El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
Hay tanto plomo y sangre en el ambiente que hemos normalizado la violencia.
Violencia que se extiende por todo el globo terráqueo y que de a poco deja de sorprendernos, salvo hechos relevantes como el reciente tiroteo en Texas, donde perdieron la vida más de once personas, la mayoría niños de 9 y 10 años. Nos llama la atención también que en tan sólo una noche se hayan registrado 118 ajusticiamientos en diversos puntos de nuestro territorio.
En la lectura de los diarios y en el monitoreo de los medios electrónicos, observamos hechos incomprensibles e inauditos. En los Estados Unidos, nación que tiene un acendrado culto por las armas, un joven para festejar su cumpleaños 18 adquiere, sin mayores problemas, dos rifles de asalto. Nada más le pidieron su identificación y se armó hasta los dientes para dispararle en el rostro a su abuela y de ahí perpetrar un ataque masivo en una escuela primaria.
Y en seguida la reacción y el debate interminable en el vecino país del norte para regular la venta de armas. La poderosa y derechosa Asociación del Rifle, ligada a los fabricantes de armas, pone el grito en el cielo y acusa a la situación mental de los usuarios, y no a sus letales armas, de ser el origen y la causa de las ya continuas balaceras en aquel país, en lugares muy concurridos como plazas comerciales, escuelas y bares. Esa su pesadilla por el culto a las armas.
Esas mismas armas, rifles de asalto capaces de penetrar blindajes y despedazar cuerpos, son las mismas que llegan a México y son usadas por los integrantes de los sicarios al servicio de los poderosos Cárteles, que tienen dominado más de la mitad del territorio nacional. Los resultados de sus sangrientas disputas son de todos conocidos. Balaceras a plena luz del día, ejecuciones nocturnas, secuestros, extorsiones tráfico de drogas y personas. Todo un rosario de terror que no ha podido ser frenado con la actual “estrategia” de abrazos y no balazos. Esta nuestra pesadilla sin fin.
Uno de los diarios capitalinos de mayor penetración destacó que pese a los dichos, cifras y estadísticas de la Secretaria de Seguridad Pública, Rosa Icela Rodríguez, quien asegura han bajado los crímenes dolosos, la realidad indica que en México se asesina a una persona cada 15 minutos. Así el 24 de mayo pasado, se registró el segundo récord de homicidios dolosos en el sexenio, con 118; dos días antes, el domingo 22, ocurrieron 107, y el lunes 23 sumaron 69 casos. Un total de 294 asesinatos violentos en tres días. Según los datos y conteos del matutino, uno de cada cinco crímenes ocurrió el Guanajuato y el estado de México.
A la estrategia de seguridad, a todas luces errada y fallida, debe agregarse la impunidad prevaleciente.
Otro de los diarios de circulación nacional, en su edición del pasado 26 de mayo destacó lo siguiente: La incidencia delictiva contra las mujeres aumentó de enero a abril del presente año con respecto al año pasado. El incremento en casos de corrupción de menores fue de 25 por ciento; en extorsión, 20 por ciento; trata de personas, 18 por ciento; violencia de género, 14 por ciento; violación, 12 por ciento; lesiones dolosas, 4 por ciento, y violencia familiar, 0.3 por ciento. Algunos de estos delitos registraron cifras récord.
Pero las violencias no se ceban entre los sectores más desprotegidas o vulnerables, como son mujeres y niños, sino también entre los guardianes del orden. Datos de causa común señalan que cada día es acribillado un policía, así en lo que va del sexenio de la autollamada Cuarta Transformación, al menos mil 566 policías o ex policías han sido asesinados. Con base a datos de dicha organización ciudadana, la violencia contra los uniformados se ha recrudecido en el último mes donde cerca de 20 policías fueron asesinados.
En este contexto, la voz de la Coparmex, se suma a la de diversos organismos civiles y colectivos que exigimos un cambio en la estrategia contra la inseguridad y la violencia. La central patronal ha propuesto una serie de medidas para mejorar el actuar de los policías y ministerios públicos para la disminución de los índices delictivos.
Los patronos proponen mayor inteligencia en los cuerpos de seguridad, cumplimiento y respeto de la Ley –es decir cerrarle el paso a la impunidad–, coordinación entre las autoridades para que trabajen en equipo, así como la reconstrucción del tejido social. Las cifras del sector privado arrojan 115 mil 346 homicidios en 97 mil carpetas de investigación. Es decir, la cifra más alta de homicidios dolosos registrada en los primeros 41 meses del actual gobierno. Atribuyen a las bandas del narcotráfico y en especial al narco menudeo el incremento en la violencia.
E n tanto, desde Palacio se insiste en la estrategia de abrazos y no balazos, pues los criminales también son seres humanos.