Descomplicado
Alertas tempranas y protección civil, tarea por hacer
Sin duda los Estados Unidos y Japón son dos potencias científicas y tecnológicas, pero ni con todo el avance registrado en los últimos años, ninguno de los dos países ha quedado exento de sufrir fuertes daños a su economía, infraestructura y, sobre todo, a la población por los embates de la naturaleza. El país del medio oriente es víctima de temblores y ciclones. Nuestro vecino continuamente es azotado por tornados y huracanes.
Empero, sus avances en materia de Protección Civil y alertas tempranas han propiciado que el número de fallecimientos sea menor que en otros países ubicados en zonas de alto riesgo. Un tema en cual, los mexicanos debemos trabajar mucho, ya que es sabido que los sectores más pobres son también los más vulnerables, al ubicar en lechos de ríos, a las faldas de los cerros y en barrancas sus precarias viviendas.
De ahí que debe observarse con atención el por qué, el huracán Ian azotó durante nueve días a la Florida, dejando a su paso más de 70 personas sin vida, desaparecidos, cortes de electricidad, entre otras consecuencias. La naturaleza no perdona, pero las alertas tempranas salvan vidas, y en este caso el número de fallecidos pudo ser mayor de no evacuar a tiempo.
Y aunque la Florida sigue en pleno proceso de recuperación, las autoridades de aquel país se han apresurado a llevar ayuda a los damnificados y acelerar la reconstrucción de un estado frecuentemente castigado por fenómenos naturales debido, entre otras cosas, a su ubicación geográfica y a las características del suelo. Es decir, son conscientes del suelo en el que viven y de lo que la naturaleza les depara. No hay la falsa creencia de la Ley de Atracción y que somos los humanos los que atraemos las desgracias.
Saben, pues, y de acuerdo con el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, que vendrán más huracanes, ciclones o tifones –que para el caso es lo mismo— los visitaran y los castigaran. Han aprendido de los ocho «grandes» tifones que han azotado a la Florida. Como «Andrew», que debido a su clasificación de categoría cinco, en 1992 y causó daños de hasta por 12 mil millones de dólares, dejando a 250 mil personas sin hogar.
Hasta el momento «lan», ha provocado más de 840 mil cortes de electricidad y daños de hasta 47 mil millones de dólares. Además, de acuerdo con la Patrulla Fronteriza, se registró el extravío de 20 migrantes, en su mayoría cubanos.
Al respecto y en reciente entrevista, publicada en un diario capitalino, la doctora Ruth Zavala, especialista en temas ambientales y docente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM, considera que a pesar de que Estados Unidos tiene una de las economías más fuertes del mundo, y en ese sentido se podría creer que es un poco menos vulnerable ante este tipo de eventualidades, sigue estando expuesto.
Considera entonces que la implementación y el buen funcionamiento de las instituciones encargadas de dar respuesta a este tipo de desastres, así como poner énfasis en las personas que son más vulnerables, como los niños, las mujeres, los adultos mayores y aquellos con alguna discapacidad.
Expone, además que otra medida que le parece importante es: contar con el personal de salud suficiente para cualquier tipo de incidentes, así como también reforzar las acciones financieras, desde la asistencia por el costo de alimentos hasta préstamos por desastres».
De igual modo, la doctora enfatiza que se esperaría una buena comunicación entre las autoridades y los medios de comunicación para informar y alertar a la población, quienes también pueden guiarse de aplicaciones como la de FEMA, donde se emiten alertas de emergencia.
Y toca el punto, para mi medular:
«Como existen estos fenómenos que no podemos controlar, debemos tomar medidas preventivas que hagan más resilientes a las sociedades para poder aprender a vivir con esto”.
Ciertamente, México con sus diez kilómetros de litorales está expuesto a los embates naturales, ya sea estas tormentas, huracanes y lluvias torrenciales. De ahíla necesidad de actualizar y mejorar los protocolos de protección civil, crear rutas de evacuación, albergues con servicios médicos oportunos. No es suficiente la implementación del programa DNIII que con eficiencia realiza el Ejercito para ayudar a los damnificados, sino implementar medidas preventivas que eviten la pérdida de vidas humanas.
Podemos prever por dónde y con qué fuerza entrará un huracán y darnos a la tarea de desalojar y proteger viviendas. No así un movimiento sísmico.