Transparencia, el reto de la transición al Inegi y la reforma necesaria
CIUDAD DE MÉXICO, 6 de diciembre de 2022.- Aunque México se encuentra herido debido a la violencia colectiva que experimenta, el país carece de investigaciones o estudios que den un panorama nacional sobre los impactos que ha generado este flagelo en la salud mental de los mexicanos, refiere la investigadora de la UNAM Dení Álvarez de Icaza.
Creo que falta muchísima investigación, la última encuesta epidemiología psiquiátrica es del 2003 y creo que no se ha realizado un estudio a gran escala que nos dé un panorama nacional. Tenemos estudios hechos en regiones o en algunos grupos particulares que nos dan información útil, pero no ese gran estudio.
Sí hay algunas encuestas que hace el Inegi que nos hablan de la percepción nacional de la seguridad y otros temas, pero no sobre salud mental”, señala en entrevista a propósito de su reciente libro Salud mental y violencia colectiva, editado por Debate, en el cual participa como coordinadora e investigadora junto al ex rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente y otros 13 especialistas.
La también secretaria técnica del Comité Técnico para la Atención de la Salud Mental de la Comunidad de la UNAM apunta que hay poca investigación sobre la génesis de la violencia colectiva y su aceptación en el país.
Estamos en una etapa muy temprana de estudios sobre violencia colectiva en México, Colombia nos lleva algunas décadas en varias cosas, cuentan con mucho más investigación en relación a salud mental y cómo se han presentado algunos fenómenos, derivados del conflicto de violencia por la delincuencia organizada.
En México hace falta que se hagan estudios a mayor escala, podríamos decir que estamos apenas en proceso, contamos con investigaciones a nivel local, pero hace falta que se escalen a nivel nacional”, recalca.
-¿Qué es la violencia colectiva?
-Un referente importante es la definición de la Organización Mundial de la Salud, que define a la violencia colectiva como el ejercicio sistemático de un grupo con una identidad definida hacía otro grupo de individuos con la finalidad de obtener algún tipo de control económico, político y social. En esa definición caben las guerras, pero también el terrorismo o la violencia por delincuencia organizada, por pandilla o los crímenes de Estado.
-¿En el caso de México cuáles serían los principales focos generadores de esta violencia colectiva?
-Serían la violencia colectiva asociada a delincuencia organizada y la violencia relacionada con los agentes estatales.
Son los delitos de alto impacto que se derivan de la delincuencia organizada, como los enfrentamientos de bandas criminales con las fuerzas del orden, al igual que los crímenes hacía población civil.
En el caso de la violencia de Estado, los perpetradores son agentes estatales y hay varias formas en que se manifiesta, sobre todo, lo que tiene que ver con el uso excesivo de la fuerza o un uso represivo de esta. En el caso mexicano es más complejo por la colusión que existe entre fuerzas estatales con el crimen organizado.
Entonces se vuelven agentes que participan de otras formas de violencia. Pero la violencia de Estado es el uso del aparato estatal para represión a un grupo de población que pueden ser opositores políticos, lo cual violenta los derechos humanos.
-¿Cuáles son las consecuencias de esta violencia colectiva?
Tiene efectos en todos los niveles sociales, económicos, en la formación escolar, sobre el empleo entonces diríamos que están prácticamente en todas las estructuras sociales. Pero de manera puntual los efectos psicosociales y de salud mental, tenemos que habría dos niveles de afectación.
El individual, al pasar por un ataque se manifiesta por una enfermedad mental como puede ser depresión trastorno por lesiones post traumáticas, consumo de sustancias adictivas, conductas suicidas.
Si lo vemos a nivel de grupos sociales seguramente será el aislamiento social, pérdida de la confianza de tipo moral, muchas veces tenemos la capacidad de confiar en los desconocidos, pero quienes vienen de un ambiente violento pierden está capacidad, aquellos que son externos a la propia comunidad son vistos como personas potencialmente amenazantes, esta retracción de los individuos, a veces se cohesiona a veces en sus propios grupos sociales, pero se distancian de otros grupos y eso es la fragmentación social y empieza a fragmentarse la red social, se pierden espacios de convivencia, espacios que dan a la comunidad capacidad de organización o afectan la gobernabilidad o la capacidad de las comunidades a ser resilientes ante las situaciones críticas como la misma violencia, porque se rompe esta misma capacidad de organización o de apoyo social.
Otra cosa que ocurre con este fenómeno del trauma colectivo, se refiere a cuando una comunidad está expuesta a un evento crítico altamente traumático, además de que se modifica esto que decíamos de la convivencia entre los miembros de la comunidad, también van cambiando la cultura los valores de las personas y muchas veces la vida de la comunidad empiezan a girar en torno al evento traumático en sí.
Otra cosa que ocurre es la normalización de la violencia y empieza a verse como aceptable o normal una serie de eventos que en otros contextos deberían causar asombro o indignación y que se perciben ahora como cotidianos; esto también permea en las relaciones individuales, empezamos a ver la violencia como una forma aceptable de interactuar.
¿La normalización de la violencia sería la consecuencia más extendida de todo el país?
Para contestar esa pregunta, que es uno de los puntos que señalamos en el libro, es que necesitamos hacer investigación al más alto nivel.
Por ejemplo, en Guerrero sí encontramos, que sí hay una normalización de la violencia, importantísima, hay comunidades expuestas, pero también una ruptura de la red social. No te podría decir cuál prevalece más porque son parte del mismo problema.
Si quisiéramos conocer cómo se está dando este fenómeno, tendríamos que hacer estudios a nivel nacional, esa es una de las cosas, que el libro pudiera llamar al debate sobre la necesidad de hacer más investigación para contar con cifras que nos den una dimensión del fenómeno.
Dení Álvarez de Icaza y Juan Ramón de la Fuente convocaron a reflexionar y analizar sobre la violencia colectiva y la salud mental a César Alarcón, Luis Astorga, Carolina Espinosa, Karla Flores, Markus Gottsbacher, María Cecilia Jaramillo, David Márquez, María Elena Medina, Diego Morales, Olmo Navarrete, Jesús Pérez, Luciana Ramos y Néstor Rubiano.
“Buscamos generar un libro que en primer lugar estuviera enfocado a la salud mental y a la violencia colectiva porque existen textos de salud mental en torno a guerra y violencia colectiva, pero no hay obras que tengan una visión más completa. Lo cual da pie a un segundo objetivo que era hacerlo desde una visión interdisciplinaria incorporando la parte social no solamente la médica, hablar solo de enfermedades mentales y no ver el contexto social, sería como ver sólo un fragmento de una pintura.
“Entonces queríamos que tuviera una visión interdisciplinaria, y que cuando hubiera ejemplos intentar concretarlos a la realidad mexicana… y queríamos un nivel académico, pero que pudiera ser una fuente de consulta para quienes toman decisiones políticas y de seguridad para que cuenten con visión informada del fenómeno”, recalca la investigadora, sobre el libro que sostiene que no puede existir salud mental en donde hay tanto dolor.