Ráfaga/Jorge Herrera Valenzuela
Banamex: el “negocio” perdido de AMLO
“Sí señor presidente, claro que el gobierno mexicano puede comprar un banco comercial privado, la ley lo permite”, comentó el asesor en materia financiera al mandatario y esta idea creció en su mente, como la marea en noche de luna llena.
Esta es la historia de un presidente de la República que quería un banco de primer piso, de un empresario que se arrepintió de convertirse en banquero y de un corporativo extranjero que no encontró suficiente dinero ni en el gobierno ni entre hombres de negocios del país para vender Banamex, la otrora joya de la corona del sistema bancario nacional.
La estrategia del presidente Andrés Manuel López Obrador para que su gobierno comprara Citibanamex fue creciendo en los últimos días, después de las consultas del ejecutivo federal con su secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O y con integrantes de su gabinete económico. “Sí se puede, señor presidente”, reiteró uno de los participantes.
El retiro del magnate Germán Larrea Mota Velasco de la puja por el centenario banco fue el banderazo de salida para que López Obrador se decidiera. Con brillo en los ojos, en la conferencia mañanera del pasado día 24, afirmó: “nosotros sí necesitamos un banco y es una oportunidad”.
De acuerdo con las cuentas del presidente, el Gobierno de la 4T estaba en posibilidades de esa importante compra, porque si Banamex costaba 7 mil millones de dólares, se tendrían que pagar impuestos por 2 mil millones de impuestos para la hacienda pública, que regresarían a la bolsa para comprar el banco.
Así quedarían pendientes 5 mil millones de dólares, que provendrían de una sociedad público-privada, en la cual se aportarían 3 mil millones de dólares, más 2 mil de la venta de acciones a los mexicanos.
Por segunda ocasión, al presidente le volvieron a brillar los ojos, porque a los mexicanos les interesaría adquirir acciones de Banamex, ya que la banca es un negocio extraordinario, que el año pasado dejó ganancias por 240 mil millones de pesos.
Todo hace ver que ese “espontáneo” interés presidencial no fue tal, sino que se planeó paso a paso. El mandatario se encargó de poner trabas a la compra-venta. Primero advirtió que en la transacción no se afectara a los trabajadores y que el importante patrimonio cultural de Banamex se mantuviera en México, “sugerencias” perfectamente entendibles, pero después puso como condición que el banco fuera comprado por empresarios nacionales, lo que dejó fuera al capital extranjero.
La Comisión Nacional Bancaria es un órgano desconcentrado de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), con facultades en materia de autorización, regulación, supervisión y sanción sobre los diversos sectores y entidades que integran el sistema financiero en México. Es decir, de la CNB dependen las autorizaciones para que un banco opere.
La función de la banca depende de una concesión otorgada por dicha Comisión. Por eso, precisamente la operación de venta de Citibanamex pasaría precisamente por el visto bueno de la CNB y la transacción cayó en bandeja de plata al presidente López Obrador y él no desaprovechó la oportunidad.
Una verdad incuestionable es que Banamex viene a la baja desde hace años. Cuando se reprivatizó la banca y esa institución fue comprada por el grupo empresarial encabezado por Roberto Hernández y Alfredo Harp Helú, la institución ocupaba el primer lugar en muchos rubros y ahora se encuentra en el cuarto.
De acuerdo con una valuación de Bank of America Securities, hecha pública en enero de este año, Banamex tenía una valuación de entre 12 mil 500 y 15 mil millones de dólares en ese momento. En 2022, Citigroup anunció su interés por vender Banamex, en la parte al menudeo para quedarse con la parte de grandes inversionistas.
Con su adquisición por parte de Citigroup, Banamex fue perdiendo fuerza ante la competencia de entidades extranjeras como BBVA y Santander, y superado en algunas áreas por el mexicano Banorte. Citi empezó a perder interés en la banca de menudeo y decidió abandonar este campo, por lo cual determinó buscar un comprador para Banamex.
Sin embargo, las negociaciones extendidas por un año, en las que López Obrador fue poniendo trabas, descartó en parte a posibles compradores. Las primeras valuaciones de analistas consideraban que el banco podría tener un costo de hasta 8 mil millones de dólares. De cualquier manera, la cifra era menor a los 12 mil 500 millones de dólares que pagó Citigroup en 2001.
Después de un año de negociaciones para su venta, trascendió que el costo del banco era de 7 mil 100 millones de dólares, un monto que considerado por analistas de Credit Suisse como «alto». Durante ese tiempo, la institución perdió más valor. Toda mercancía que no se demanda, baja de precio, es una ley de la economía.
Tras el desistimiento de Larrea y el interés de López Obrador para que el Gobierno mexicano comprara Banamex, Citi la pensó mejor y anunció que realizará una oferta pública inicial (OPI) en el mercado de valores en 2025, de sus negocios de Banca de Consumo y Banca Empresarial en México para ofrecer el máximo valor a sus accionistas, es decir, para obtener más dinero que el que hubiera obtenido en una venta directa.
“Banamex mantendrá las tarjetas de crédito, la banca minorista, crédito al consumo, hipotecario, seguros, pensiones, afore, depósitos y una oferta completa de productos de Banca Empresarial. Los aproximadamente 38 mil empleados que contribuyen al Negocio, así como la colección de arte y los edificios históricos, permanecerán como parte de Banamex”, enfatizó Citi, lo cual era una de las principales preocupaciones de López Obrador.
Durante las últimas dos décadas, Citi invirtió 2.5 mil millones de dólares para incrementar las capacidades de banca digital y móvil de Banamex, lo que fortaleció su infraestructura tecnológica, modernizado su red de sucursales y cajeros automáticos a nivel nacional, profundizado la relación con sus segmentos clave de clientes y contribuido a la inclusión financiera en México.
El negocio de Citibanamex fundamentalmente es el minorista, es decir, el que atiende los rubros de seguros, Afore y los créditos en tarjetas, nómina, vivienda y Pymes. En el anuncio que hizo Citigroup en 2022 se estableció que la venta se haría en una sola transacción.
No es posible que López Obrador afirme que el Gobierno Federal necesita un banco, cuando tiene a Nacional Financiera, Banjército, Banobras y al Banco del Bienestar, entre otras entidades. Ah, pero hay un punto importante: con la compra de Banamex, toda la red de cajeros, sucursales y oficinas, seguramente hubiera sido absorbida por el Banco del Bienestar, cuya estructura actual es limitada.
No es cosa mayor, porqué Banamex cuenta con una gama completa de servicios financieros para los segmentos de banca de consumo y banca empresarial, con una amplia red de distribución de mil 300 sucursales, 9 mil cajeros automáticos, 12.7 millones de clientes del segmento de consumo, 6 mil 600 clientes del rubro empresarial y 10 millones de afore habientes. Todo eso ya no podrá ser del Gobierno.
¿No dijo López Obrador que con su gobierno quedaban separados los poderes político y económico? ¿Entonces por qué cambió radicalmente su postura y pretendió hacer una alianza con el sector empresarial? Su propuesta de comprar Banamex entonces faltaba a este esquema que él mismo fijó.
Las condiciones de López Obrador ahogaron la transacción. Si hubiera participado la inversión extranjera, muy probablemente Banamex ya estaría vendido, Citi hubiera cumplido su objetivo y el presidente tendría el equivalente a 2 mil millones de dólares por el pago de impuestos, pero el “hubiera” no existe y Banamex fue un negocio que se fue, ante la atónita mirada presidencial.