Arte de equilibrar responsabilidades: crecimiento en entorno desafiante
CIUDAD DE MÉXICO, 24 de junio de 2022.- El movimiento del Orgullo Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Intersexual, Queer y más (LGBTQI+) y su marcha tienen en México más de cuatro décadas de lucha social. Hoy en día existe “un panorama positivo, pero con persistencia de retos”, considera César Torres Cruz, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM.
Algo a favor “es que cada vez hay más reconocimiento a algunas identidades LGBTIQ+. Si comparamos el contexto político en la primera marcha (1979), lo que se pidió fue el cese a las redadas, a la discriminación, detener el acoso, conforme han pasado los años hay un poco más de reconocimiento social respecto a ciertas identidades como las lesbianas, homosexuales y bisexuales”, menciona.
No obstante, “como retos persisten el reconocimiento para personas trans, para no binarias, intersexuales, trans menores de 18 años de edad; además faltan legislaciones que permitan la unión civil entre personas del mismo sexo. Y en términos estructurales, todavía las poblaciones tienen estratificado el acceso a servicios de salud, empleo, educación, a condiciones de vivienda digna”.
A propósito del Día Internacional del Orgullo LGBTQI+ -a conmemorarse el sábado 25 de junio-, el doctor en Ciencias Políticas y Sociales resalta que el presente mes sirve para celebrar el movimiento, reconocer la diversidad y la disidencia sexogenérica, así como para generar estrategias que incorporen a las personas a la sociedad mexicana y se reconozcan sus derechos humanos.
Las personas no binarias, precisa, son quienes lidian con la discriminación porque no hay reconocimientos legales para ellas, toda vez que en los documentos solo hay dos categorías: mujer u hombre; faltaría incluir otra opción para “elles”.
“Por ejemplo: los pronombres, hay muchas burlas respecto al uso de la ‘e’ porque se argumenta que atenta contra el lenguaje. Además de eso, hay que luchar por las altas tasas de asesinatos por crímenes de odio. Hay organizaciones civiles internacionales que posicionan a México en los primeros cinco lugares a nivel global donde se quita la vida a más personas como práctica de odio”, describe.
Por ahora, continúa, las redes sociales (en Instagram, Facebook, TikTok) han permitido que se cree contenido en pro de esas poblaciones, se informa a la sociedad al respecto y eso contribuye a que haya otro tipo de representaciones.
En el caso de la UNAM indica: “La Universidad ha tenido, a lo largo de su historia, colectivos que han permitido a personas que estudian o trabajan aquí, se congreguen en un mismo espacio, que generen prácticas activistas”.
En el ámbito académico, prosigue, a partir del CIEG, y otras entidades, hay investigaciones avanzadas, pioneras en México, que generan insumos para darles voz.