Ráfaga/Jorge Herrera Valenzuela
Hace cuando menos cuatro décadas, los enterados del fenómeno de la sucesión presidencial en México, consideraban en sus análisis un factor por demás relevante: ¿cuál sería el precandidato que le resultaba más a modo a los Estados Unidos?
El aspirante que obtenía un implícito beneplácito del poderoso vecino el Norte, tenía un importante elemento de ventaja sobre sus competidores.
En el actual contexto de la problemática que vive nuestro país en materia de la presumible introducción de fentanilo, su procesamiento y finalmente su traslado ilegal a Estados Unidos, ese factor está alterando la agenda bilateral en tiempos de la sucesión presidencial mexicana.
En la próxima visita a nuestro país del secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, la observación del discurso y el comportamiento de las dos precandidatas abiertas, Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, será una de sus principales ocupaciones.
Antony Blinken, el elegido de Joe Biden como secretario de Estado de EEUU, es uno de los asesores más cercanos del presidente electo y ejerció como “número dos” del Departamento de Estado durante los dos últimos años de la presidencia de Barack Obama, entre 2015 y 2017.
Expansión da luz al ambiente que encontrará Blinken en el proceso de la sucesión.
¿Claudia o Xóchitl plantearán, antes y durante la visita del secretario de Estado estadounidense, un proyecto para enfrentar el problema del Fentanilo más eficaz, o cuando menos más lógico, que el fallido de abrazos y no balazos?
Dice Expansión:
“Los procesos de selección tanto de la 4T como del Frente “Amplio” dejan muchas lecciones, y principalmente muchos sinsabores. En primerísimo lugar, ambos terminan con victorias amargas que generaron más problemas que logros dado el inusitado nivel de anticipación con que se realizaron. En este contexto, ganó el presidente, al menos por el momento, al demostrar que él controla el juego político y electoral.
“….todos cayeron redonditos en su juego. Fue él quien forzó la anticipación al arrancar el proceso de selección de la 4T, pues es a él a quien le conviene forzar los tiempos. La oposición, que no logra encontrar un camino propio, mordió directo el anzuelo. La selección de la 4T erigió a una candidata de manera muy previsible, y dirigida, aunque aún habíamos quienes pensábamos que podría quedar un tercero. Pero con un proceso sorprendentemente más accidentado de lo esperado. El segundo lugar, sorprendentemente, decidió rebelarse pero sin romper, de manera inexplicablemente prolongada. Con ello, le restó triunfalismo a la victoria de su contendiente; pero al mismo tiempo, día con día pierde más la posibilidad de ser un actor relevante en 2024. No se puede entender bien la estrategia que hasta el momento ha seguido Ebrard, a quien muchos veíamos como un político de largo colmillo que, sabedor de que no sería el elegido, negociaría hábilmente una salida que le permitiera mantener poder seis años más. Hoy está desdibujado. Del lado del Frente, ganó el mal llamado y fugaz “fenómeno” de Xóchitl, en un proceso más desaseado, teledirigido y equivocado que el de la propia 4T. A tan solo unos días de ser erigida, su estrella empezó a difuminarse. La malicia e impericia con la que Claudio, Alito y Marko expulsaron a la única política de alto nivel de la contienda dinamitó al Frente.”
¿Algo más que agregar acerca del contexto que observará Antony Blinken en el proceso de la sucesión presidencial?