Ráfaga
A la lucha de las corcholatas le faltan muchas historias.
Tal vez ninguna buena y otras de mucho riesgo.
Ayer nos enteramos del frente de los gobernadores de Sonora y Campeche, Alfonso Durazo y Layda Sansores, en contra del secretario de Gobernación.
Le critican su equipo de campaña.
¿Tanto pavor les causa Adán Augusto López?
La incorporación del tabasqueño a una posición de privilegio en el gabinete fue extemporánea y en apariencia eso les daba ventaja a las otras dos corcholatas más visibles: Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard.
En las preferencias del presidente de la república no aparecía Ricardo Monreal, pero finalmente su empeño y su trabajo en el control político del Senado de la República lo mantienen en la contienda.
Al margen de esas maniobras, y este dato exhibe su fracaso, los cuatro están presentes en la opinión pública aunque las acciones y el discurso oficiales perfilen a alguno desde Palacio Nacional.
COHUILA Y EDOMEX
La irrupción de Alfonso Durazo merece su registro.
¿Por qué?
Porque los números no dan un claro favorito y es necesario incorporar a otro presidenciable para marginar a quien en su momento no sea deseable al ojo presidencial.
Bajo análisis está si es el gobernador de Sonora.
De esa manera a un incómodo -por ahora los cómodos son Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López– se le colocaría en una posición presuntamente de baja competencia.
Así se anularía su protesta, su pataleo.
¿Algo nuevo?
No.
En el estado de México para hacer candidata a Delfina Gómez se manipuló la llamada segunda encuesta de Mario Delgado y se relegó a los más competitivos.
Al favorito Higinio Martínez se colocó casi al final de la cola, atrás del alcalde de Ecatepec Fernando Vilchis y del titular de la Agencia Nacional de Aduanas, Horacio Duarte.
Otro ejemplo:
En Coahuila el puntero siempre fue el subsecretario de Seguridad Pública, Ricardo Mejía Berdeja, pese a ser un maromero con carrera política en Guerrero, donde fue diputado local por MC.
Pero la voluntad presidencial mandó al empresario y senador Armando Guadiana y ahí vino el quiebre del oficialismo, pues Mejía Berdeja se fue al PT.
Para la Presidencia de la República se planea hacer lo mismo y ya se verá a quién eligen como señuelo en Palacio Nacional para maniobrar a placer la designación del abanderado morenista.
Con estos datos no se sorprenda si luego las críticas de Alfonso Durazo y Layda Sansores son parte de esta campaña negra impulsada desde el poder mismo.
¿VÍCTIMA OTRA VEZ?
Otra víctima sería Marcelo Ebrard.
El canciller ya sufrió la adversidad en noviembre de 2011, cuando le fue favorable la mayoría de las preguntas para lanzar al candidato presidencial perredista.
El acuerdo con López Obrador era aparecer ambos en público y, frente a los medios, sellar el acuerdo de unidad con la mano en alto del ganador.
En lugar de eso, en una oficina privada de la colonia Narvarte, el entonces jefe de Gobierno fue obligado a renunciar a sus aspiraciones y el candidato resultó el de Tepetitán, Macuspana.
Ebrard se disciplinó y si ahora se le margina a la mala sería la segunda puñalada trapera de quien considera amigo pero no confía en él.