Ráfaga/Jorge Herrera Valenzuela
La violencia de los grupos criminales se impone y los gobiernos estatales y el federal incapaces de frenarla. Sigue la disputa por la sucesión presidencial.
Además del gobierno federal, los gobernadores de Jalisco y Michoacán, Enrique Alfaro y Alfredo Ramírez Bedolla han sido severamente cuestionados por grupos organizados de la sociedad en las redes sociales y en los medios de comunicación, en donde sostienen que sus administraciones han sido débiles e incapaces para poder frenar la ola de violencia que azota a dichas entidades federativas.
El gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, ha reconocido que su administración ha sido rebasada por los grupos delincuenciales como son los carteles y calificó el suceso sobre la desaparición de cinco jóvenes de Lagos de Moreno como «ataques irracionales» que requieren una respuesta colectiva y determinada por parte de las autoridades y la sociedad en general. “Estamos ante ataques irracionales, violentos y directos que afectan a la estabilidad de Jalisco y que exigen una reacción del Estado mexicano”, justificó.
Expresó su esperanza de que la fiscalía general de la República y el gobierno federal también se involucren de manera decidida en este caso que ha conmovido a la comunidad jalisciense que le reclama su incapacidad para poder frenar los hechos violencia y a los grupos delincuenciales en dicha entidad que han secuestrado y desaparecido a más de 50 ciudadanos en los últimos meses en esa zona de los altos.
Mientras que, en Michoacán, una nueva ola de violencia se desató el pasado fin de semana, sin que el gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla pudiera hacer frente a los delincuentes para tranquilidad de la población. A las extorsiones que han denunciado desde hace varias semanas los productores de limón y aguacate se sumó la presencia de grupos del crimen organizado que incendiaron en municipios de la Tierra Caliente al menos dos tiendas de conveniencia, un taxi y dos camionetas de reparto de alimentos, que provocaron temor en las familias.
La Secretaría de Seguridad Pública de Michoacán sólo atinó a informar en un comunicado que personal de la guardia civil, en coordinación con el Ejército y la Guardia Nacional iniciaron su despliegue en los municipios de Apatzingán, Aguililla y Buenavista, así como en Uruapan, donde se registraron estos violentos hechos. Y López Obrador, como es su costumbre, minimizó el asunto, al sostener que “lo de Michoacán fue un acto más que nada publicitario, propagandístico…y ya se recobró la paz, la tranquilidad.
Y es que el asunto de la seguridad pública es uno de los que más se ha abordado en las precampañas políticas presidenciales donde inclusive se han llevado a cabo foros temáticos exclusivos para abordar el tema, desde diversos ángulos y perspectivas, y en dónde se han hecho severas críticas a la estrategia seguida por la administración de Andrés Manuel López Obrador de “abrazos y no balazos”, por lo que la cifra de muertos ya rebasó la de los dos sexenios anteriores.
La organización civil, Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, A.C. (CMDPDH) en su último estudio sobre los desplazamientos internos generados por la violencia, sostiene que son cerca de 400 mil personas, pero esa cifra ya pudo haberse duplicado. Eso, sin contar con los asesinatos, secuestros y desaparecidos provocados por grupos delincuenciales regionales inmiscuidos con autoridades municipales.
En México, después de mantenerse en tendencia decreciente en los últimos tres años, en 2020 el número estimado de personas desplazadas internamente por motivos relacionados con la violencia fue más alto que en el año anterior. Al día siguiente del inicio de la Jornada Nacional de Sana Distancia en marzo, la violencia desplazaba a alrededor de 800 personas en la sierra de Guerrero y a lo largo de todo el año se registraron enfrentamientos, ataques e incursiones armadas, amenazas hacia comunidades y otras formas de violencia que, entre otras afectaciones graves, provocaron que miles de familias e individuos se vieran obligados a abandonar sus hogares. Los mismo ocurre en Michoacán, Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Tamaulipas y Jalisco, entre otros.
Adriana Pérez (su nombre real se omite por seguridad de ella), hasta hace unos meses era vecina de San Juan Nuevo, Michoacán. Un grupo de la delincuencia organizada la despojó de su finca y huerta con 20 hectáreas de aguacate. Denunció a las autoridades y, como represalia, mataron a su esposo, su hermano y a su hijo. Le perdonaron la vida y la corrieron del pueblo. Hoy está en la frontera norte del país, buscando asilo en Estados Unidos, hasta donde le han llegado recados de los delincuentes que le exigen les entregue los documentos de las propiedades que le arrebataron. Las autoridades tienen la denuncia, dice, y el jefe de plaza y varios sicarios viven en su casa y nadie ha ido por ellos.
Pasando, a otro tema, México se está quedando sin escritores notables. La semana pasada falleció mi amigo Ignacio Solares. Extraordinario narrador, ensayista, dramaturgo, editor y periodista cultural. Oriundo de Ciudad Juárez, Chihuahua, fue autor, entre otros libros, de «Delirium Tremens» (1979), «Serafín» (1985), «Madero, el otro» (1989), «El jefe Máximo» (1991) y «No Hay Tal Lugar» (2003).
Su cercanía con su amigo y colega Vicente Leñero viene de los días en que éste dirigía la revista “Claudia”, a principio de los setenta. Cuando Leñero fue llamado por Julio Scherer García para conducir “Revista de Revistas” en el diario “Excélsior”, Ignacio Solares, a su vez invitado por Leñero, debutó ahí con una insólita entrevista realizada al célebre psicoanalista Erich Fromm, al desglosar parte del libro-diálogo entre Solares y José Gordon, “Novelista de lo invisible”.
En “Excélsior”, Ignacio Solares, tras su paso por “Revista de Revistas”, fue nombrado jefe de Redacción de la revista “Plural”, dirigida por Octavio Paz y luego de dos años y medio se encargó de conducir el suplemento del diario, “Diorama de la Cultura”, hasta el denominado “golpe a Excélsior” en julio de 1976. Al frente del suplemento, reveló Solares, “escribí notas de libros, cosa que no había hecho nunca, se me abrió el mundo del ensayo. Tuve acceso a grandes escritores. Me acuerdo que conocí a Pablo Neruda y me pareció un ser luminoso tanto en su manera de hablar como de mirar. Alejo Carpentier era un ser excepcional. Era como un esgrimista: sabía escuchar y contestar con una claridad que daba siempre en el blanco. José Lezama Lima era un prodigioso torrente verbal, pero sobre todo Julio Cortázar me marcó.”
Solares tuvo una amplia trayectoria dentro de la UNAM y en la revista “proceso”.
Por último, después del cierre de las precampañas de las “corcholatas” y de las opositoras Beatriz Paredes Rangel y Xóchitl Gálvez, queda la pregunta, quién podrá atraer a un importante segmento de jóvenes, entre los 19 a 40 años de edad, los cuales serán los que decidan quien será el próximo presidente de México en los próximos seis años.
Y por eso he estado insistiendo en que es muy relevante que los candidatos tengan ofertas importantes para ellos, ya que, de lo contrario, no acudirán a las urnas y esto podría favorecer al oficialismo. Hay que tomar en cuenta que este sexenio, por la pandemia, por la cancelación del aeropuerto, por el retiro de la inversión extranjera en los primeros años, no ha habido crecimiento económico y se perdieron miles de empleos directos e indirectos, lo que generó una emigración masiva hacia Estados Unidos y Canadá, en los sectores sociales más marginados y que ahora se están reflejando con “la disminución de la pobreza” porque ya no están en el país. Las clases sociales estudiosas y preparadas no encuentran empleos dignos y la situación es muy preocupante. En fin. En las próximas semanas vendrán muchas definiciones. Esperemos.