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La Feria Internacional del Libro que se celebra anualmente en Guadalajara, es uno más de los negocios que Raúl Padilla ha realizado desde su cacicazgo en la Universidad de Guadalajara.
La Feria Internacional del Libro de Guadalajara es una hidra de múltiples cabezas. El glamur intelectual aparece como la más visible y atrayente. Sin embargo, la cabeza oculta y quizás la cabeza pensante que mueve a la FIL es la económica, dicho en otras palabras, la generación de un caudal de recursos que llegan al más alto nivel del Grupo de la Universidad de Guadalajara.
La FIL se ha convertido en un espacio para la recreación de la cultura, las letras y pasarela de Premios Nobel de Literatura bajo una alfombra por la que circulan millonarios recursos. Recordemos que la FIL surge bajo el patrocinio de importantes empresas del sector privado jalisciense y de instituciones gubernamentales federales, estatales y municipales. Los donativos para impulsar a la FIL se otorgaban a cambio de espacios publicitarios, stands, participación en conferencias, foros y cortesías de ingreso. Al paso del tiempo y con el apoyo de la mercadotecnia, los patrocinios se volvieron más costosos y sofisticados. Dependiendo del monto del donativo se otorgan distintivos especiales para participar en el evento. La FIL se convirtió en un gran negocio.
Así, la fama de la FIL ha generado en consecuencia una plusvalía o valor agregado que se refleja en las altas cotizaciones para la renta de espacios donde inclusive se cotiza en dólares. La concesión de los espacios gastronómicos, por cierto, con precios muy elevados, multiplica la fuente de ingresos al negocio.
Este año se espera una asistencia de 800 mil visitantes cuyo cobro de boleto aceita la caja registradora. Como buen negocio, la FIL reduce costos utilizando la infraestructura humana y física de la Universidad de Guadalajara. En otras palabras, maestros, personal directivo y administrativo de la nómina de dicha institución, que reciben recursos públicos, son comisionados a tareas y responsabilidades dentro de la FIL. También existen ahorros gracias al apoyo que reciben de las instituciones de seguridad pública y protección civil del gobierno estatal y municipal. Por si fuera poco, son cientos de trabajadores “voluntarios”, principalmente estudiantes, que desde muy temprano se incorporan al engrane de la máquina de dinero de la FIL.
Nadie da paso sin huarache y sin duda que eso aplica al promotor de la FIL, Raúl Padilla.
La cultura como instrumento para acumular ganancias bajo una bien armada infraestructura institucional de apoyos y ahorros bajo la consigna de promover al libro, al final lo que importa es el libro de contabilidad que refleja las ganancias.
Este año además, la FIL se está convirtiendo en el escenario de la lucha política por la sucesión del gobierno del estado de Jalisco entre Enrique Alfaro y Raúl Padilla.
De esa disputa nos ocuparemos en próxima entrega.