Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Exhumación de dictadores
Buen detalle del Presidente de España Pedro Sánchez, el haber exhumado a Francisco Franco, pero esas intenciones que quieren forjar un cambio, no se logran con solo un traslado de sepulcro. La derecha florece en ese país y llega al fascismo con el organismo Vox que se da el lujo de ir a aplicar lecciones a varios países, entre ellos México. Aquí Porfirio Diaz, si bien está enterrado en Francia, es exhumado metafóricamente de muchas maneras, y hay quienes han pedido en forma insistente que se le traiga de Francia y se entierre en el país. Otro dictador como Anastasio Somoza respira en Nicaragua, en las actitudes del gobierno que le endilgan a Daniel Ortega y en ese caso y en todos los demás, se debería de hacer un análisis profundo sobre el porqué de ese retomo y que factores influyeron para regresar al pasado. Los gobiernos tienen una responsabilidad, pero las fuerzas políticas, la ciudadanía que esconde viejas nostalgias, pueden estar implicadas también.
Opositores de los que gobiernan, estimulan graves retrocesos
En los tres casos mencionados, hay opositores que quieren recobrar el poder. Algunos coinciden con el dictador ausente como en el caso de España, pero vinculados con el neofranquismo al que pertenecen o de alguna manera sirven. En el Partido Popular están esos casos con un enfoque más moderno. En Nicaragua, los opositores son los que en una aparente posición centrista siempre estuvieron opuestos al Frente Sandinista de Liberación Nacional. Desde 1979 cuando triunfó la Revolución Sandinista, esos grupos en contra estaban definidos en el interior, mientras la Contra con el apoyo de Estados Unidos, se movía en Honduras. Pero esos grupos internos uno de los cuales, el de los Chamorro llegaron al poder en la persona de Violeta Chamorro, pertenecen a esos entornos económicos e intelectuales como el escritor Sergio Ramírez, que se asumen dueños de un país, como ocurre en México con los empresarios que están impulsando marchas y gente del PAN, PRI y PRD, que los apoya.
La exhumación porfirista resalta en acciones y obras suntuarias
El porfirismo nunca se ha ido, pero convertido en neoporfirismo lo vemos en expresiones más radicales. Las corrientes dictatoriales de los militares sudamericanos tomaron en esencia el ejemplo del fascismo para ejercer el poder. No hay mucha diferencia entre lo que hicieron Mussollini en Italia y Hitler en Alemania, con lo que hacían los militares en Argentina, por ejemplo. Los teóricos puntualizan cada expresión, pero lo esencial es el resultado: la agresión a la vida. En el sistema que sucedió al de Porfirio Diaz, hay diferencias con la agresión expuesta y evidente del militarismo, pero los resultados al final eran los mismos. Se construía la muerte a partir de la pobreza. Una muerte más lenta, pero más perniciosa por su largura. Los porfiristas mexicanos viven la nostalgia sobre todo en las obras de ese período y resaltan lo suntuario de edificaciones que costaban enormes fortunas, pero que empobrecían más a la población. Sin embargo, una de las obras clave de ese gobierno, Bellas Artes, atravesó 24 años antes de ser inaugurada por otro gobierno en 1934. O sea que ni siquiera la gloria que le atribuyen a las dictaduras suele ser cierta. Pero los muertos que en este caso dejaron después de una Revolución con la que quiso buscarse la liberación, si fueron ciertas, más de un millón. Esa es la verdadera exhumación de los tiranos. Antes y en el Boom literario de los años sesenta y setenta, se exhibe descarnado en algunas obras, las épocas en las dictaduras más arraigadas, que ahora se representan en los movimientos de derecha que asoman el rostro en América Latina.