El presupuesto es un laberinto
La crisis de representación y la de las democracias que, arrastramos ya durante décadas, sigue siendo vista con pesimismo, particularmente porque las élites políticas determinan tanto el andamiaje institucional como el legal, siempre partiendo de su propio beneficio.
Seguimos enfrentados con la necesidad de conocer lo que hace el gobierno –la transparencia- y seguimos topándonos con el muro del oscurantismo de lo que nuestros supuestos representantes –tanto en el gobierno como en los congresos- dicen hacer en nuestro beneficio.
Uno de los más terribles males a los que nos enfrentamos, tanto en el caso de la representación como en el de la democracia, es la imposibilidad de evitar que las élites políticas induzcan tanto el resultado de las elecciones como de las políticas de gobierno, tomando decisiones de grupo bajo la argumentación de que ese es el beneficio de las mayorías.
Ese determinismo político ha sido trasladado incluso al terreno de lo electoral: de las elecciones competitivas y diferenciadas en la oferta tanto legislativa como de gobierno, pasamos a la misma agenda –con sus matices- de los distintos partidos políticos, como de sus candidatos. Bajo este esquema, la sociedad carece de opciones para elegir una verdadera representación y los mecanismos, leyes e instituciones que garanticen que se vive en una democracia.
La democracia mexicana vive momentos complejos con las oposiciones que, con su debate sobre su método para elegir candidato presidencial, tienen a favor (que por lo menos) ya se habla de la oposición.
El PAN pone requisitos acomodaticios del 40 por ciento de reconocimiento, 15 por ciento en la intención de nombre y 1 millón de firmas para el candidato que ya perdió en 2005 la contienda interna: Santiago Creel Miranda. En paralelo, la calidad de la democracia depende de la calidad de la oposición y, es denigrante el desempeño de Movimiento Ciudadano, golpeando al PRI a días de la elección de gobernadora del Estado de México y, por tanto golpeando a la oposición.
Por lo que hace al Verde, su dirigencia nacional acuerda con el lopezobradorismo la causa de Coahuila y sin embargo, en la vertiente local, el PVEM irá a la competencia y, dar la pelea. El PAN como partido núcleo de las oposiciones requiere negociar y acordar más allá de los partidos y, tener con sectores sociales específicos conversaciones y acuerdos para potenciar su fuerza electoral.
La buena noticia es sin duda la conversación referida a las oposiciones que, en el momento de las urnas han tenido victorias articuladas y organizadas en 2021 y, ahora con la candidatura del Estado de México, Alejandra Del Moral revela que, más que los indicadores de las encuestas, su auténtico espacio de fuerza electoral son los votos de una elección cerrada. No se olvide que hace seis años, Alfredo del Mazo capitalizó el desorden de la campaña de Delfina, alzándose con la victoria.