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CIUDAD DE MÉXICO. 7 de agosto de 2022.- Aunque se ha avanzado en el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas enfrentan exclusión, negación de sus culturas, formas de organización, lenguas, entre otras expresiones de marginación social, considera el investigador de la Escuela Nacional de Estudios Superiores, unidad Morelia, de la UNAM, Orlando Aragón Andrade.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), actualmente existen aproximadamente 476 millones de indígenas viviendo en 90 países, quienes representan poco más de cinco por ciento de la población mundial. Sin embargo, se encuentran entre los grupos más desfavorecidos y vulnerables, siendo 15 por ciento de los más pobres.
En México, la más reciente estadística del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (realizada en 2010) indica que la población de 5 años de edad o más que habla alguna lengua indígena asciende a más de seis millones personas, de ellas 50.9 por ciento son mujeres y 49.1 por ciento hombres.
Además, se indica que los grupos que hablan lengua indígena están establecidos principalmente en el sur, oriente y sureste del territorio nacional: Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Puebla y Yucatán, entidades que concentran el 61.09 por ciento de la población total de habla indígena.
En ocasión del Día Internacional de las Poblaciones Indígenas –que se celebra el 9 de agosto–, Aragón Andrade subraya que las condiciones que enfrentan varían según los contextos o regiones. En Canadá, por ejemplo, son poseedores y dueños de petróleo, situación que contrasta con la mayor parte de América Latina o el continente africano.
“Llegamos a este aniversario con una situación que continúa en exclusión, marginación histórica de sus pueblos, culturas, formas de organización por parte de los estados nacionales, pero que se complejiza con el avance, la amenaza cada vez más presente de los proyectos de extracción y megaproyectos que se siguen promoviendo y difundiendo por el mundo. En todos lados nos encontramos los megaproyectos que amenazan no solo la identidad cultural de los pueblos, la salud, la seguridad de las personas y su territorio”, explica el investigador.
Cabe recordar que la ONU promulgó la fecha en 1994 para celebrar la primera reunión del Grupo de Trabajo sobre Poblaciones Indígenas, que se realizó en 1982.
Inercia de carácter colonial
De acuerdo con Aragón Andrade, “nos encontramos ante una situación que no es nueva, tampoco estamos igual que hace un siglo, pero en el fondo presenta una serie de contradicciones entre una serie de iniciativas, políticas, derechos de las comunidades y pueblos indígenas que han sido reconocidos en distintos ámbitos con una lógica e inercia de carácter colonial desde la fundación de los estados latinoamericanos, que la tiene metida en su corazón el Estado mexicano”.
El antropólogo refiere que existen varias iniciativas y triunfos que las comunidades indígenas han ganado y quedaron plasmadas en la Constitución. Sin embargo, las instituciones y la política pública con frecuencia palidecen frente a intereses de particulares o empresas extranjeras, por lo que se suele disponer de territorios o del entorno natural que tradicionalmente habían sido conservados por las personas originarias.
Históricamente se nos ha mostrado “que dentro del propio Estado mexicano hay de derechos a derechos, de agendas a agendas y de políticas a políticas, y siempre termina privando la que favorece al capital trasnacional y la que desfavorece a los pueblos indígenas”, destaca el también abogado e historiador.
Si bien se suele hablar de la inercia o espíritu colonial que tiene el Estado mexicano, lo cual se traduce en formas de control, dominación y marginación hacia los pueblos y comunidades indígenas, se debe reconocer que estas prácticas coloniales las reproducen también las poblaciones, enfatiza el experto.
Esto se refiere, comenta, a la educación en las familias, de manera que se excluye a aquellos que pertenecen a las comunidades indígenas, por lo que las nuevas generaciones pueden discriminarlos o invisibilizarlos.
“Lo que podemos hacer es cambiar esa mentalidad, obviamente; hay en el país gente que niega la existencia de los pueblos indígenas. Sería bueno enterarnos de nuestra realidad y entorno inmediato, dándonos cuenta de que somos una sociedad mucho más diversa y plural, conocerlos, no prejuzgarlos y alejarnos de las ideas más folclorizadas que son promovidas por el gobierno y el capital trasnacional para los turistas, y las comunidades son mucho más que eso”, asevera el investigador.
Aragón Andrade asevera que es importante valorar la labor en defensa de usos y costumbres que día a día realizan las comunidades indígenas en general.
“Aquí, en Michoacán, trabajo con 14 o 15 comunidades indígenas que ejercen autonomía y me sorprenden siempre sus autoridades, que son personas que defienden la cultura de sus comunidades, tradiciones, historia y son ejemplos de vida pues han decidido llevar las riendas de sus comunidades en contextos de violencia, despojo y de situaciones muy complejas y han tenido la valentía y sabiduría para salir adelante”, enfatiza el investigador.