Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
LA PANDEMIA Y LA ECONOMÍA CXLIV…Los efectos de la multitudinaria marcha de acarreados de apoyo al cuarto año de gobierno de AMLO y para tratar de impulsar su reforma electoral que tiene un rechazo mayoritario de la sociedad.
López Obrador se encaprichó para emular al viejo PRI y tal y como ocurrió en las décadas de los sesentas y setentas y utilizó todo el aparato del Estado para llevar a cabo una multitudinaria marcha con acarreados para demostrar un supuesto apoyo a su gobierno y de paso marcó el arranque de la campaña por la candidatura presidencial rumbo a las elecciones de 2024.
La marcha en apoyo a AMLO y a la Cuarta Transformación fue un acto en el que el partido en el poder, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) utilizó a la Secretaría de Bienestar, a los gobernadores, diputados federales y locales, senadores, alcaldes y todo el aparato del partido, con recursos públicos, para hacer una gran movilización, además de que incluso hubo reportes en los medios de comunicación acerca de que había elementos del Ejército que fueron enviados a participar en este acto.
Tal y como lo hacía el PRI de antaño con los sindicatos, las organizaciones campesinas, el sector popular, la burocracia y los gobiernos estatales, ahora López Obrador hizo exactamente lo mismo, para enviar un claro mensaje “a los conservadores” para decir que “de Palacio Nacional no nos sacan”.
Para esta movilización no sólo se utilizó todo el aparato del Estado, sino que hubo hasta “acarreo mediático” a través de los medios de información del gobierno y los privados afines, ya que la mayoría de los medios de televisión no dieron cobertura a la marcha a favor del INE, mientras que los canales de televisión gubernamentales transmitieron prácticamente toda la marcha encabezada por el tabasqueño.
Durante todo el recorrido del Ángel de la Independencia al Zócalo de la CDMX, López Obrador estuvo escoltado por sus tres corcholatas como él mismo las bautizó: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López, quienes se perfilan como los serán los precandidatos favoritos de Morena en las elecciones presidenciales de 2024 y tratar de convertirse en el sucesor de AMLO, mediante un sistema de encuestas. Ricardo Monreal Ávila, no lo quieren y lo acusan de traidor.
Esta movilización –que convocó a más de un millón de personas según cifras oficiales- surgió en respuesta a la marcha en respaldo al Instituto Nacional Electoral (INE) que fue convocada por organizaciones sociales y la propia oposición el pasado domingo 13 de noviembre, y a la que además de ciudadanos acudieron algunos integrantes del PRI, PAN y PRD.
Ambas marchas -–tanto la que fue en respaldo al INE como la de apoyo a la Cuarta Transformación– pueden considerarse como el arranque de la contienda para ver quiénes serán los próximos candidatos a la presidencia de la República que competirán en los comicios de 2024, pero lo más grave es que desde el Palacio Nacional se ha fomentado el odio, la discordia y la división y desde la oscura y torpe visión de López Obrador se ha insultado a una buena parte de ciudadanos mexicanos que no coinciden ni con su forma de gobierno ni tampoco con sus ideas.
La marcha del pasado domingo, costó alrededor de mil 800 millones de pesos o más, de acuerdo a cálculos conservadores, si nos atenemos al millón de personas que Morena y cercanos a Andrés Manuel López Obrador aseguran que participaron y que fueron traídos de diversas entidades federativas. El costo promedio por asistente fue de unos mil 800 pesos, aproximadamente. El rubro más oneroso fue el pago que los acarreadores tuvieron que hacer a los asistentes para renunciar a su domingo y apersonarse en el Zócalo capitalino: entre 500 y mil pesos. El promedio del pago fue de 750 pesos.
Además, el segundo apartado más gravoso fue el transporte. Para traer a cerca de 700 mil acarreados de todo el país, desde lo más alejado del norte hasta lo más recóndito del sur, los gobiernos de Morena usaron alrededor de 17,500 autobuses., el cual quedó evidenciado en las redes sociales, donde se demostró el músculo corporativo de los sindicatos cooptados por la llamada 4T.
Esta participación masiva de la ciudadanía en la movilización del pasado domingo, mostró nuevamente que el corporativismo está vigente y que el viejo PRI sigue vivo aunque con otro nombre, y que el discurso de López Obrador en la plancha del Zócalo mantuvo su postura de igualdad y justicia social como valores centrales de su movimiento, aunque nuevamente volvió a mentir.
AMLO no hizo referencia al INE durante su intervención y la reforma electoral que propuso, por lo que se ve, está muerta, al no contar con los votos suficientes en el Congreso de la Unión para poder llevar a cabo una reforma constitucional que le permita alcanzar la mayoría de las modificaciones que propone.
Tal vez, esto sirva para calmar los ánimos violentos del tabasqueño y ahora ya se dedique a gobernar. Le quedan algunos meses para que enmiende varias situaciones en las que ha quedado a deber como son las inherentes al sector salud y a la generación de empleos, pero sobre todo, abatir la corrupción, aunque dudo mucho sobre éste último punto.