión contra el régimen de Porfirio Díaz, por parte de Francisco I. Madero mediante el Plan de San Luis, Emiliano Zapata se levantó en armas al frente de un gran número de campesinos surianos.
Al triunfo de la revolución maderista, Zapata se rehusó al desarme de sus tropas mientras el gobierno no devolviese a los pueblos las tierras usurpadas por las haciendas establecidas en el estado de Morelos.
En el verano de 1911, mientras Zapata negociaba el desarme de sus tropas con Madero, quien le ofreció que la reforma agraria sería estudiada y resuelta tan pronto como asumiera oficialmente la presidencia, el gobierno interino de León de la Barra envió una columna federal al mando del general Victoriano Huerta, con lo que se suspendió el desarme.
Zapata rompió con Madero como líder de la revolución y buscó refugio en la sierra poblana.
Desde ahí, el 25 de noviembre de 1911, junto con sus principales colaboradores, Zapata proclamó el Plan de Ayala, que desconocía al gobierno de Madero y exigía la inmediata devolución de las tierras a los pueblos que hubieran sido despojados de ellas, además de la dotación de ejidos a las poblaciones que los necesitaran.
Este programa se convirtió desde entonces en la bandera del agrarismo y fue defendido con firmeza por los campesinos morelenses.
Tras el derrocamiento del presidente Madero, ocasionado por el golpe militar de febrero de 1913, tanto los revolucionarios surianos, como los norteños, lucharon contra el gobierno ilegítimo de Victoriano Huerta.
En el verano de 1914, los zapatistas controlaron Morelos y las regiones circunvecinas, coadyuvando a la caída del gobierno usurpador, pero sin aceptar la jefatura de Venustiano Carranza, quien se empeñaba en unificar, bajo su mando, a los revolucionarios del país.
En los últimos meses de 1914 y a lo largo del año siguiente, los partidarios de Zapata, unidos con los de Francisco Villa, participaron en la Soberana Convención Revolucionaria y se enfrentaron a los seguidores de Carranza y Obregón, con quienes rompieron en noviembre de 1914, al no ponerse de acuerdo sobre quién debía asumir el poder presidencial y cuál debía ser el programa revolucionario.
Después que los villistas fueron derrotados en el Bajío por las fuerzas de Álvaro Obregón, a mediados de 1915, el ejército al mando del general Pablo González se desplazó al territorio de Morelos, con el propósito de derrotar a Zapata.
No obstante, en los años siguientes los campesinos zapatistas sostuvieron una tenaz guerra de guerrillas contra el gobierno de Carranza, quien asumió la presidencia de la República en mayo de 1917.
A comienzos de 1919, se urdió una celada para acabar con la vida de Zapata.
El plan consistía en que un subordinado de Pablo González, el coronel Jesús Guajardo, fingiría un distanciamiento con su superior y se pasaría a las filas zapatistas.
El jefe del Ejército Libertador del Sur, quien estaba en una situación apremiante por la falta de armas y parque para continuar la resistencia, decidió admitir al supuesto desertor, no sin antes ponerlo a prueba, solicitándole que tomara Jonacatepec, exigencia que cumplió en acuerdo con Pablo González.
Después de ello, Zapata aceptó reunirse con el coronel infidente, quien luego de una primera entrevista el 9 de abril, a la mañana siguiente lo invitó a su cuartel general, en la hacienda de Chinameca.
Escoltado por 10 hombres, Zapata llegó a la cita.
Un testigo presencial narró el trágico episodio:
“El clarín tocó tres veces llamada de honor, al llegar el general en jefe al dintel de la puerta, de manera alevosa y cobarde, a quemarropa, los soldados que presentaban armas descargaron dos veces sus fusiles”.
Insistimos en recuerdo del prócer es día de luto y solemne para la Nación.
Y nuestra Bandera Nacional Tricolor, deberá izarse a media asta.
Ah, pregunta inútil: ya sufragaste.