Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
Más de 4 millones de documentos fueron extraídos de los archivos del Ejército. Los culpables fueron un grupo llamado “Guacamayas”, activistas digitales que quieren poner al desnudo las actividades de las fuerzas armadas, y que ha confirmado que el espionaje y esconder información, sigue tan vigente como antes.
Una Guacamaya es un animal que llena el espacio que habita con una voz estruendosa que se reconoce de inmediato, y creo que en México lo logró. Su escándalo está llegando a todos los niveles de la vida nacional y es algo sin duda alarmante.
Hablamos de que la seguridad es un asunto que toca todos los aspectos de la vida nacional, se toman decisiones de inversión, de desarrollo, de educación, de salud. Un sistema de seguridad inseguro a nadie le conviene, y más en estos momentos.
En estos días veremos una reforma que repercutirá en la forma en que vemos la seguridad, pues podría ser que el Ejército que quede en las calles realizando tareas de seguridad, y más allá, que absorba a la Guardia Nacional. Así que nos quedaríamos sin mandos civiles.
¿Pero dejar nuestra seguridad en las manos del Ejército, es lo más recomendable?
Aquí es donde Guacamaya, dejó un sistema desnudo que pareciera no estar del lado de los ciudadanos, pues además de esconder lo que todos necesitaríamos saber, como la situación de salud del Presidente, también esconde contratos, y lo más peligroso, sigue espiando a la gente, a personas que quieren hacer cambios y corregir la plana al propio Ejército.
Además, se demuestra que el Ejército y los cuerpos de seguridad tienen mal delineada la ruta para garantizar seguridad, porque en un país repleto de feminicidios, es irreal e ilógico que se persiga con mayor intensidad a los grupos feministas, que a los asesinos de mujeres.
Uno de los tantos documentos obtenidos delató que el Ejército estaría vigilando a colectivos feministas a quienes clasifica a la par de los grupos subversivos, anarquistas y guerrillas. También vigila los movimientos de las organizaciones sociales y a los ciudadanos que se movilizan con diferentes exigencias.
A tanto llega su detalle que menciona a 18 grupos anarquistas en 14 estados del país. La mayoría están bajo el cobijo de la Coordinadora Estudiantil Anarquista, a la que la Secretaría de la Defensa nacional clasifica como de tendencia “radical y violenta”.
Así que mientras en distintas poblaciones y comunidades de México, el crimen organizado pasea y opera con total libertad, por una política de “abrazos no balazos” que tiene con las manos atadas al Ejército; los activistas tienen su ficha dentro del Ejército. Esto nos hace dudar en serio, que sea una buena idea que la Guardia Nacional pase a ser parte de un organismo más espía que protector.