Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
El anuncio de que la Academia de Cine española dedicará al delito del acoso parte del programa de la entrega de los premios Goya, exhibe la gravedad de una conducta que siempre ha existido pero a la que nunca se tomó en cuenta. Y trasciende ahora al espacio político. Fue vista con toda naturalidad la permanente agresión a mujeres, hombres y niños, hasta que Me Too lanzó al mundo en 2017 ese movimiento, para advertir sobre un detente. Desde entonces los casos de denuncias, sobre todo en personajes famosos, se han multiplicado. Pero la definición de acoso de parte de la Real Academia Española (RAE) de trato vejatorio y descalificador, que desde luego puede incluir lo político, rebasa el lenguaje y se suele insertar como un camino a la agresión psicológica, en una violación sexual, incluso llegar al asesinato. En el caso español, se toma la decisión, pese a que ya había habido advertencias, el comportamiento del productor Javier Pérez Santana detenido por acoso grave a la actriz Jedet, tras la entrega de los premios Feroz. Y en ese país aún retumba el caso del jugador brasileño Dani Alves, que no fue un simple acoso sino una violación sexual cometida de la manera más infame en una joven que estaba en un bar. Pero ahora han surgido acusaciones similares contra él, que se inician con el acoso. En México ya fue defenestrado por el equipo Pumas por incumplimiento de contrato. El acoso puede conducir a crímenes más graves, ya mencionados, como el asesinato, ante la negativa de la víctima o la reacción de defensa. Muchos de los feminicidios tienen ese desarrollo.
Eso era normal, según dijo en su momento el cantante Plácido Domingo
La muchas agresiones que se han cometido a lo largo de los tiempos no solo en mujeres sino en hombres y en niños, a partir del bullying, fueron considerados por una sociedad tolerante que veía con naturalidad los apapachos, los presuntos arrullos, besos que rebasaban el ámbito del saludo o toques afrentosos en zonas delicadas. Por ejemplo al mencionado productor Pérez, se le denunció en redes que era asiduo “en besar en la boca y en el cuello y tocar el culo”. Después de las muchas denuncias que se hicieron contra el cantante Plácido Domingo, por acoso y conducta afrentosa contra mujeres, sobre todo artistas de sus equipos, él dijo con toda tranquilidad que antes eso era considerado normal y no se veía como delito. Acordes a esa versión, varios países lo siguieron contratando, pese a que en Estados Unidos una de su principales sedes, lo había borrado del mapa. Actualmente su caso está silenciado.
Mucha disquisición, definiciones a granel , pero el acoso sigue
Importante que un evento tan famoso como la entrega de los Goya se haga cargo de un caso como lo que ellos llaman el protocolo antiacoso. El tema ha entrado a la lingüística y abundan los aportes y definiciones en torno a lo que define como acoso la RAE. Y se habla de tratos ascendentes, descendentes y trasciende al derecho penal como causa de agravados o disminuidos. Más de cien países tienen en sus códigos la definición y su penalidad y el Parlamento Europeo lanzó una definición propia que se añade a las muchas que se han dado. En México buena parte de sus estados tienen, algunos desde 1991 el hostigamiento sexual, como también lo recogió el Código Penal Federal. En 2017 se tipificó el acoso y el ciberacoso. Pero éstos siguen expuestos en el mundo, desde la fecha clave en la que otro productor como Harvey Weinstein fue pescado después de una larga carrera de abusivo, sometido a proceso y enviado a la cárcel. Los nombres aumentaron a partir de entonces y se siguen añadiendo a diario. En México ha habido mucha sobriedad en el asunto, quizá porque el machismo respira fuerte y esas fueron y son concesiones que todavía tiene. Se está viendo sobre todo en el aspecto político ahora desatado, cuando se refiere a mujeres, como ejemplo la jefa de gobierno Claudia Sheimbaum acosada de diferentes manera por opositores. El acoso es común a diario, sobre todo en redes y son pocos los casos denunciados.