Escenario político
Historias Surrealistas
AMLO, Peña y el hampa; del brazo y por la calle
Javier Velázquez Flores
El pecho de Porfirio Muñoz Ledo y Lazo de la Vega tampoco es bodega. Para él, Andrés Manuel López Obrador tiene una alianza con el narco, que además busca heredar. Menudo golpe recibió el presidente de quien fuera su maestro.
Alguna vez Muñoz Ledo relató que conoció a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano desde el kínder garden, Brígida Alfaro, inaugurado nada menos que por el padre del primero, el Tata, Lázaro Cárdenas del Río; era mediados de los años treinta del siglo pasado. Desde entonces, la vida de los dos ya casi no se separó.
Los dos ingresaron al PRI, en donde hicieron una larga carrera política, pero con los años se sintieron asfixiados por la rigidez del partido y, algunas décadas después, con otros políticos integraron la Corriente Democrática del tricolor, convencidos que ese partido debía abrirse a la democracia interna. Sus intenciones fueron aplastadas y tuvieron que salir del PRI para formar el Frente Democrático Nacional, que agrupó a varias fuerzas políticas y partidos para lanzar la candidatura presidencial de Cárdenas Solórzano en 1988. La historia de la “caída del sistema” y del fraude electoral más escandaloso de la era moderna hizo historia.
En la época de que la dupla Cárdenas-Muñoz Ledo estaba en la cúspide, en 1989 Andrés Manuel López Obrador tuvo la agudeza política de acercarse a ellos para buscar su apoyo, porque buscaba tener poder político, primero en regiones de Tabasco como Macuspana y luego en ese estado. A partir de entonces, formaron una tripleta formidable que se consolidó con la creación del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Con el tiempo, Cárdenas fue rebasado como aspirante presidencial de la izquierda por López Obrador, hasta que este se convirtió finalmente en el ícono que vencería en las urnas al viejo sistema, al dinosaurio del PRI, del cual todos ellos habían salido. Ahí empezó a terminarse la amistad entre Cárdenas y AMLO.
Actualmente, la manera de ejercer el poder presidencial de López Obrador, provocó el distanciamiento con sus anteriores compañeros. La complacencia de AMLO con el crimen organizado es una de las principales molestias de Cárdenas y Muñoz Ledo.
El trato obsequioso que da López Obrador a las bandas de delincuentes hizo que Muñoz Ledo no tuviera miramientos. Porfirio acaba de denunciar lo que parece obvio en la escena nacional: el presidente de la República tiene una alianza con el narco.
Parece obvia esta alianza, porque ¿qué se debe pensar de un presidente que señala que su gobierno también protege a los miembros de las bandas de delincuentes, porque tienen derechos humanos, pero no se reúne con parientes de desaparecidos y asesinados?, ¿qué pensar cuando el mismo López Obrador frecuentemente repite que él fue quien dio la orden de liberar al hijo de El Chapo, Ovidio Guzmán?, ¿qué debe pensarse cuando el mandatario indica que quienes operan en el triángulo dorado del narcotráfico es gente trabajadora?, como si quisiera lanzar siempre un mensaje de que lado se encuentra su predilección.
Muñoz Ledo habló fuerte y en la reunión plenaria de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (Copppal), efectuada el jueves, advirtió que López Obrador busca heredar al próximo presidente esa alianza que tiene con el narcotráfico, con el fin de obtener mayor poder. Vaya señalamiento: el adjetivo de narco presidente es muy duro.
La afirmación de Muñoz Ledo causó escándalo entre los asistentes al evento y los organizadores no encontraban como callarlo hasta que le mandaron varias tarjetas para pedirle que cambiara el tema, pero el experimentado político está más allá del bien y del mal y prosiguió, porque hasta el momento no ha nacido nadie que lo amordace, cuando decide hablar del tema que le dé la gana.
Y Muñoz Ledo siguió y siguió. Aseguró que al presidente se le está acabando la pista de su sexenio y, en esa medida, va perdiendo fuerza y “Andrés Manuel debe entender que su contubernio o alianza con el narco no es heredable, porque en esos momentos siempre y, en todas las plazas políticas, se entienden con el que va a llegar, ya no va a necesitar el narco del presidente”. Duro y a la cabeza la acusación del viejo político.
Sin embargo, no es sólo Muñoz Ledo quien advierte una alianza abierta de López Obrador con el narcotráfico. En una entrevista con la periodista Carmen Aristegui, que desató polémica, el ex candidato presidencial priista, Francisco Labastida Ochoa, aseguró que hay indicios de una alianza entre López Obrador y el Cartel de Sinaloa.
Si no, cual sería el interés del presidente de la República de visitar cinco veces Badiraguato, pueblo en donde nació Joaquín El Chapo Guzmán, y otros narcotraficantes famosos. ¿Un poblado con no más de 5 mil habitantes amerita tantas visitas e interés por parte de un presidente de la República?
Labastida, ex gobernador de Sinaloa, que algo sabe del asunto del narco, consideró que Morena recibió el apoyo del narcotráfico para ganar en 2021 las elecciones estatales en su estado y en Sonora, pero eso no fue todo, sino que marcó una clara colusión entre Peña Nieto y AMLO, de esta manera: la Procuraduría General de la República, en el sexenio de Peña Nieto persiguió falsamente al aspirante presidencial panista, Ricardo Anaya, para fortalecer el posicionamiento de López Obrador como candidato y finalmente, cuando AMLO ya había sido electo, se abandonó toda persecución sobre Anaya.
Peña Nieto tarde que temprano cobró sus favores. López Obrador se ha expresado muy bien de él y empezó a proteger a sus amigos. Por ello, AMLO fue solícito en exigir en Estados Unidos que el general Salvador Cienfuegos, secretario de la Defensa Nacional, de Peña, acusado de narcotráfico en el vecino país, fuera entregado a las autoridades mexicanas para poder liberarlo en nuestro país.
El general era una pieza clave para salvaguardar todas las huellas de los carteles en México, durante el sexenio peñista y que no quedara en manos de las autoridades estadounidenses. AMLO paga a Peña la factura.
Ahora, a más de medio sexenio de AMLO, cuando Ricardo Anaya apenas saca un poco la cabeza para pretender ser nuevamente candidato a la presidencia de la República, aunque no la tiene nada fácil, por la alianza entre PAN-PRI y PRD, el panista vuelve a ser perseguido por el Gobierno Federal, ahora con cara de Morena. AMLO paga a Peña la factura.
Y así van de la mano y por la calle, lo que nunca se había visto en el país: un presidente de la República, su antecesor y el hampa. Esta es la expresión de la narco política de manera jamás vista, mientras la ciudadanía está indefensa.