Abanico
AMLO va por la UNAM
Un fantasma recorre la UNAM, el del Consejo Estudiantil Universitario y, apoyado en el fantasma del CEU, el presidente Andrés Manuel López Obrador va por la máxima casa de estudios.
No se puede esconder que los líderes del CEU, como Claudia Sheinbaum, Hugo López Gatell, Martí Batres, Carlos Imaz, Rosario Robles, Imanol Ordorika, Antonio Santos, Inti Muñoz, Adolfo Llubere y Salvador Martínez Della Roca, entre otros, con el tiempo, fueron la base universitaria para la fundación del Partido de la Revolución Democrática.
El PRD unió, como un ombligo, durante un tiempo, a Cuauhtémoc Cárdenas y a Andrés Manuel López Obrador y a la sombra de ellos, creció esa simiente de universitarios de izquierda forjados en el CEU.
Aquel semillero de universitarios, brilló con los años, unos llegaron muy lejos, como Claudia Sheinbaum, quien (si las tendencias no cambian), será la candidata presidencial de Morena para 2024.
La misma Claudia, alejada desde hace años de su ex pareja, Carlos Imaz, funcionario público, pero finalmente satanizado para siempre por aquellos videos en donde se le observó recibir dinero extorsionando al empresario Carlos Ahumada. El argentino, a su vez pareja sentimental de Rosario Robles, presidenta del PRD, jefa del gobierno de la Ciudad de México, encarcelada tres años, implicada por la Estafa Maestra y recién liberada.
Y que decir del jefe de Gobierno de la CDMX, Martí Batres, que tiene la sangre de izquierda desde el hogar paterno, en el cual los nombres de los hijos eran definidos en honor de personajes históricos del socialismo, como Lenin, en el caso de su hermana Lenia, o de nacionalistas cubanos, como el patriota José Martí, de cuyo nombre surgió el del propio Martí Batres.
El CEU, entramado de intereses políticos e ideológicos, en donde algunos de sus integrantes renegaron de su condición de izquierda para acogerse el gobierno de derecha de Felipe Calderón, como sucedió con Hugo López Gatell, convertido en un burócrata de la medicina que se mantuvo en el presupuesto, porque vivir fuera de él es un error, pero que, con la llegada del actual gobierno, resucitó su talante “progresista”.
El CEU fue formado el 31 de octubre de 1986, pero en septiembre de ese año, en una asamblea, el Consejo manifestó su repudio por la reforma del rector Jorge Carpizo, que proponía diversos cobros a los universitarios, como inscripción y presentación de exámenes extraordinarios, así como límite de permanencia de los estudiantes en las aulas, con la finalidad de acabar con los llamados “fósiles”, de existencias interminables en las facultades.
El liderazgo del CEU en un principio obtuvo el apoyo de la mayor parte de las bases universitarias, porqué echó abajo el llamado plan Carpizo. Se mantuvo con fuerza hasta 1999, cuando emergió su sustituto, el Consejo General de Huelga (CGH), que rechazó el alineamiento del Consejo Estudiantil Universitario, con un partido político, el PRD, y el CEU acabó por disolverse.
El CGH se enfrentó a las intenciones del rector Francisco Barnés de Castro, de fijar cuotas a los universitarios que, aun cuando eran reducidas, golpeaban el espíritu gratuito de la UNAM. Eran tiempos de problemas financieros para la Universidad, urgida de captar recursos adicionales, pero con cobros ridículos de un peso para que los estudiantes cubrieran algunos de sus servicios, pero esto nunca se aceptó por el Consejo.
El CGH llevó a la universidad a una inútil huelga de 9 meses, que desquició el trabajo de la principal casa de estudio del país y afectó su labor en favor de la educación, la investigación y la difusión de la cultura. El resultado fue la toma de la universidad por la policía, el debilitamiento del rector y la desaparición del CGH.
Pero a tantos años de distancia, el fantasma del CEU sigue recorriendo la UNAM. Los universitarios que fundaron el PRD y que apoyaron a López Obrador en su camino a la presidencia de la República, están en su trinchera.
Quizá a ellos se refería el rector saliente Enrique Graue, cuando afirmó que vienen sobre la UNAM pretensiones de desestabilización en esa máxima casa de estudios que, sin fundamento, en muchas ocasiones ha sido acusada por AMLO de haberse “derechizado”.
Existen varios candidatos que pueden registrarse como postulantes a la rectoría de la UNAM que comulgan con las ideas de López Obrador, pero entre ellos destacan Rosaura Ruiz, hasta hace poco funcionaria en el gobierno de la Ciudad de México con Claudia Sheinbaum, e Imanol Ordorika, este último antiguo líder del CEU.
Ordorika ya propuso “un cambio radical en el relevo de la UNAM para adecuarse a la realidad”, lo que no dice explícitamente es que esa adecuación a la realidad que pide, no es otra cosa que ceñirse al control que pretende lograr AMLO en la máxima casa de estudios.
Qué curioso. Para el ex líder del CEU, la UNAM debe dejar de prestar atención a la investigación de las ciencias naturales y exactas, tal cual como ocurre en los libros de texto gratuitos en el nivel primaria, lo cual habla de una perfecta estrategia de la izquierda, dictada desde Palacio Nacional.
Para los políticos de izquierda, desde López Obrador hasta los académicos universitarios de esa tendencia, como Ordorika, no es importante generar en los niños, en caso de los alumnos de primaria, ni en los estudiantes de la UNAM, mayor interés por las matemáticas, la química o la física.
Ya sea a nivel universitario o de primaria, la estrategia de la izquierda en materia educativa es dar mayor impulso a las ciencias sociales, pero basado en el adoctrinamiento y minimizar hasta donde sea posible el conocimiento de las ciencias exactas, como si no fuera indispensable para México formar ingenieros, arquitectos, químicos, físicos, actuarios, etcétera.
La UNAM, institución siempre abierta a la universalidad de la cátedra y las ideas, debe mantener su autonomía y no convertirse en una caja de resonancia de gobierno alguno. Que prevalezca su independencia, porqué vivir plegada a una tendencia política, sería de fatales consecuencias no sólo para la misma Universidad, sino para México. Los fantasmas de la UNAM deben ser exorcizados para siempre.