Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
El columnismo emergente y la opinión destructiva
Teresa Gil
Aunque el punto de vista es personal, hay diferencias entre lo que es la opinión tradicional como un género de análisis y la actual opinión que lo revuelve todo. La opinión contratada en los medios de comunicación o usada personalmente en redes de programas especiales, ha terminado por convertir la información, en muchos casos, en el punto de vista de quien lo expresa. Los cambios drásticos que ha sufrido el periodismo tradicional, colocan a la opinión no solo como esa fuente de análisis que siempre ha sido, sino como la amalgama de varios géneros que se aplican mal y que se desconocen. Muchos de estos al haber sido avasallados, y mal, en otro género, poco a poco se han ido eliminando de páginas de medios escritos y digitales. La proliferación del genero opinión ha desplazado, además, al periodista profesional para ceder espacios a personas que en el fondo están usando la libertad de expresión. Opiniones compradas que se ajustan al que paga. En eso han terminado muchos medios, por lo general con fines utilitarios. Eso se refleja en el empobrecimiento del reportaje, la entrevista, la crónica y otros géneros. En los concursos de periodismo se ve ese desplazamiento porque aunque se menciona la lista de géneros, a la hora de la revisión, una buena mayoría no cubre los requerimientos o los confunden con otros.
EL COLUMNISMO ES IMPORTANTE SI CUMPLE SU FUNCIÓN. DIFÍCIL A VECES
La columna, ahora tan diversificada, cumple su función si no se sale del cauce y si no se confunde con la crónica que se le parece, pero que rebasa las funciones del columnismo. Uno de los axiomas del viejo periodismo, señalaba que un profesional de la información accede al nivel de la opinión, cuando ha recorrido con eficacia y dominio si se puede, todos los géneros. Es la calidad moral y profesional que se confiere a muchos que conocemos. Fueron los casos de Manuel Buendía, de Miguel Ángel Granados Chapa: ahora de Humberto Musacchio, de Carlos Ramírez, para mencionar a algunos. Yo tuve columnas desde muy joven en varios medios, pero cumplían la norma de ese género. Dar una información que rebasa la nota informativa, pero sin entrar radicalmente en la opinión. Ahora me quedo sorprendida de saber que tipos que pasaron de la redacción prácticamente como ayudantes, sin bagaje profesional, están haciendo columnas, de ataques sobre todo. Periodistas que conocí como reporteros mediocres que no daban una, no daré nombres, ahora enarbolan columnas diarias enfrentando incluso a los altos poderes o diciéndoselos en la cara, en algún programa digital. La libertad de expresión es de todos y opinar así aunque moleste, es legitimo. Pero en ese sentido es eso: el uso de la libertad de expresión. Por ello es la insistencia en ese derecho como tal, porque muchos que ahora pontifican y calumnian, saben que no son periodistas porque no se ajustan a los géneros o porque nunca lograron serlo.
LA CRÓNICA, GÉNERO POCO USADO, QUE CONFUNDEN CON LA RESEÑA
La crónica es un género poco usado porque necesita alimentarse de muchos géneros. Se nutre no solo de los géneros periodísticos, sino de los literarios. Leo a veces algunas muy buenas, entre ellas de Miguel Ángel Sánchez de Armas que me gustan. Yo escribo crónicas desde hace nueve años pero suelen referirse a Libros de ayer y hoy como una columna. Lo es en cierto sentido porque es periódica y llena ciertos requerimientos. Pero la crónica aparte de su enfoque personal, avasalla todo tipo de información no solo la decantación del tiempo. Están presentes la nota informativa, el reportaje adecuado al espacio, la entrevista reducida a ciertas respuestas, el artículo cuando uno se traslada a ese tipo de opinión, la reseña, hermana menor de la crónica que proporciona datos más limitados y luego el cuento, la poesía, la descripción novelada de un personaje y el autor o la autora, como alguien que se traslada entre las letras para dirimir parte de sus inconsecuencias. La crónica por desgracia, también ha sido desconectada en el periodismo actual, salvo algunas excepciones, pero es uno de los géneros que deberían de recuperarse porque si bien los oficios cambian con el tiempo, la información, la noticia, la vida misma siempre están presentes y hay que tener géneros a la mano para darlos a conocer.