Descomplicado
Tanto la delincuencia organizada como la incapacidad de sus autoridades para combatir con eficiencia el flagelo de los asesinatos, extorsiones y secuestros a visitantes y a los habitantes de los principales destinos turísticos de México, Acapulco y Cancún, se hunden en crisis de inseguridad y baños de sangre.
Ayer apenas, a las afueras de las oficinas del Ayuntamiento de Benito Juárez en Quintana Roo (Cancún) ocurrió un nuevo evento de violencia extrema.
Desde que Morena llegó a gobernarlos, cada vez son más parecidos los estados de Quintana Roo y Guerrero, y sus principales ciudades Cancún y Acapulco.
Basta echar un vistazo para ver que esas similitudes no son por ser los principales destinos turísticos del país, sino que hoy su parecido, como hermanos gemelos, es por la incapacidad de sus gobernantes, Mara Lezama en Quintana Roo y Evelyn Salgado en Guerrero, y lo mismo pasa con las alcaldesas, Ana Patricia Peralta en Cancún y Abelina Rodríguez en Acapulco.
¿Pero qué han hecho estas 4 mujeres por sus respectivos estados y ciudades? Pues sí, las cuatro han hundido a estas dos joyas turísticas del país en baños de en sangre y con problemas de inseguridad mucho más graves de lo común, convirtiéndolos en paraísos para el tráfico de drogas, esas que tanto pueden encontrar los turistas internacionales que llegan al país.
Sabida es la historia de Acapulco, que desde que llegó el morenista Félix Salgado Macedonio, como alcalde del puerto de Acapulco, entonces bajo la bandera del PRD, se, convirtió ese importante centro de turismo internacional en una ciudad peligrosa que, poco a poco, fue tomada por grupos criminales. A partir de entonces los altos índices de violencia así como un crecimiento exponencial de crímenes de alto impacto se convirtieron en el PAN de cada día en el bello puerto.
A la fecha, se mantienen constantes las ejecuciones y delitos en Acapulco…
Y ahora pasa lo mismo en Cancún.
La alcaldesa Ana Paty Peralta,, como le gusta que la llamen,, vive en su mundo de glamour, administrando el desastre que le dejó Mara Lezama al renunciar a la presidencia municipal de Cancún, para asumir la gubernatura de Quintana Roo, mientras que la ola delictiva crece de una manera por demás preocupante.
Desde que Mara Lezama era alcaldesa de Cancún, la joya del Caribe mexicano, el municipio vive graves problemas de inseguridad, pues los criminales operan sin recato y el cobro de derecho de piso para poder trabajar honradamente, es la moneda de cambio cada vez más común.
Y mientras Lezama y Peralta se esmeran en esconder la verdadera cara criminal de Cancún, luciendo la zona hotelera y la bonanza que existe gracias a los hoteleros y prestadores de servicios, la zona alejada del turismo, esa en donde viven los cancunenses, padece la zozobra de ser asolada por la delincuencia organizada.
Los asesinatos y ejecuciones son cada vez más comunes en Cancún, y el colmo llegó cuando apenas hace unos días, con pleno cinismo, los delincuentes abandonaron una cabeza humana en la colonia Cuna Maya.
Y qué decir de las ejecuciones a balazos en plena playa de tiradores de droga, en medio de miles de turistas, y el robo a los comensales del lujoso restaurante Lorenzillos, crímenes que en ambos casos se dieron por delincuentes que llegaron por el mar.
Y así como creció Mara Lezama en la política al amparo de Morena, así ha crecido el crimen en la entidad desde su llegada al gobierno,; hoy esos delitos que padecía Cancún con ella como alcaldesa, los padecen ya los quintanarroenses, y destinos como Tulum, Playa del Carmen, Puerto Morelos y hasta Chetumal, que, sufren ya los estragos criminales que había en el Cancún de Mara.
Y esa crisis de inseguridad se ha agravado porque la “seguridad pública” se mantiene en manos de los mismo jefes policiacos que estaba en Cancún y con el anterior gobernador, Carlos Joaquín González: Rubén Oyarvide se mudó de Cancún a Chetumal para encabezar a la policía estatal, y Óscar Montes de Oca se mantiene al frente de la Fiscalía, una dependencia cada vez menos eficiente y más corrompida desde donde opera el robo de autos con células delictivas enquistadas en la estructura policial.
Y qué decir de esas “casualidades” que se presentan, que justo ahora que llegó la Guardia Nacional a “cuidar” las carreteras de Quintana Roo, principalmente la 307, que conecta Cancún con Chetumal, se han agravado los robos y el trasiego de droga crece con impunidad, y los elementos federales nunca ven nada.
Vaya, ahora hasta Doña Lety, la narcotraficante que estuvo algunos años presa por ese crimen en una prisión federal, opera de nuevo con total tranquilidad en la entidad, y busca recuperar los territorios que cayeron en cárteles enemigos durante su ausencia.
El propio Óscar Montes de Oca, como fiscal, admite que El Cártel Jalisco y el de Sinaloa se disputan el territorio de Quintana Roo, pero la Sedena señala que son cinco, y suma a la guerra por Cancún, Tulum, Bacalar y el resto de Quintana Roo a Los Pelones, los Independientes, el Cartel del Golfo.
Y los afectados son los cancunenses o quintanarroenses, que al igual que los acapulqueños y los guerrerenses, ven día a día como la paz y la tranquilidad de lo que antes fue un paraíso terrenal, ahora se halla ensangrentado, bajo la incapacidad, ¿o complacencia? de las autoridades, que se empeñan en convertir a la joya del Caribe mexicano, en el nuevo Acapulco de la Riviera Maya.
¡Lamentable!